Bilbao. La decepción es inevitable cuando se crean expectativas muy altas -o falsas- o se carece del conocimiento necesario. El estreno de Lanbide-Servicio Vasco de Empleo pasó con más pena que gloria desde el punto de vista mediático, y la actividad en las oficinas fue si cabe inferior a la de una jornada normal.
Si para muestra vale un botón, la oficina de Lanbide en Erandio al mediodía de ayer reflejaba una estampa entrañable, casi bucólica, si no fuera por el hecho de que quienes acuden a este lugar lo hacen desesperados por encontrar un trabajo o un curso de formación ad hoc que les introduzca en un cada día más complicado mercado laboral.
Así, una madre trataba de distraer a sus dos niños en la sala de espera mientras su padre se entrevistaba con la técnico de empleo. No había nadie más, excepto otro empleado, al otro lado del mostrador, que no hizo sino constatar que la de ayer fue una jornada inusualmente anormal por la escasa asistencia; o normal, en época navideña. Ni colas, ni colapso, ni aglomeraciones, ni curiosos...
El Servicio Vasco de Empleo-Lanbide es apenas un neonato, una entidad pública de derecho privado que cumple sus primeras horas de vida en un proceso de transición iniciado a raíz de la asunción de las políticas activas de empleo; un proceso que culminará a medio plazo con la integración del actual Lanbide, de Egailan y de buena parte del SPEE (antiguo Inem) en un solo ente.
En esta tesitura tratar de percibir el cambio del modelo es una quimera, sea desde el aspecto estético (sólo algunas oficinas del SPEE han empezado a introducir logos y anagramas del futuro servicio) o desde el punto de vista funcional. A día de hoy, y durante un buen tiempo, se mantendrán las mismas instalaciones, los mismos horarios y la misma atención al usuario. La transferencia de la competencia será gradual en los próximos meses. El futuro ente no tiene ni tan siquiera un órgano ejecutivo, que tendrá que establecer y distribuir los recursos humanos y materiales en los tres territorios; y diseñar la organización y el propio aspecto de las oficinas. Más aún, esa ejecutiva ha de gestionar el acuerdo laboral, las retribuciones de los empleados, el marco de las condiciones de trabajo y la homologación de las plantillas. El aspecto técnico, la creación de una única base de datos que aúne los propios de la CAV con los de la Administración central, tampoco estará operativa hasta mediados de marzo.
Con independencia de la logística puramente administrativa y organizativa, los centros de formación no las tienen todas consigo respecto a la programación de los cursos y temen que lo sucedido el pasado año se vuelva a reproducir. En aquella ocasión fue el SPEE-Inem el que lo hizo en diciembre de 2009, lográndose iniciar la precitada convocatoria en abril. ¿Y ahora?
La relación con las entidades colaboradoras es otro aspecto sobre el que aún resta mucho por hacer. El propio Javier Ramos, nuevo director general de Lanbide, aseguraba a mediados de diciembre -en calidad todavía de director general de la Sociedad Pública Egailan- que en 2011 se iban a mantener las colaboraciones como hasta ahora, y que a partir de 2012 se establecerían acuerdos de cooperación con las Agencias de Desarrollo, teniendo en cuenta las "circunstancias asimétricas", tal y como se planteaba en el Anteproyecto de Ley de Empleo.
Crear empleo En esta tesitura, el viceconsejero vasco de Empleo, Formación e Inclusión Social, Javier Ruiz, reconoció ayer que "ningún servicio de empleo crea empleo".
En una entrevista concedida a RNE, Ruiz explicó que "existen diferencias entre unos servicios de empleo y otros". En este sentido, indicó que "unos se quedan en el mero acto administrativo de sellar la tarjeta, tramitar la prestación o recoger la demanda de una persona; mientras que otros ofrecen una atención personalizada que supone que un usuario tenga a un profesional por delante que le pueda ayudar", enfatizó.