pamplona. La factura de la electricidad subirá este año más que nunca. A partir del 1 de enero, la luz será un 9,8% más cara y erosionará los bolsillos de las familias en más de 200 euros de media cada año. El tarifazo afectará a casi veinte millones de hogares, muchos de ellos por encima del porcentaje medio debido a que el consumo energético no tiene una pauta generalizada.
Hay pisos en las que se gasta muy poco porque se contratan potencias mínimas y se gasta lo mínimo. Y hay otros en los que los consumos se disparan por su tamaño: a efectos de hallar la media estadística da lo mismo un piso de 40 metros que uno de doscientos o una casa de varias plantas con piscina, jardín e iluminación exterior. Entre los dos extremos hay numerosos casos en los que entra en juego no solo el consumo, también los ingresos.
Además, los pisos que tengan calefacción eléctrica -principalmente los que no se pueden permitir gastar una media de siete mil euros en instalar un sistema de gas- sufrirán más el repunte durante los meses de invierno. La media en el caso de los consumos eléctricos resulta engañosa y las asociaciones de consumidores sitúan por encima de los 350 euros anuales el incremento medio, el doble que lo que calcula el Gobierno español. El panorama es complejo para el conjunto de hogares, sobre todo si se tiene en cuenta que parece inevitable que la luz siga subiendo los próximos meses en el contexto de la salida de la crisis y que el año pasado ya se encareció en casi un 10%.
El sector eléctrico asegura que es necesario que el recibo suba cada trimestre de forma relativamente moderada para que se ajusten los costes de la producción y el precio que pagan los usuarios por la electricidad. El ministro de Industria, Miguel Sebastián, reconoció el pasado miércoles que tan solo se puede comprometer a intentar que no vuelva a subir y que su margen de maniobra es muy limitado. Con la amenaza de nuevos repuntes en la factura, las familias se verán obligadas los próximos meses a intentar reducir los consumos para minimizar el impacto en sus economías. Chocarán con la realidad de que los gastos están ajustados en líneas generales. No hay grandes estrategias de ahorro y las que más pueden rebajar el recibo de la luz pasan por fuertes inversiones -compra de electrodomésticos eficientes energéticamente o mejora de los aislamientos de los hogares- cuya incidencia se nota a medio/largo plazo. Sobrevivir o minimizar la subida de la luz pasa por activar pequeñas fórmulas de ahorro que grano a grano erosionan el gasto final.
iluminación
Bombillas de bajo consumo y aprovechar la luz del día
La iluminación es, junto al frigorífico, la responsable del mayor porcentaje de gasto energético de los hogares. Una bombilla tradicional de cien vatios -el máximo permitido por la normativa europea precisamente para reducir las emisiones a la atmósfera- encendida durante 24 horas ininterrumpidas supone un gasto de algo más de dos euros al mes, lo mismo que un hogar con doce bombillas encendidas dos horas al día. Un piso tipo con tres habitaciones, dos cuartos de baños, sala y cocina tiene aproximadamente esos puntos de luz, y el consumo se sitúa por debajo del euro si se instalan bombillas de bajo consumo. Son bastante más caras, pero también tienen mayor duración y el ahorro se nota al final, unos 72 euros anuales. Cien vatios tradicionales equivalen a veinte de bajo consumo.
Hay otros trucos para gastar menos en iluminación. Todos pasan por aprovechar al máximo la luz natural y encender la artificial lo más tarde posible, para ello es clave pintar las habitaciones de colores claros o extremar la limpieza de las lámparas para que la suciedad no haga de filtro de la luz. Organismos como el Ente Vasco de la Energía recomiendan, entre otras cuestiones, no utilizar pantallas de araña, con varias bombillas.
electrodomésticos
Eficiencia energética A y vigilancia continua del gasto
Un frigorífico funciona los 365 días del año, sólo está apagado durante las vacaciones y en algunos pisos ni eso. Supone casi una quinta parte del consumo anual de las familias, el gasto parece inevitable pero una buena elección, siempre de la clase de eficiencia energética A como el resto de electrodomésticos, puede abaratar la factura en unos 600 euros al año.
Además hay otras medidas como abrirlo lo imprescindible o no meter nunca comida caliente que abaratan su uso. Un truco menos conocido es descongelar la comida en la zona frigorífica puesto que el frío que emite baja la temperatura y por tanto el esfuerzo energético. Respecto a las lavadoras, lavar en programas fríos suponen más un ahorro significativo. El consumo se reduce a la mitad si se utiliza un ciclo de 60 grados en vez de uno de noventa. Las secadoras gastan más del doble que un ciclo de centrifugado extra.
En la cocina también hay varias posibilidades de ahorro. Algunas son básicas, como ajustar el tamaño de la cazuela al fogón ya sea vitrocerámica, de inducción o una chapa eléctrica. Otras pasan por la utilización de ollas a presión o el apagado de la cocina cinco minutos antes de la finalización de la cocción. Los alimentos se terminan de cocinar con el calor residual.
calefacción y agua
Inversión en aislamientos y control de la apertura del grifo
La calefacción eléctrica supone un 46% del consumo energético durante el invierno y un control de su uso reduce notablemente la factura. El EVE aconseja una temperatura de 20 grados para las zonas comunes de la casa y de unos 18 grados para las habitaciones. Por cada grado de más se consume y gasta un 7% más.
Del mismo modo, es clave para la eficiencia de la calefacción el aislamiento, ventanas y tabiques, de ahí que cada final de año el Gobierno vasco active un programa que financia el 22% del gasto en la sustitución de ventanas. En cuanto a los tabiques, un buen aislamiento de corcho o fibra de vidrio de 3 centímetros de espesor equivale a un muro de un metro. Se recomienda no utilizar agua caliente de termos eléctricos, pero, si no hay otra posibilidad, facilita el ahorro el uso de grifos termostáticos que permiten fijar la temperatura de antemano.