El final del ejercicio 2010 se encuentra en pleno tarjeteo navideño, aunque muchas de sus tarjetas vienen envenenadas por una crisis que estalló hace más de tres años como consecuencia de la hipotecas subprime o basura, diseñadas por las entidades financieras. Una crisis que ha sacado lo bueno (escaso) y lo malo (abundante) que tiene la economía mundial y quienes la dirigen. Llegado este tiempo, el tarjeteo se multiplica. Así, las tarjetas que el Gobierno español envía a los trabajadores inciden en los recortes sociales para reducir el déficit público que él mismo ha creado. Por su parte, los sindicatos remiten las suyas a La Moncloa en las que amenazan con una nueva huelga general para enero. ZP también recibe tarjetas desde los mercados financieros anunciando un mayor coste (prima de riesgo o intereses) para las emisiones de deuda pública, mientras que otras, firmadas por Merkel o Sarkozy, se niegan a que el BCE cree los "eurobonos" que reduciría los intereses de la deuda soberana española.

No faltan tarjetas que llegan con la promesa de nuevas subidas en las tarifas eléctricas u otras en las que las entidades financieras nos dicen que suben las comisiones por meter nuestro dinero en su banco o por sacarlo. Por contraste, las sedes de los bancos reciben las tarjetas del comité de Basilea, cerebro y supervisor de la reforma bancaria, en las que se les concede cómodos plazos hasta 2019 para cumplir con las exigencias de 600.000 millones de euros de capital de mayor calidad (que pasa del 2% al 7% del total de activos ponderados por riesgo).

Por su parte, el Banco de España remite sus tarjetas hablando del fuerte endeudamiento de las entidades y los vencimientos previstos para 2011. Por si la situación no fuera ya lo suficientemente preocupante, MAFO señala que las Comunidades Autónomas han incrementado su deuda pública en un 27% en el tercer trimestre. En este capítulo, lo vascos somos líderes indiscutibles con un aumento del 143,76%, al pasar de 1.684 millones en el tercer trimestre de 2009 a los 4.105 millones en el mismo periodo de 2010. Lamentablemente, no sabemos qué opina Patxi López y tampoco su respuesta a la tarjeta de Moody"s en la que dice quitar la calificación de matrícula de honor que tenía la deuda pública vasca.

Dicho en otras palabras, Euskadi pierde credibilidad y solvencia para hacer frente a su deuda pública que ha aumentado en un año en más de 1.000 euros por persona. Esperamos que, en esta ocasión, la tarjeta del lehendakari a la sociedad vasca, si es que llega, no siga teniendo esos tintes victimistas en los que culpa a la oposición de todos sus males. Hasta donde sabemos, ni el BE, ni Moody"s están gestionados por el PNV.