lisboa. Tres de los cuatro millones de trabajadores siguieron ayer la huelga general convocada en Portugal en protesta por las medidas anticrisis del Gobierno socialista, según los datos de los dos grandes sindicatos. En una rueda de prensa conjunta, los líderes de la Confederación General de Trabajadores de Portugal (CGTP) y la Unión General de Trabajadores (UGT) se declararon muy satisfechos por el éxito del paro y la fuerza que les da para reclamar mejoras sociales y un cambio de política económica.

Aunque el Gobierno restó impacto a la protesta y dijo que tuvo poca incidencia en el sector privado, el secretario general de la CGTP, Manuel Carvalho da Silva, subrayó que no hubo transporte, ni actividad en los puertos, aeropuertos o tribunales y apenas funcionó la enseñanza, el sector público y los servicios municipales. Frente a esto el secretario de Estado de la Administración Pública, Gonçalo Castilho, calculó que sólo el 20% de los funcionarios estatales se sumó al paro y la ministra de Trabajo de Portugal, Helena André, aseguró que en las empresas privadas no se sintió la huelga y que el consumo nacional de electricidad fue el habitual.

evaluación Carvalho da Silva respondió que sólo con "trampas" puede negarse la ausencia de trenes, la inactividad de la fábrica de Volkswagen -la mayor del país con 9.000 trabajadores- o la inactividad de los astilleros del norte luso, que puso como ejemplo de la paralización laboral de la jornada. El dirigente de la CGTP se felicitó también por la "identificación de la sociedad portuguesa con la huelga y sus causas" y subrayó que el paro ha sido el de "mayor impacto" que se ha realizado en Portugal.

El secretario general de la UGT, Joao Proença, habitualmente menos crítico con el Gobierno socialista, también calificó de "histórica" la jornada y resaltó la unidad demostrada por el movimiento sindical, tanto entre grandes centrales como organizaciones independientes. La UGT y la CGTP no habían convocado juntas una huelga desde 1988, recordó, "y su llamamiento lo han seguido las tres cuartas partes de la población activa". Proença pidió al Ejecutivo de José Sócrates que dé prioridad al crecimiento del empleo.

Tanto el dirigente de la UGT como el de la CGTP instaron al Gobierno a reunirse con los sindicatos para negociar un giro en la política social y económica y consideraron "inaceptable" que con la crisis se cuestionen derechos como la negociación colectiva, los aumentos salariales o los subsidios sociales.