Vitoria. Sonia Pérez (Bilbao, 1976) continúa aterrizando en su nuevo cargo a pesar de llevar ya un año largo en el puesto. En la primera entrevista que concede a un periódico apenas se adorna con concesiones a la galería y sí, en cambio, ofrece un volcán de datos y argumentos marca de la casa. Pérez es licenciada en Administración y Dirección de Empresa por Sarriko y máster MBA Executive por el ESIC. Antes de su llegada al Gobierno, donde ocupó el cargo de directora de Trabajo, desarrolló su carrera como analista de Corporate Finance en el sector de Adquisiciones y Fusiones durante más de cuatro años, y también fue auditora de cuentas.
Aunque su competencia directa es Trabajo y Relaciones Laborales, ¿tiene opinión del Servicio Vasco de Empleo, Lanbide, presentado el pasado lunes?
El modelo de trabajo en el que creemos es el de la corresponsabilidad del ciudadano, que busca su activación para el empleo. Lanbide tiene su propio carácter diferenciado respecto a otros servicios de empleo, su propio modelo de servicio avalado y compartido por la Mesa de Diálogo Social. Supone una reforma profunda de lo que hasta ahora hemos conocido, un modelo presidido por el compromiso de las personas, las organizaciones y los poderes públicos.
La consejera Zabaleta no ha sido capaz de estimar el impacto que este servicio tendrá en el desempleo. ¿Cuándo cree usted que va a crear empleo neto Euskadi?
Empleo se ha creado ya, lo que ocurre es que ha pasado desapercibido porque han aumentado los activos demandantes de empleo.
Hasta octubre, el número de ERE en el País Vasco bajó un 47% respecto a hace un año -la mayoría, por cierto, con un amplio consenso-, sin embargo a ustedes se les sigue acusando de implicarse poco en favor de los trabajadores en detrimento de la patronal...
Respeto esa percepción que puedan tener algunas plantillas, pero es muy complicado que ese supuesto trato de favor hacia las empresas se produzca. La resolución de un ERE está encuadrada dentro de un procedimiento normativo que además tiene su propio reglamento y en la resolución de cualquier expediente no sólo se analiza de manera objetiva las causas que alegan las empresas sino también la razonabilidad de la medida que se plantea, que ha de ser proporcional a las causas que esgrime.
¿No hay por tanto tibieza con algunas compañías?
¡Es que no lo puede haber! E insisto, los procedimientos del ERE se llevan a cabo con una rigurosidad fuera de toda duda. Todo es perfectamente medible y ajustable a los parámetros legales que existen para dirimir este tipo de expedientes, y está avalado por el trabajo y el informe de la inspección de Trabajo.
¿Puede usted garantizar que ninguna empresa, aprovechando los resquicios que ofrece la nueva reforma laboral, se aproveche de este contexto para presentar un ERE, adelgazar su plantilla o suspender la actividad?
La garantía es máxima. Aquí no vale ningún criterio de discrecionalidad. Ahora bien, luego hay otra parte que es la negociación entre las partes, y ahí somos muy respetuosos con sus decisiones. Lo único que sí intentamos es que apuren hasta el final, que agoten todas las posibilidades.
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Puede ser que tenga pérdidas ahora y que previsiblemente las vaya a tener a corto plazo. O que la reducción de ingresos sea tal que empieza a cuestionarse la viabilidad de la empresa.
¿Y las llamadas "pérdidas previsibles", no cree que pueden ser utilizadas de manera ventajista por parte de las empresas?
No hay que tenerles miedo. El concepto de pérdidas previsibles no es ambiguo, lo que ocurre es que igual hay que ir familiarizándose y formándose cada vez más con los temas económicos. Yo sé que los ERE tienen un alto componente jurídico y se encargan de dirimirlo personas cualificadas en este campo pero ojo, estamos hablando de empresas y cada vez con más frecuencia se van a necesitar más conocimientos de este ámbito.
¿Y eso qué implica?
Que lo mismo que se piden unas cuentas auditadas de lo que ha pasado hasta ahora, se piden también unas proyecciones financieras de lo que va a pasar en el futuro.
Las empresas, sobre todo las más grandes, tienen suficientes mecanismos para hacer ingeniería fiscal y económica con el fin de maquillar esas proyecciones...
Es muy complicado. No nos olvidemos primero de la razonabilidad de las cosas. No es lo mismo presentar una situación para mejorar una cuota de mercado que hacerlo para lo contrario o para no salirme de él. Y como todo, si aplicas la lógica y la razón al final vas a ir viendo lo que está sustentado y lo que no, dónde está operando la empresa, a quién vende, cuánto, cómo... Y todo eso lo tiene que acreditar la empresa con mucha y abundante documentación.
De modo que puede afirmarse que son ustedes infalibles al engaño.
Es muy difícil tratar de engañar a Trabajo. Por lo general, y eso hay que ponerlo en valor, está el ejercicio de responsabilidad que están haciendo las empresas -más del 90% de los ERE son de suspensión y no olvidemos que algunas ya llevan dos y tres expedientes-. Las compañías vascas están aguantando mucho el tirón porque no les interesa desprenderse del capital humano. Saben que tienen un coste de oportunidad muy alto porque a esas personas también las han formado durante bastante tiempo.
Le pregunto por la parte social de las empresas, la representación de los trabajadores. ¿Cree que están teniendo el papel activo, de participación, que se les supone?
Pienso que deberían ser más dinámicos en este sentido y tratar de no ser tan reactivos ni llevar la negociación tan hacia el final de estos procesos.
¿En algún momento Trabajo se ha visto en la necesidad de presionar a alguna de las dos partes para desbloquear una situación?
En el campo de la mediación podríamos hacer algo en ese sentido, pero más que forzar y presionar sería animar, ayudar a aplicar la cultura de negociación. De todas formas, tampoco son tantos los casos en que se llega a estos extremos.
¿A qué se refiere esa cultura de la negociación a la que se refiere?
A la transparencia y la profesionalización de las partes negociadoras. Las empresas tiene que aportar toda la documentación que ayude a la negociación y los sindicatos deben ser, espero, cada vez más profesionales, sobre todo en el área económica. Hasta el momento se han ido dotando de muchos juristas, pero a partir de ahora, quizá, deberían hacer lo propio con profesionales del ámbito económico. En la medida que se conjuguen esos dos principios, que es básico, las negociaciones pueden llegar a buen término.
El envite de la crisis parece que obligará a un replanteamiento no sólo de los modelos laborales y productivos, sino también de las relaciones en la propia empresa. En ese sentido, ¿cómo cree que serán esas relaciones en un futuro?
Los sindicatos y las empresas están obligados a cambiar, acomodarse a los nuevos tiempos y abordar sin miedo conceptos como la flexibilidad interna en las empresas.
Ese concepto desata el pánico...
La flexibilidad debe ser entendida como una herramienta para evitar que se llegue a la última vía, a la antesala de la extinción de la empresa. En ese sentido, cobran vital importancia los planes sociales, que son de obligado cumplimiento para empresas de más de 50 trabajadores, pero entendidos en sentido amplio, no sólo en el aspecto económico sino también en el de empleo.
¿A usted le convence la reforma laboral?
Es un primer paso importante y tiene mucho margen de desarrollo.
Pero no crea empleo...
¡No se puede vicular! La reforma laboral es un instrumento más y por sí sola claro que no crea empleo. Una empresa creará empleo cuando lo tenga que hacer.
Mientras tanto, ¿qué puede esperar un empleado entrado en los 50 que acaba de ser despedido de Saunier?
Esa persona tiene que formarse, es fundamental, al igual que ese colectivo que ha tenido un acceso muy rápido a determinados sectores y ha dejado muy pronto los estudios. Esa gente debe retomar los estudios y la formación.
La reforma tampoco está acabando con el contrato temporal y eso que era uno de los pilares que la impulsaron...
Tampoco hay que criminalizar este contrato. Lo que hay que hacer es utilizarlo bien porque tiene su finalidad. Si la reforma no ha terminado de forma tajante con él es por que sabe que cuando estás saliendo de una crisis el contrato que muchas veces te ayuda es el temporal. Hay que ser conscientes de ello.