lOS malos datos registrados en octubre en el mercado de trabajo español han venido acompañados esta semana por otras tres noticias igualmente negativas. Sube, lamentablemente, el desempleo y las expectativas de crear puestos de trabajo se alejan después de la corrección a la baja realizada por el Banco de España sobre las previsiones de crecimiento para 2011, un ejercicio en el que, según el FMI, no se cumplirán los objetivos de reducir el déficit público español y, sea por esta razón o por el estado de gravedad de la economía, la prima de riesgo de la deuda (el interés que hay que pagar por la deuda pública) ha vuelto a subir hasta niveles anteriores al 15 de junio, cuando se hicieron públicos los resultados del test de estrés bancario y los mercados financieros registraron un alivio que hoy parece olvidado. No hay, por tanto, novedad alguna. La economía española sigue atascada. Algo lógico si se tiene en cuenta la gravedad de la crisis económica mundial (posiblemente más dura que la depresión del 29) y la falta de medidas para cambiar el modelo económico tal y como algunos gobernantes anunciaban hace unos meses, cuando la recesión estaba en su fase más virulenta. Ahora, sin embargo, una aparente recuperación iniciada en algunos países ha puesto sordina a aquellas promesas, pese a las dificultades que siguen existiendo. Atascados, sin rumbo y destruyendo empleo proyectan un panorama dramático muy negro por mucho que se empeñe el actual ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, en quitar hierro manifestando que el aumento del paro en octubre es un mal dato, "pero muestra una lenta pero progresiva recuperación". Argumenta que en este último mes se han perdido menos empleos que el mismo mes del pasado año. Una valoración sui generis muy curiosa porque, como ya hemos comentado en otras ocasiones, caer menos no puede interpretarse como síntoma de recuperación. En el mejor de los casos, se frena la violencia de la caída, pero se sigue cayendo. Por otro lado, el nuevo ministro ha dejado para mejor ocasión su opinión sobre la reforma laboral aprobada, la misma contra la que se manifestó en la jornada de huelga general del 29-S, que apenas se ha dejado notar en octubre porque tan sólo el 8,8% de los empleos creados en octubre tiene carácter indefinido. Si difícil es defender lo que se rechaza, mucho más lo es poner buena cara a los malos resultados. Bien es cierto que la situación de la economía vasca presenta síntomas algo más esperanzadores, pero es el consuelo del tuerto en el país de los ciegos, máxime cuando el único ojo bueno también pierde vista (empleo) y no se atisba en el horizonte un crecimiento económico lo suficientemente importante como para crear empleo neto que empiece a reducir la tasa de paro.