BRUSELAS. Los gobiernos europeos esperan que los principales países industrializados y emergentes del planeta lleguen, en la próxima cumbre del G-20, a compromisos eficaces contra los desequilibrios globales que amenazan la incipiente recuperación de la economía en Europa.

Junto a ello, la Unión Europea confía en que todas las partes confirmen los acuerdos alcanzados por los ministros en Gyeongju (Corea del Sur), sobre la reforma del Fondo Monetario Internacional (FMI), y mantengan el impulso de reforma de la reglamentación financiera, incluida la cuestión de si debería introducirse una tasa sobre las transacciones financieras internacionales a nivel global.

Los veintisiete gobernantes de la Unión Europea (UE) coordinaron el pasado 29 de octubre su posición de cara a la decisiva cumbre que el Grupo de los Veinte (G-20) celebrará los días 11 y 12 de noviembre en Seúl.

Aunque son sólo seis los participantes europeos en las cumbres del G-20 -la Unión Europea como tal, representada por los presidentes del Consejo Europeo y de la Comisión, más los jefes de Estado o Gobierno de Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y España-, todos los socios de la UE han decidido esta vez concertarse para transmitir un mensaje fuerte a los miembros de ese foro multilateral clave.

Los europeos creen que la recuperación económica, especialmente frágil en el Viejo Continente,"está en peligro", debido a la reaparición de grandes desequilibrios macroeconómicos globales y a la amenaza de una "guerra de divisas" entre las potencias del Norte y del Sur.

Superada la fase más aguda de la crisis financiera y económica, crece a uno y otro lado del grupo la tentación de mantener artificialmente bajo el valor de la divisa nacional para ganar ventaja exportadora y sostener de esta manera el crecimiento.

En particular, Estados Unidos acusa a China de intervenir en los mercados de cambios para impedir la reevaluación del yuan, mientras que Pekín culpa a los estadounidenses de estar propiciando con sus bajos tipos de interés y la relajación de su política monetaria una afluencia desestabilizadora de capitales hacia las economías emergentes de Asia.

Para superar el punto muerto en el que se encuentra esta disputa, los ministros de Finanzas del G-20 han comenzado a considerar la idea estadounidense de poner límites no a los tipos de cambio, sino a los desequilibrios comerciales. Con un déficit o superávit por encima del 4% del PIB, el país afectado se vería en la obligación de negociar con sus socios la reducción de la divergencia.

Si el debate sobre los umbrales vuelve a surgir en Seúl, la UE hará valer las ventajas de su propio método, recién acordado. La UE acaba de decidir, en efecto, que vigilará no sólo la evolución de los déficit de sus miembros, sino también las divergencias macroeconómicas internas haciendo uso para ello de una lista amplia de indicadores.

En su última cumbre, celebrada en Bruselas los días 28 y 29 de octubre, los líderes de la UE se limitaron a hacer un llamamiento a todos los socios del G-20 para que eviten "cualquier forma de proteccionismo y cualquier modificación de los tipos de cambio dirigida a la obtención de ventajas competitivas a corto plazo".

Europa teme empezar a sufrir los efectos de un euro reevaluado, cuya fortaleza se explica más por la artificial debilidad del dólar que por la solidez de los fundamentos económicos europeos.

La apreciación del euro no ha hecho cambiar a la UE de receta para salir de la crisis, que sigue estando basada en el saneamiento de las finanzas públicas, es decir, en la reducción de los déficit, además de reformas estructurales y una política monetaria no expansiva.

Tanto el presidente del Consejo Europeo, el belga Herman Van Rompuy, como el de la Comisión, el portugués José Manuel Durão Barroso, consideran que la cumbre de Seúl llega en un momento clave, en el que el G-20 tendrá que demostrar que sigue constituyendo el epicentro de la cooperación económica mundial, como demostró en los peores momentos de la crisis financiera.

"Es importante que las principales economías mundiales demuestren en Seúl que están decididas a hacer del G-20 el foro global en el que se trabaje tanto en la gobernanza -en la respuesta y la prevención de crisis- como en la cooperación a medio plazo", afirmaban ambos responsables europeos en un mensaje dirigido a los Veintisiete.