Vitoria. Un año largo ha tardado el Gobierno español en ponerle rostro a las rentas más altas y en decidirse a dar el paso de subirles los impuestos. Desde el verano de 2009 han sonado, con mayor o menor fuerza pero con insistencia, tambores que elevaban los tributos para los que más tienen. Se llegó a hablar hasta de un impuesto específico para ricos, abriendo un debate que se perdió en los senderos de la indefinición por los que transita el Gabinete Zapatero. Al final, se recurrirá a lo más sencillo aumentar la presión del IRPF para las rentas de trabajo más elevadas.

En principio, todo apunta a que los que ganan más de 120.000 euros anuales tributarán al 45%, aunque el porcentaje puede incluso elevarse al 47%, según fuentes del Ejecutivo. El límite podría incluso situarse en los 130.000 euros. Actualmente todas las rentas superiores a los 52.360 euros al mes tributan al 45% en el Estado.

La medida tendrá un impacto muy limitado, porque, para ganar esa cantidad bruta al año, el salario mensual debe rondar los 5.500 euros netos, un sueldo que no gana ni el presidente del Gobierno español ni el lehendakari, por poner dos ejemplos de la clase política. El pequeño cambio fiscal está dirigido a los ejecutivos de las grandes empresas, las que tienen en torno a mil empleados o más. Muchos de ellos cuentan, además, con complementos de sueldo que rinden cuentas ante la administración a través de otros impuestos. Según cálculos del sindicato de técnicos de Ministerio de Hacienda, sólo unos 160.000 contribuyentes responden a ese perfil, el 0,9% del total. De este modo, subir dos puntos la presión fiscal a ese colectivo supondría una subida de 435 millones de euros en la recaudación, en opinión de los funcionarios de Hacienda. El impacto sería de casi mil millones si el marginal máximo de la tarifa del IRPF se eleva hasta el 47%. La Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas) rebajan el impacto a una horquilla de entre 150 y 400 millones de euros.

La modificación y las expectativas de incremento de recaudación del Ejecutivo español se conocerá mañana al detalle cuando el Consejo de Ministros apruebe el borrador de los Presupuestos de 2011.

Ayer sólo trascendió un esbozo del plan, una dinámica ya habitual en un ejecutivo acostumbrado a sondear la opinión pública antes de actuar. La Moncloa confirmó la subida de impuestos desde Madrid, mientras José Luis Rodríguez Zapatero regresaba de su viaje a Nueva York, donde ha intentado ofrecer a inversores y autoridades económicas la imagen de un líder decidido que toma medidas sin tener en cuenta el coste político que conllevan. Los mensajes entre líneas del presidente español, haciendo guiños a una subida de impuestos ante la prensa estadounidense, habían reavivado el debate. El Gabinete socialista marcó el territorio en el que se moverá la reducida reforma fiscal, dejando abiertos los límites.

Por ello, las diputaciones forales apostaron ayer por no pronunciarse hasta conocer al detalle las modificaciones, si bien recordaron que la presión fiscal ya es más alta en la CAV. Las rentas más altas ya tributan en la comunidad vasca al 45% frente al 43% del Estado. En el resto de la escala tributaria los márgenes intermedios incluyen rentas más bajas que en territorio común. Por ejemplo, mientras en Madrid se tributa al 37% a partir de 52.360 euros en la Comunidad vasca se hace al 35% desde los 42.000. El porcentaje es en algunos caso menor pero afecta a un mayor volumen de rentas. La presión fiscal es, por tanto, mayor en los tres territorios vascos y cualquier modificación derivada de los cambios en el Estado tendrá en consideración esa cuestión. Todo está en el aire. De momento, las diputaciones apelan a la "cautela".