El último diagnóstico de la economía vasca que hizo público hace unos días el Eustat permite concluir que la salida de la crisis se ha confirmado en Euskadi. La licencia de tan rotunda proclama se la tomó el consejero de Economía, Carlos Aguirre, acosado a preguntas por los periodistas en una comparecencia en la que tal vez apuntó demasiado alto o tal vez no midió bien. Con 130.000 vascos en las listas del paro todavía, puede que al mensaje le faltara tacto... Pero matices al margen, la lectura técnica de los datos hasta junio le daban la razón: por primera vez en los últimos 18 meses el PIB vasco creció en positivo en su tasa interanual. Lo hizo un 0,5%, sólo medio punto si se compara con la variación de la Zona Euro (+1,9%).
álava, la locomotora vasca Del informe del Eustat resultó llamativo el papel de la economía alavesa, cuyos indicadores macroeconómicos le confieren el papel de locomotora de la economía vasca. El PIB creció por segundo trimestre consecutivo y en tasa interanual alcanzó el 1,1%, tres veces superior al de Bizkaia y hasta cinco que Gipuzkoa. La razón al repunte se encuentra en Europa, histórica sede de mercados habituales para los intereses alaveses como el de Francia o Alemania, que con un crecimiento hasta junio del 3,7% se ha convertido en el pulmón de la economía europea. En este contexto, el comportamiento del mercado exterior alavés ha seguido la estela de estas potencias hasta crecer casi un 18%. Sólo estos dos países aglutinan el 40% de todas las ventas, de ahí que existan pocas cosas tan claras como este silogismo: si Europa tira, Álava despega. Y con ella, el resto de las economías de la CAV.
Con los últimos datos en la mano y con la necesidad de atisbar el ocaso de una crisis de la que estos días se cumplen dos años, el análisis más político tal vez invite, necesitado de aire fresco, a la euforia, pero nada más lejos de la realidad.
inquietante panorama Ni técnicos ni economistas se fían de un panorama lleno de incertidumbres que podría cambiar de rumbo en los próximos meses. Cuestiones tan cercanas como el efecto real que tendrá la subida de IVA, el comportamiento del consumo privado, la reactivación del crédito -puesta en entredicho estos días por el sistema financiero tras las exigencias de Basilea III- y, sobre todo, la evolución del paro (Álava cuenta en estos momentos con casi 20.000 desempleados) recomiendan una prudencia que Andrés Araujo, viceconsejero de Presupuestos y Control Económico, resumió hace unos días con una frase sintomática: "La situación, aún siendo favorable, no es para tirar cohetes".
Por si fuera poco, las perspectivas que se ciernen sobre la economía española son pésimas. El banco suizo UBS concluyó la semana pasada que a España le restan todavía un año y medio de estancamiento y un no crecimiento por encima del 1% hasta 2012. Por no hablar del paro, cuya recuperación hasta el nivel previo a la crisis no llegará hasta dentro de tres o cuatro años, según dijo el todavía ministro de Trabajo, Celestino Corbacho.
A pesar del inquietante panorama, algo más optimistas se muestran las empresas alavesas, especialmente las más internacionalizadas. Son ellas, según la Cámara de Comercio de Álava, quienes mejor están capeando la crisis. Y no sólo eso. Algunas, incluso, han mejorado sus resultados de manera sorprendente. Es lo que tiene, sugiere alguna, haber hecho los deberes a tiempo.
En la Cámara llevan animando esta cuestión desde hace años. La tarea no es sencilla. "Salir fuera exige un esfuerzo económico y un replanteamiento de los objetivos y filosofía de la empresa tan grande que muchas deciden evitarlo", sostiene Eduardo García, responsable del departamento de Internacionalización de la entidad, que aporta un dato. De las 500 industrias exportadoras que tienen censadas, sólo unas 200 lo han sido de manera habitual en los últimos cinco años.
¿Por qué? Tal vez el miedo, la falta de necesidad, de financiación... o la demanda interna, tan "pujante y rentable en los últimos 15 años" que se antojaba suficiente para que las empresas cuadraran con holgura sus balances. Pero eso se acabó. El último Informe de Coyuntura publicado por la Diputación estima que el mercado nacional "mejorará muy poco este año y el que viene, haciéndose más necesario que nunca la búsqueda de nuevos mercados". En este empeño se comprometieron el año pasado una docena de pymes alavesa a través del PIPE, el programa de ayuda a la exportación que impulsa el ICEX y en el que colabora activamente la Cámara. "Otras tantas se han decidido este año, algo fantástico", se felicita García.
egamaster, en 150 países Que la crisis ha cambiado las normas del juego es algo de lo que ya poca gente duda. Y negar este extremo es casi una invitación al suicidio empresarial. Aner Garmendia, director general de Egamaster, lo sabe muy bien. Este año, a pesar de la crisis, sus ventas han crecido un 15% dentro de un sector que el año pasado se desplomó hasta un 40%. La clave de su éxito, sostiene, se basa en la innovación y la internacionalización: "Para nosotros innovar es diferenciarnos de la competencia, ser capaces de crear más valor, más servicio y con mejores márgenes. Y eso implica de la aportación de todos", añade. Su estrategia en el exterior, lejos de reportarle problemas no ofrece sino múltiples oportunidades. Para este vitoriano, acudir a mercados hostiles no sólo "agudiza el ingenio y te hace ser más competitivo", sino que permite a la empresa disponer de una información de "primera mano" sobre el estado del mundo y "tener repartidos los huevos en muchos cestos". Es decir, diversificar.
Que es precisamente una de las señas de identidad de la cooperativa RPK, otra pyme a quien las cosas le van "extremadamente" mejor que antes de la crisis. El suyo es un ejemplo claro de cómo encarar una crisis: como amenaza u oportunidad. Ricardo Romo lo tuvo claro hace 20 años. Entonces entendió que necesitaba convertirse en un proveedor global para ganar valor ante el cliente. De esta forma llegaron los resultados y las fábricas de RPK en Tarragona y Celaya (México). La última, hace unos meses, le ha llevado hasta Pune, en la India. "No puedes quedarte en casa ni tener miedo; si dependes de terceros, debes multilocalizarte, dar un servicio global. Si no estás muerto", sostiene.
Mercedes y Michelin Por si estos dos ejemplos no fueran sufientemente sintomáticos del nuevo tempo económico, ahí están los dos colosos que marcan el ritmo industrial de la provincia: Mercedes y Michelin. Sus actuaciones a lo largo de la crisis no sólo han permitido mantener el empleo -a costa de tres ERE en el caso de la firma alemana y gracias a un acuerdo con los sindicatos la francesa que ha garantizado la paz social y que le ha permitido crear 150 nuevos empleos-, sino que su actividad industrial se ha visto recuperada. En el caso de la factoría de neumáticos, asegura un portavoz, "hasta niveles de normalidad, acercándonos en alguna categoría a los niveles máximos de producción de la fábrica". En Mercedes, por su parte, el tirón de la matriz en Alemania y el lavado de cara al que han sometido a sus modelos Vito y Viano ha obligado a modificar las previsiones de producción para este año en mil unidades más, alcanzando casi las 70.000 furgonetas. Para 2011, el objetivo es llegar a las 75.000.
¿Hay motivo para el optimismo". Álava entiende que sí. Dependerá, en cualquier caso, del comportamiento empresarial ante el nuevo escenario global. De modificar el perfil histórico de la industria -de escasa innovación y limitado valor añadido- y atreverse a dar el salto al exterior. Ahí, señalan todos los expertos, está la salida.