vitoria. La reforma laboral comienza hoy en el Consejo de Ministros lo que se prevé sea un proceloso periplo institucional, con la constatación previa del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de que encontrar apoyos en algún grupo de la oposición será trabajoso, un riesgo que tiene su primer abismo a superar el próximo martes 22, cuando la Cámara Baja decida sobre la convalidación del decreto, y que el Gobierno esperaba superar con el fin de amortiguar el desgaste político que le causará esta iniciativa compartiendo su peso sobre los hombros de otras fuerzas políticas, y de paso desactivando de algún modo el impacto inicial que pudiera tener la anunciada huelga general del 29 de septiembre.

La decisión del Ejecutivo de abrirlo a enmiendas, permitiendo su tramitación en el Congreso como proyecto de ley, por el momento no ha generado ningún gesto que permita aventurar algún respaldo en la oposición, al menos vía abstención, ni ha activado movimientos para el resto de grupo pongan sobre la mesa sus propias contrapropuestas, un objetivo que también se había marcado el PSOE y el Gobierno con el regate de última hora admitiendo la tramitación como proyecto de ley que buscaba, entre otras cosas, colocar al PP ante el espejo.

El ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, cerró ayer una primera ronda informativa con los grupos parlamentarios, en la que les trasladó el proyecto que hoy aprobará el Consejo de Ministros sin lograr por el momento abrir una vía negociadora con ninguno de ellos.

Por la izquierda del hemiciclo, sólo ERC ha dejado atisbar su postura contraria a abrir demasiado la causa del despido; a IU-ICV ni siquiera se ha dirigido el Gobierno, como ayer denunciaron. El PP, por su parte, no da su apoyo a la reforma pero tampoco la rechaza, consciente de que un no sería muy criticado por los sectores económicos financieros y empresariales, así como por los políticos más conservadores, que llevan meses clamando por una sustancial modificación del mercado laboral. Ninguna posición se descarta en Génova, aunque la abstención -y no el rechazo, como ocurrió con el plan de recorte del déficit- es la hipótesis con la que más se juega en las quinielas. Cristóbal Montoro apuntó ayer el Gobierno tiene previsto modificar el apartado de las condiciones objetivas de despido previsto en el borrador de decreto.

El PNV es el partido que en este momento concita más miradas. Su portavoz, Josu Erkoreka, insistió ayer en que esperarán a conocer la concreción definitiva del decreto hoy y que no descartan ninguna posibilidad. Los jeltzales ya dieron un serio toque de atención a un confiado Grupo Socialista en la votación del decreto del famoso tijeretazo, aunque Erkoreka admitió ayer que los contactos, telefónicos o personales, se multiplicarán estos días.

La última reunión del maratón protagonizado por Corbacho fue con la, en los últimos tiempos, belicosa CiU, que a punto estuvo de abortar este encuentro tras las críticas que le dirigió José Montilla el lunes. El portavoz catalanista, Josep Antoni Duran i Lleida, afirmó posteriormente que la reforma no cuenta con el respaldo de su partido por ahora, aunque tampoco cerró la puerta a la negociación.

Los contactos en el Congreso continúan, no sólo a nivel político, sino también con la patronal y con los sindicatos.