atenas. La petición de auxilio financiero internacional formulada por el Gobierno griego no ha servido, como esperaba el Ejecutivo de Atenas, para rebajar la presión de los mercados internacionales, preocuados ahora por que las reticencias de Alemania y Francia dificulten la activación de la ayuda.
En la primera jornada laboral después de que Atenas solicitara el viernes pasado la activación de la ayuda crediticia de la eurozona y el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Bolsa de Atenas se desplomó y a media mañana llegó a registrar una caída del 4%, aunque luego se recuperó levemente.
Al mismo tiempo, el coste de la deuda griega siguió su desbocada carrera al alza y llegó a un interés del 9,37%, y el diferencial de los bonos griegos a diez años en relación al bono alemán marcó el valor récord de hasta 635 puntos básicos.
Los mercados siguen así sin dar tregua a Grecia, el primer país de la eurozona que ha de recurrir a la ayuda externa para garantizar el pago de sus obligaciones, sobre todo teniendo en cuenta la postura de París y Berlín, que han dejado claro que un préstamo europeo a Atenas pasa por que los griegos se aprieten aún más el cinturón y continúen recortando gasto público.
En ese sentido, el portavoz oficial del Gobierno, Yorgos Petalotís, declaró ayer que las condiciones y la forma en que Grecia obtendrá el paquete de ayuda "se anunciarán cuando se concluyan las negociaciones con la misión de expertos".
El ministro de Finanzas, George Papaconstantinou, se comprometió ayer a anunciar nuevas medidas para reducir el déficit del país heleno cuando concluya el actual proceso de negociación con la Unión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el FMI para poner en marcha el mecanismo de ayuda.
Por su parte, la Comisión Europea (CE) no ve riesgo de contagio de la crisis griega a otros países de la zona euro, ni contradicciones entre los ministros a propósito de la ayuda financiera solicitada por Grecia. El portavoz de Asuntos Económicos y Monetarios, Amadeu Altafaj, respondió ayer con un doble y escueto "no" a sendas preguntas sobre la posibilidad de que el riesgo de impago comience a afectar a la refinanciación de la deuda de otros Estados del euro y sobre las aparentes divergencias entre Alemania y sus socios.
Altafaj se refirió a la declaración emitida el pasado viernes por el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, en coordinación con los presidentes del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, y del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet.
Dicho comunicado, que sigue siendo válido, "prueba que hay un frente común sin disensiones sobre la situación en Grecia y sobre la forma de actuar", afirmó el portavoz. Indicaba que la asistencia solicitada por Atenas tendría como base el programa de ajuste que actualmente negocian la CE, el BCE y el FMI con las autoridades griegas.