WASHINGTON. En la primera gran prueba de fuego sobre la medida, el Senado votó 57-41, con lo que no se pudo iniciar el debate, ya que los demócratas necesitaban 60 votos para frenar tácticas obstruccionistas.

Al final, de los 41 republicanos en la Cámara Alta, 39 votaron en contra y dos se abstuvieron de votar.

El senador demócrata Ben Nelson votó en contra de la medida y el propio líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, cambió su voto de "sí" a "no", no por convicción sino como parte de una estrategia a futuro en el complicado entramado legislativo estadounidense.

Reid lo hizo porque, viendo la batalla perdida por ahora, prefirió centrarse en continuar impulsando un acuerdo bipartidista sobre la reforma.

"Al senador Reid no le quedaban opciones. Bajo los reglamentos del Senado, si votaba a favor de la moción en ese escenario de votos, el proyecto de ley moría totalmente y él no hubiese podido someterla a otra votación", explicó a Efe José Parra, portavoz de Reid.

"Esto ahora le deja la puerta abierta para presentar otra moción para abrir el debate", agregó Parra.

Reid dejó en claro que continuará negociando con los republicanos e intentarán realizar más votos esta semana para que la medida sea debatida en el pleno de la Cámara Alta. Ese segundo voto de procedimiento podría realizarse mañana mismo.

La legislación que salga del Senado tendrá que ser armonizada con la que aprobó en diciembre pasado la Cámara de Representantes para su votación definitiva por el Congreso, probablemente a mediados del año.

En un comunicado, el presidente Barack Obama dijo estar "profundamente decepcionado" de que los republicanos bloqueasen el debate sobre la reforma de Wall Street.

"Algunos de estos senadores quizá creen que esta obstrucción es una buena estrategia política, y otros podrían ver esta demora como una oportuidad para realizar este debate a puerta cerrada, donde los cabilderos del sector financiero puedan diluir la reforma o eliminarla por completo", advirtió Obama.

Agregó que la reforma es necesaria porque la falta de rendición de cuentas en Wall Street casi puso de rodillas a la economía, e instó al Senado a que "anteponga los intereses del país a los de su partido".

Entre otras cosas, la propuesta que promueven los demócratas establece un mecanismo para la liquidación "ordenada" de grandes empresas que supongan un riesgo para la economía; ejerce una mayor supervisión federal del mercado de derivados -cuyo valor se calcula en 450 billones de dólares-, y crea una agencia de protección de los consumidores.

La medida ha generado discordia en el Congreso, ya que los republicanos aseguran que ésta sólo dará pie a más rescate bancarios.

La iniciativa se produce mientras el Senado investiga las acusaciones de presunto fraude por parte de la empresa financiera Goldman Sachs.

El líder de la minoría republicana en la Cámara Alta, Mitch McConnell dijo que su bancada apoya una reforma que "apriete las tuercas a Wall Street" pero no de la forma "apresurada" en que quieren lograrla los demócratas.

Al igual que cuando se opusieron a la reforma de salud, los republicanos consideran que esta legislación también supondrá una costosa injerencia del Gobierno en la economía.

La Casa Blanca apoya la legislación porque, a su juicio, ayudará a conjurar otra crisis financiera como la de 2008, que condujo al país a una profunda recesión, con millones de ejecuciones hipotecarias, y pérdida de empleos.

Según una encuesta divulgada hoy por "The Washington Post" y ABC News, hay un gran apoyo popular, dos tercios de la población, a la reforma financiera y eso da alas a los demócratas.

De cara a los comicios legislativos de noviembre próximo, ninguno de los dos partidos quiere proyectar una imagen de estar alineándose con los magnates de Wall Street.