BILBAO. El futuro no está aquí, pero sí muy cerca tanto en el plano físico como en el intelectual. Tecnalia y el Automotive Intelligence Center de Boroa diseccionaron el pasado jueves dos vehículos híbridos -combinan electricidad y petróleo- para empresarios del sector que están explorando a nivel de investigación el mercado. Su objetivo es lograr el conocimiento y la técnica para realizar a medio plazo -entre cinco y diez años en función de cómo evolucione el sector- las piezas del futuro coche eléctrico.
No se trata sólo de la propulsión, de baterías y de motores, la revolución del automóvil será total. La corriente alterna recorrerá el vehículo componente a componente. El vehículo ya no frenará gracias a impulsos hidráulicos y la columna de transmisión será electrónica. Conducir no volverá a ser lo mismo, la seguridad tampoco.
El diseño del coche del futuro es un reto empresarial y tecnológico para muchas empresas. Sólo Cegasa, que ha anunciado su intención de construir baterías para el nuevo vehículo y Mercedes, que firmó el pasado viernes un acuerdo con el Gobierno vasco para ensamblar furgonetas eléctricas en Vitoria, han dado un paso al frente.
Juan Manuel Pedrero, gerente de Mercado de la Unidad de Automoción de Tecnalia, explica este silencio: "Las empresas vascas están investigando, analizando como pueden crear productos de alto contenido tecnológico que sean competitivos y tengan salida".
En ese mundo, la innovación continua es la herramienta principal. Un producto se queda anticuado en dos años y nadie quiere dar pistas sobre las líneas maestras de su investigación. Tecnalia trabaja con varias empresa en diferentes proyectos. Son muy interesantes y están dando frutos, pero se trabaja con mucho sigilo.
Esas actuaciones están condicionadas a día de hoy por la cultura del petróleo y las limitaciones de los prototipos. Es necesario un cambio en dos direcciones, social y empresarial. Que los ciudadanos primen las ventajas ecológicas del coche eléctrico sobre las potencialidades del vehículo tradicional y que las empresas apuesten por invertir en los nuevos modelos tras percibir un interés más o menos generalizado.
esfuerzo en dos direcciones No habrá coche verde sin mercado. Los esfuerzos deben ir en ambas direcciones de forma simultánea y tangencial. De momento, todas las empresas en disposición de participar en esa carrera están a la espera de que el mercado envíe señales, conscientes de que la crisis va a acelerar en cierta medida el cambio.
Es necesario romper amarra con el petróleo y con la dependencia energética de otros países. Desembarazarse de una materia prima volátil capaz por sí sola de generar una crisis. El actual impasse en la actividad empresarial permite mirar hacia dentro de la empresa, analizar la producción y ajustar sistemas para avanzar hacia otras líneas de negocio.
Tal vez no haya otro mejor momento para dar el salto. El responsable de Automoción de Tecnalia añade otra variable a esa ecuación, la ecológica. "Para tener éxito, no es suficiente con tener un buen producto, es necesario impactar en el mercado. Ahora hay preocupación por el efecto invernadero e inquietud por darle respuesta, es el momento de lanzar otros vehículos menos contaminantes", asegura Juan Manuel Pedrero.
El proceso de electrificación "es inminente", comenta el responsable de Tecnalia. El cambio llegará y ya se están dando pasos más o menos patentes. El principal escollo histórico del coche eléctrico han sido las baterías. La escasa capacidad de almacenamiento y la sencillez del repostaje de gasolina relegaron al vehículo eléctrico pese a nacer al mismo tiempo que el de combustión.
La mayoría de los esfuerzos se centran ahora en desarrollar baterías de gran capacidad y sistemas de recarga que no requieran varias horas. Un vehículo con una autonomía de 150 kilómetros y grandes dificultades de repostaje energético está condenado al uso urbano. Eso es lo que ocurre en la actualidad y cuando se logre mejorar esas prestaciones se habrá dado un paso de gigante.
Mientras avanzan otras vertientes, como el control electrónico de la energía de la batería. Cuando el coche eléctrico esté en marcha el conductor recibirá constantemente información sobre la autonomía de la que dispone, igual que pasa ahora con la gasolina. La diferencia estribará en que el ordenador de a bordo calculará la distancia hasta el punto de destino, la densidad de la vía e incluso la meteorología. Calculará si hay energía para llegar y planteará rutas alternativas para reducir el consumo.
Es posible que se plantee un camino más largo debido a que el coche eléctrico recarga energía cuando circula cuesta abajo. Si el conductor prefiere no arriesgarse siempre podrá repostar cuando esté activa la red de repostaje.
Pedrero considera que el alto componente tecnológico del coche eléctrico permite además que entren en el circuito del coche verde otros sectores, como el eléctrico y electrónico. Hay oportunidades de negocio para muchos, el éxito reside en sacarle chispas a las ideas, buscar alianzas bajo el paraguas que proporcionan los cluster y los centros de innovación tecnológica. Todo ello en un escenario en el que la información circulará con cuenta gotas.