vitoria. A pesar de su juventud (38 años), este salmantino no sólo fue el primer español que accedió a la cúpula directiva de Google sino que desde hace unos meses es uno de sus pesos pesados. A caballo entre California y España, Hernández lidera la salida al mercado de los nuevos productos de este gigante (Google Maps, Google Earth...) y gestiona la labor de los 120 directores que tiene bajo su mando. Por si fuera poco, entre escala y escala saca tiempo para impulsar con éxito proyectos personales como Step One, una plataforma que ayuda a la internacionalización de las empresas españolas en Estados Unidos.
Antes de empezar, una curiosidad. ¿Sabe usted el número de referencias que ofrece Google cuando tecleamos su nombre?
No lo sé, ¿200.000?
El buscador marca hoy nada menos que 1.550.000 referencias...
¿Ah, sí? Me parecen una barbaridad, aunque supongo que será porque hay muchos Bernardo Hernández en el mundo (risas).
Habló usted el jueves en Vitoria de "Innovación y tecnología, el cambio que no cesa". ¿Es para tanto?
No le quepa duda. Dese cuenta que Internet nació hace menos de 50 años y apenas ha despegado; todavía estamos empezando. Creo que es el reto más apasionante al que se ha enfrentado la humanidad.
De momento al hombre, sobre todo al empresario, lo que le preocupa ahora es la crisis. Desde su experiencia como alto ejecutivo, ¿cómo se sale de ésta?
Creo que ya estamos saliendo. En España nos está costando un poco más por la que tenemos montada, pero ya hay indicadores, sobre todo en Estados Unidos, que así lo indican.
¿Qué papel cree que van a jugar las nuevas tecnologías en este proceso de recuperación?
Un papel fundamental. De lo que se trata es de crear productos con alto valor añadido para que los consumidores los incorporen en sus hábitos diarios.
Conoce bien España y también Estados Unidos. ¿Qué diferencia hay realmente entre el emprendedor norteamericano y el español?
Fundamentalmente, que el norteamericano tiene menos miedo al fracaso y a la lacra social que supone que su proyecto no salga bien. Es un emprendedor que desde pequeño ha vivido más la energía del emprendizaje, que está rodeado de un entorno donde se potencia esta faceta y el fracaso no se tacha, sino que se ve como algo positivo. Y, sobre todo, que está rodeado por una serie de estructuras tanto de financiación como legales que le apoyan.
En una "economía de guerra" como la que nos encontramos ahora, una de las primeras medidas de las empresas suele ser desprenderse de todo lo que no reporte un beneficio directo a la cuenta de resultados como el marketing, por ejemplo. ¿Craso error?
¡Enorme! El marketing es fundamental porque te ayuda a promocionar tus productos, pero el problema tradicional es que siempre se le ha visto como un departamento oscuro donde te gastabas el dinero en algo que no sabías muy bien qué retorno iba a tener o si el producto había gustado o no. En ese sentido, y es lo que yo sé, lo bueno del marketing digital es que te permite medir con muchísimo detalle el retorno de tus inversiones. Medir con precisión absoluta cuánto de lo que te has gastado se traduce en línea de negocio.
¿Sigue pensando que es mejor gastarse el dinero en mejorar un producto que en comunicarlo?
En Internet desde luego. La Red tiene algo muy peculiar y es que las marcas se crean generalmente después del producto. Por eso no tiene ningún sentido gastarse dinero en promocionar un producto que no sabes que va a ser un producto ganador y que tiene una propuesta muy clara de valor. Lo primero que tienes que hacer es crear uno bueno y luego gastarte el dinero en marketing. Cuando haces coches o detergentes, el producto está más o menos bien definido, pero con los productos de Internet son cosas tan tremendamente nuevas que primero tienes que asegurar que eso que estás construyendo va a funcionar.
Pero va todo demasiado rápido...
Muy rápido. Es una de las características fundamentales del progreso tecnológico, que va más rápido que nuestra capacidad de entenderlos.
Eso resulta entonces contradictorio.
No. Hay que vivir con ello y entenderlo para hacer el esfuerzo de asimilar lo que la tecnología puede hacer por ti y no esperar a que sean adaptaciones lentas.
En más de una ocasión ha dicho que el actual teléfono móvil todavía no ha explotado. Haciendo un ejercicio de futuro, ¿qué podremos hacer con él en los próximos cinco años?
Podremos esperar muchísimo. Se han producido transformaciones extraordinarias en los últimos años donde el móvil ha dejado ya de ser un dispositivo que se podía utilizar únicamente para llamar y ha pasado a ser un activo que me permite leer mapas, escuchar música, escanear una tarjeta de visita, hacer una reserva en un restaurante... ¡Cosas que antes sonaban a ciencia ficción!
¿Continúa Estados Unidos a años luz en cuestiones tecnológicas con respecto a España?
A lo mejor la diferencia ya no es tan grande como ocurría en el pasado pero sigue habiendo un decalaje importante entre iniciativas y hábitos de consumo.
Una última cuestión. ¿A qué tienen que estar atentos en los próximos años estudiantes, emprendedores o empresarios consagrados de su sector para tener éxito?
Básicamente les diría que hagan un esfuerzo por entender la revolución tecnológica a la que nos enfrentamos día a día porque es tu materia prima. El elemento fundamental, la clave, es entender lo que pasa ahí fuera, lo que la tecnología cambia y permite, porque ése va ser el secreto, la masa de barro con la luego vas a poder modelar todo lo que creas. Si no entiendes lo que la tecnología permite y hace no vas a poder generar esos productos competitivos.
Toda esa filosofía de nada sirve sin el talento. Algo que ustedes saben gestionar y estimulan con éxito en la sede californiana de Mountain View.
Para nosotros es fundamental identificar el talento pero, sobre todo, retenerlo. Por eso en nuestra sede de California y en nuestra filosofía de trabajo se ven cosas distintas. El talento reside en la gente joven, ligada a la universidad, por eso pretendemos emular el estilo de un campus norteamericano y mejorarlo.
¿Cómo?
Pues con cosas tan sencillas como permitir a la gente que vista como acostumbra, sin corbatas. Con pistas de voley playa, piscinas, con más de una docena de cafeterías del tipo "sírvase usted mismo", con restaurantes selectos, con sala de masajes, guardería, gimnasio ? Todo absolutamente gratis y todo disfrutable en horas de trabajo. Así nos va luego, que trabajamos ¡casi el doble! (risas).