La carrera de Eder Aurre ha sido fulgurante. Con 27 años, el diseñador portugalujo puede presumir de una larguísima colección de premios internacionales y, lo más importante, de tener su propia marca. Seguramente, los más sorprendidos serán sus nada comprensivos maestros de su primera etapa escolar, que lo dieron como caso perdido. "Fueron unos años muy jodidos", afirma recordando la indiferencia de los docentes ante su dislexia. Sin embargo, se impuso su espíritu luchador y nunca se rindió.

Las revistas de moda de su ama le fueron mostrando el camino hacia su vocación. Después de los primeros pasos en Barakaldo, siguió su formación en Londres. Pronto llegaron las distinciones y los contratos con diferentes firmas. Pero él quería tener la suya y de nuevo acertó. El éxito le sigue acompañando en su trabajo, tanto cuando lo orienta a la parte más creativa como cuando se dirige al mercado más convencional. "Siempre busco el equilibrio entre lo más explosivo, lo que va a las pasarelas, y los diseños de prendas que son para llevar por la calle", dice.

No hay faceta de su oficio que no le guste. Disfruta en la mesa donde se plasman las ideas, atendiendo personalmente a las clientas y, cómo no, en los desfiles que son una inundación de adrenalina de la que "se sale literalmente como un zombi, pero feliz". Todo, sin perder de vista que se mueve en un mundo muy competitivo, a veces, demasiado: "Tristemente es verdad que en esta profesión te encuentras a mucha gente dispuesta a pisarte", confiesa.

En cuanto al futuro, Aurre no se pone ninguna meta más allá de seguir progresando y sumando experiencias. Todo, a partir de una filosofía que en algún sentido va contra corriente. Frente a lo efímero, busca hacer prendas que duren más tiempo "como en tiempos de nuestras abuelas y nuestros abuelos". Y, aunque no le sería difícil establecerse fuera, quiere seguir desarrollando ese trabajo, esa moda de kilómetro cero, en su tierra, fomentando la industria textil local. Viendo su trayectoria, no cabe la menor duda de que lo conseguirá.