Bilbao - "Pues nada, ya está", cerró su vida ciclista Beñat Intxausti (Muxika, 20 de marzo de 1986). Los aplausos, cálidos, reconfortaron la despedida del vizcaíno, arropado por los suyos y la familia ciclista vizcaína en su adiós al profesionalismo a los 33 años. Fue el epitafio a trece temporadas en el ciclismo de élite, de las que el vizcaíno se queda "con lo bueno". Lo bueno son para Intxausti las postales que le hicieron sonreír, que le alimentaron la dicha en sus mejores años en la carretera. "Me quedo con las dos victorias en el Giro y la alegría de haber podido vestir la maglia rosa. Si no me equivoco, soy el único vizcaíno hasta ahora que la ha vestido. Es un orgullo para mí con todos los grandes corredores que hemos tenido en Bizkaia". La memoria es selectiva y tiende a rescatar lo reconfortante.

Porque Intxausti vivió de cerca la muerte de su compañero Xavi Tondo. Una tragedia de la que fue testigo. "Todos conocéis las trágicas circunstancias de su muerte y yo era su compañero de habitación. El año fue mentalmente duro", apuntó con la emoción pinzándole las cuerdas vocales. Xavi Tondo estaba con él en ese momento. "Fue uno de los momentos más duros de mi vida", acertó a decir Intxausti. Se recompuso el vizcaíno y tras el dolor y la gloria en el Movistar se alistó en el Sky. En su momento más dulce alcanzaba el cielo de la mejor escuadra del mundo. "El equipo de mis sueños", subrayó Intxausti. El inicio fue esperanzador. Un podio en la primera carrera. Hasta que la pesadilla, en forma de una mononucleosis, le descabalgó sin miramientos. El camino hacia el ocaso.

"Por desgracia, después de mi primera carrera y mi primer podio, en Valencia, sufrí una enfermedad de la que me ha llevado mucho tiempo recuperarme", describió Intxausti. Fueron los momentos en los que se quedó vacío, plegado, sin fuerzas. Sus tres campañas en el Sky fueron una lucha contra sí mismo. Aun así, se recompuso para darse una última oportunidad de tratar de recomponerse, de volver al nivel que tuvo. "Lo he intentado con todas mis fuerzas, pero no he podido alcanzar el nivel que quería", analizó Intxausti, que pasó su última campaña en el Euskadi-Murias. "El año del Euskadi-Murias ha valido la pena", deslizó el vizcaíno. "Me he quitado un peso de encima", dijo el vizcaíno, ya excorredor. Eso lo sintió el pasado verano, cuando las dudas, las preguntas y las reflexiones ocupaban la calzada de sus pensamientos. "Empecé a darle vueltas a lo de la despedida. No ha sido posible, por mucho que lo he intentado. Después de mucho tiempo pensando con mi pareja y mi familia he decidido dar este paso. Ahora es el momento de anunciar que aquí es donde ha terminado mi carrera", dijo, de todos modos "satisfecho y orgulloso con lo conseguido", se sinceró Intxausti.

El vizcaíno estuvo arropado por Pello Bilbao, Igor Antón, Iker Camaño, Roberto Laiseka y directores como Josean Fernández Matxin, Xabier Artetxe, Gorka Gerrikagoitia y Rubén Pérez, entre otros, en el anuncio de su final en la sede central de Seguros Bilbao, "donde todo empezó". En aquel equipo aficionado ideado por Mikel Madariaga y Xabier Artetxe, deslumbró el talento de Intxausti, al que en el pelotón conocían como Perla. "Recuerdo que le vi en una carrera de ciclocross por primera vez. Se le veía que iba fácil, que tenía talento. Era muy finito pero tenía motor. Tras el paso por el Seguros Bilbao, donde mostró su potencial, coincidí de nuevo en el Movistar. Después llegó al Sky. Tenía mucha ilusión. Se había contagiado de la forma de trabajar del equipo. Estaba bien y logró el podio en la Vuelta a Valencia. Eran los años buenos, los de disfrutar, pero le llegó lo de la enfermedad. Fue una pena. Era un ciclista con mucho talento, que creo que no explotó del todo", desgrana Xabier Artetxe sobre aquel juvenil de la Sociedad Ciclista Amorebieta, donde anidó su precocidad. "Había que pelearse con él, pero no en el sentido malo, que conste, para sacarle lo mejor de sí mismo", apunta el preparador de Larrabetzu.

Con Intxausti también coincidió Josean Fernández Matxin. El director del Emirates le otorgó su primer dorsal en el profesionalismo. Eran los tiempos del Nicolás Mateos. "A Beñat le define la clase. Era un corredor diferente, ganador, un talento puro, con mucha calidad". En la estructura matriz, Iker Camaño, exprofesional, corrió con un descarado Intxausti. "Era un chavalín, un jetilla, pero con encanto". Intxausti y Camaño disputaron la Vuelta a Chihuahua, en México. "No bajaba ni a tiros a por agua. Le entraba la risa", descubre el de Santurtzi. En aquella vuelta, siendo Intxausti apenas un recién llegado a la profesión, el de Muxika mostró personalidad y bautizó a camaño con el apodo de Land Rover. "Desde entonces todos me conocían así en el pelotón. Decía que era duro como un Land Rover, un todoterreno", sonríe Camaño sobre la ocurrencia que tuvo Intxausti.

De aquel viaje, además del mote, a Camaño le queda el perro chihuahua que compró. "Al regresar, el perro se nos escapó del transportín. Nos tenías que ver a los dos por el aeropuerto de Madrid gritando: ¡Roco, Roco!... a un perro que llevaba menos de 12 horas con nosotros. ¡Ja, ja, ja!". Roco tiene los mismos años que los que rodó el vizcaíno por el profesionalismo. Intxausti inicia una nueva etapa. "Estoy abierto al futuro. Si puedo seguir vinculado al mundo de la bicicleta, lo haré", concluyó. Apagado el micrófono, Intxausti descolgó su vida deportiva del perchero. Metió los maillots, su biografía a colores, en una bolsa negra y subió las escaleras hacia la sociedad civil. Ciudadano Beñat.

Su carrera. Destacado aficionado, Intxausti pasó al profesionalismo en 2007 en las filas del Nicolás Mateos. Tras correr en el Fuji y el Saunier Duval, llegó en 2010 al Euskaltel, donde logró el segundo puesto en la Itzulia. En 2011 pasó al Movistar, con el que logró sus mejores triunfos. Dos etapas del Giro, además de liderar la carrera italiana. También conquistó el Tour de Pekín. En 2016 llegó al Sky, pero una mononucleosis le trunco su evolución. En 2019 disputó su último curso en el Murias.