En la época de YouTube e Instagram, en la que los highlights tienen la capacidad de dar notoriedad mundial a cualquier persona anónima, Zion Williamson se ha convertido en una celebridad sin necesidad de haber aterrizado todavía en el baloncesto profesional. De Williamson (6-VII-2000; Salisbury, North Carolina) se lleva hablando desde su época de instituto debido a su portentoso físico (2,01 metros, 129 kilos) y a la espectacularidad de sus acciones (se eleva más de 1,2 metros del suelo batiendo a dos pies), sobre todo sus mates y sus tapones, pero ha sido esta temporada, su primera en la NCAA enrolado en las filas de los Duke Blue Devils, cuando se ha convertido prácticamente en figura de culto y en incansable generador de vídeos que dejan boquiabierto a cualquiera.

El último se extendió como la pólvora el pasado fin de semana, con un soberano tapón a un triple desde la esquina de un jugador de Virginia, una de las mejores universidades del país, saltando desde muy lejos y aterrizando a los pies de los espectadores de la primera fila tras bloquear el balón en lo más alto de su trayectoria. Una auténtica brutalidad a la altura de sus mates, de todos los colores. En alley oop, tras robo de balón, en penetración, batiendo a dos pies o a uno, finalizando a una mano o con dos... Eso sí, todos ellos tienen un denominador común: verle elevar ese corpachón y finalizar con la cabeza a la altura del aro es una sensación impresionante que ya ha sido alabada por estrellas como Kevin Durant -“solo ves a alguien como él una vez en la vida”, ha dicho la estrella de los Warriors- y ha hecho que LeBron James ya se haya acercado a verle en acción en vivo y en directo. Y eso sin hablar de sus mates en los entrenamientos saltando desde la línea de tiros libres o del día que estuvo a punto de abrirse la cabeza con el tablero al taponar a un rival de Princeton.

Williamson, que puede actuar como alero o ala-pívot, promedia 21,8 puntos y 9,2 rebotes y es el principal candidato a ser elegido en primera posición en el próximo draft de la NBA, encarna un perfil físico jamás visto en este deporte pues se asemeja mucho más al de un jugador de fútbol americano que a un baloncestista. Basta con recordar que en la NBA, donde hay muchísimos jugadores con más de su 2,01, solo hay uno que supere sus 129 kilos de peso: Boban Marjanovic. El actual pívot de los Philadelphia 76ers pesa 132 kilos... y mide 2,22. Por poner un ejemplo de jugador con un andamiaje extraordinariamente poderoso, LeBron James mide dos centímetros más que Williamson y pesa 16 kilos menos que él. Es por ello por lo que a los expertos estadounidenses les cuesta tanto establecer comparaciones físicas con otros jugadores anteriores. Algunos lo asemejan a Charles Barkley, algo que el propio exjugador ha negado -“yo adelgacé de 136 a 114 kilos antes de llegar a la NBA pero fue fácil porque estaba gordo, no sé si él podría hacerlo porque no creo que tenga nada de grasa; además, es mucho más explosivo que yo”-. Otros hablan de Larry Johnson, aquel ala-pívot de dos metros pelados de los 90 que se hizo famoso con los anuncios de Converse disfrazado de abuela, pero pese a su aspecto de boxeador era 15 kilos más fino que Williamson. Lo de LeBron James tampoco se sostiene, ni lo de Julius Randle, actual jugador de los Pelicans...

Por el momento, el jugador de Duke arrasa en el baloncesto universitario merced a su capacidad de salto, explosividad y a un volumen que sabe utilizar a la perfección tanto a la hora de defender, algo que hace muy bien y le lleva a robar muchos balones, como de buscarse las habichuelas en ataque, ya que es buen manejador de balón y rápido a la hora de penetrar a canasta, lo que le permite finalizar casi siempre cerca del aro y promediar por consiguiente un magnífico 68,4% en tiros de campo. Su principal punto débil radica en el tiro de tres puntos -lanza poco, menos de dos triples por duelo, y con escaso acierto, 30,2%-, pero la NBA se frota ya las manos con la bestia que llega.