En el Passo Rolle, uno de esos puertos bellos de los más bellos Dolomitas, Miguel Ángel López y Pavel Sivakov encendieron la mecha para continuar la senda que se abrió entre 1863 y 1874. Las cicatrices de las montañas eran vías para el progreso, los negocios y la unión de los pueblos. Una ermita asistió a la revolución a casi 2.000 metros de altura, donde el oxigeno tiende a encogerse de hombros y las bocas se abren para tratar de morder algo de aire.

La periferia del dolor se instaló en el tuétano del Tour de los Alpes. Las vistas en el Passo Rolle eran las de una ruptura. El desgarro entre la fuga en la que respiraban Sivakov y López, con Pello Bilbao y Mikel Landa, que se quedaron colgados, necesitaba cirugía de urgencia. Con el gernikarra y el alavés viajaba Bouchard, el líder. No era un buen comienzo. Sin embargo, Landa y Pello Bilbao le dieron el mejor final. Apoteósico. Ganaron el doble en Lana. Etapa y liderato.

Al líder lo eliminaron de la ecuación en el Passo della Mendola entre el estirón de Landa y la bajada estruendosa de Pello Bilbao cuando perseguían a Sivakov, al que embridaron a tiempo en el valle. Landa, el líder natural del Bahrain, fue el muelle del gernikarra cuando se impulsó hacia el triunfo. Pello Bilbao, estupendo su estado de forma, devolvió a Landa el regalo con un sonoro abrazo. Corrieron atados por el tándem de la amistad. Socios. Hoy por ti, mañana por mí. Hermanados. Elevado por Landa, Pello Bilbao conquistó la etapa y el liderato del Tour de los Alpes. El vizcaino sabe rematar.

Firmó el gernikarra un esprint impecable entre los candidatos al trono alpino. Después de una jornada a la contra, Pello Bilbao, un agonista con una mentalidad a prueba de bombas, valiente en un descenso lisérgico, se arrancó la camisa. El de Gernika es un valor al alza. Recuperada la confianza en los esprints tras derrocar al campeón del Mundo, Alaphilippe, en Amurrio, dejó constancia de su aceleración para imponerse en Lana. Es el nuevo líder de la carrera. Dispone de seis segundos de renta sobre Romain Bardet y de doce respecto a Attila Valter. A ambos les derrotó en el pleito de los mejores.

PERSECUCIÓN

Sonaron las sirenas de la persecución por los balcones de los Alpes, quebrada su quietud. Alcanzado el Passo della Mendola, otra montaña de largo aliento, esas que lijan las piernas y lanzan arena sobre los pulmones, Sivakov estiró las piernas. López alzó una ceja y le siguió con la mirada. El ruso no giró el cuello. Tachonó los ojos en el frente entre curvas de herradura y paredes de roca desnuda. Storer, un Quijote rubicundo, Arensman y Pernsteiner, colega de Pello Bilbao y Landa, se sumaron al alzamiento.

El de Murgia colgó el esmoquin. Mayordomo en el Tour de los Alpes. López fue perdiendo vuelo. Landa, constante, elevó el volumen y embolsó al colombiano. Sivakov, Arensman y Storer se dieron la mano para negociar el Passo Palade, que no cuenta en el libro de ruta como puerto, pero en esa clase de subidas que lo son pero en Italia las camuflan en el anonimato de lo intrascendente, uno envejece.

A Indurain no le derrotó Berzin en el Giro de 1994 en las gigantes cumbres. Indurain era un emperador en el Mortirolo. Al navarro se lo comió un puerto menor ante la incomprensión y la sorpresa de un pájara histórica. En un pasaje de ese estilo, Pernsteiner rapeló para esperar a Pello Bilbao y Landa. El líder contribuyó al marcaje con sus muchachos. En la ascensión, Sivakov y Storer descartaron a Arensman.

ENORME TRABAJO DE LANDA

Con un minuto pintándoles la esperanza coronaron el ruso y el australiano. Landa fue el porteador de Pello Bilbao, que tomó el testigo en el descenso. El líder penalizó en la bajada. Se deshilachó Bouchard. El gernikarra es un kamikaze que traza las curvas con el aplomo y la exactitud de un compás. Un cohete cada vez que baja. MotoPB. Pello Bilbao dibuja belleza con el pincel del riesgo. Su descenso era tan plástico como veloz. Taquicárdico y fascinante. Voraz. Al límite. Técnicamente exquisito. Es un funambulista de la velocidad. Impecable su manejo de la bicicleta en la bacanal de la adrenalina.

PELLO BILBAO, SUPERIOR

El ramo de segundos que Sivakov y Storer amasaron picando piedra en las montañas, se les deshojó en el frenético descenso. Pello Bilbao les tocó el hombro en el valle. Los favoritos convivían en el mismo apartamento. Bouchard se desgañitaba por detrás entre los viñedos. Su copa se había derramado. Se la jugaron entre los patricios. Nadie mejor que Pello Bilbao. El gernikarra se apoyó en el andamiaje de Landa, que le lanzó a la gloria en una llegada de mentón elevado. Un perfil ideal para el vizcaino, vencedor sin discusión. Etapa y liderato para él. Pello Bilbao vale el doble.