oke Sánchez se sabe la Itzulia de memoria. Como los ciclistas y como tantos otros miembros de la caravana, terminará de completarla hoy de camino a Arrate. Sin embargo, lo que le diferencia del resto es que él comenzó a recorrerla a principios de febrero. “Mi trabajo de esta semana es calderilla”, explica el responsable de señalización de la carrera. “El equipo organizador me pasó el recorrido detallado con la aplicación Google Earth. Y desde entonces me he dedicado a marcar el mapa con chinchetas”. Cada chincheta virtual significa estos días, en términos reales, uno de los miles de carteles que marcan el trazado de la prueba en las carreteras vascas. Una logística imprescindible.

Sánchez, con 22 años de experiencia desempeñando sus tareas, tiene asumido que los dos meses previos a la Itzulia no conceden tregua. “Flechas, publicidades, señales, carteles de comienza puerto... Me ocupo de dónde situar cada cosa”. Sentado delante del ordenador, y a una velocidad muy inferior a la del pelotón, devoró hasta hace días los 882 kilómetros de la prueba. “Ahora estoy porque tengo que estar. Debo supervisar todo el trabajo que hace el equipo y permanecer atento a posibles imprevistos: unas obras, un accidente... Pero la mayor parte del trabajo está hecha ya”.

Cuando Koke se refiere a una labor de equipo, habla sobre trabajadores distribuidos todos los días de carrera en siete furgonetas distintas. “La primera se ocupa de la zona de salida: parkings, zona vip, control de firmas, kilómetro cero... Luego hay cuatro que se reparten la etapa en fracciones de unos 30-35 kilómetros. Y para los dos vehículos restantes quedan los últimos 25 kilómetros. Ahí el volumen de trabajo se multiplica y se necesita a más gente”. Sánchez sale a diario a la carretera un par de horas más tarde que las furgonetas, para dar tiempo a que estas completen su labor. Y recorre la etapa entera comprobando que todo está en su sitio. “Una vez que los ciclistas concluyen cada tramo, los encargados del mismo lo recogen todo y almacenan el material para el día siguiente”.

El encargado de la señalización de la Itzulia reconoce tener “un dilema”. ¿Para quién trabaja realmente? No cree que los ciclistas sean, de forma directa, los más beneficiados por su labor. “El corredor va a lo suyo, se centra en dar pedales. Y si sigue a alguien, lo hace a las motos que le abren camino. No creo que las flechas que colocamos le orienten mucho”. Estas sí resultan cruciales, en cambio, para toda la avanzadilla. “Los auxiliares de equipo que hacen la etapa por delante del pelotón sí las agradecen mucho. Y también los agentes. Menos mal que marcáis el trazado de la etapa, me suelen reconocer desde la Ertzaintza. Disponen del libro de ruta, pero en muchos puntos este no es suficiente”.

Durante una carrera de una semana hay etapas y etapas, unas más complicadas de señalizar que otras. A este respecto, la del miércoles entre Laudio y Amurrio se llevó la palma en la presente edición. “Fue una putada de recorrido, hablando en plata”, bromea Sánchez, asumiendo que su labor implica dificultades de este tipo. “Había cruces para un lado y para el otro, giros que en una vuelta se daban a la derecha y en la siguiente a la izquierda... Tuvimos gente en cada punto conflictivo, muy atenta para marcar bien la dirección de carrera. El trabajo, igual que en el resto de días, ya estaba hecho. Pero había que estar más concentrados si cabe”. Salió bien, igual que debería ocurrir hoy en la jornada final. Las enrevesadas idas y venidas por la zona de Eibar tienen su aquel. Pero la experiencia de Koke es un grado. Esta noche podrá presumir de una nueva Itzulia a sus espaldas.

“Para mí, la semana de carrera es casi calderilla; la mayoría del trabajo se ha hecho previamente”

Responsable de señalización de la Itzulia