acío, derruido los adentros, en el abismo del esfuerzo, en el límite, Ibon Ruiz (30 de enero de 1999), ovillado sobre sí mismo, trataba de encontrar consuelo en la meta de Viana después de acariciar un triunfo majestuoso. Una utopía. El mejor momento de su vida. Sucede que la vida está llena de casis. Al joven gasteiztarra, debutante en la Itzulia, el pelotón le arrancó la esperanza a apenas 400 metros del final. Siempre recordará Ibon Ruiz lo cerca que estuvo de tocar el cielo. Lo acarició, pero la ilusión se le escurrió después de más de 205 kilómetros de fuga compartidos con Ibai Azurmendi, Ander Okamika y Julen Amézqueta. Los cuatro se comportaron como titanes, colosos sobre ruedas frente a la prensa hidráulica de los equipos del WorldTour, los culturistas del pelotón. Ruiz, que cerró la jornada en el podio premiado con el maillot de la montaña, soñó con todo. La reacción final del Quick-Step, que se desbocó para embocar a Alaphilippe en el esprint, le dejó sin premio.

Fue duro y cruel para el gasteiztarra, que se despegó de sus compañeros de fuga cuando las dudas se intercalaron entre ellos. Interpretó la carrera. Tiene buena visión el gasteiztarra. Ante la falta de concordato, apostó a ganador a 12,5 kilómetros de meta. Le sobraron apenas 400 metros. Sin mirar para atrás, Ibon Ruiz completó otra contrarreloj. La segunda tras la crono de Hondarribia. Aunque castigado tras casi 200 kilómetros compartiendo escapada, el alavés se encorajinó. Valiente, detectó que podía conquistar Viana. Sus compañeros de fuga no pudieron rastrearle. Intereses cruzados. Al pelotón, cicatero, racaneando esfuerzos, le costaba acercarse a Ibon Ruiz, empeñado en hacer saltar la banca. “Hubo un momento en que soñé que era posible levantar los brazos, hubiera sido increíble. Cuando iba solo me acordé del viento, esa pared transparente que tenemos delante los ciclistas, también del equipo, de mi pareja, de la afición vasca... te pasan muchas cosas por la cabeza... una pena no haber podido rematar con una victoria”, confesó el gasteitzarra. A punto estuvo de hacerlo.

A 500 metros del corazón de Viana, el pelotón le extirpó el latido de la esperanza. “Me vi ganador, pero a 500 metros dije: ‘va a ser que no’. Si se me presenta otra ocasión igual trataría de ahorrar más fuerzas”, estableció Ibon Ruiz, que se ganó el respeto de todos y la felicitación de Miguel Indurain. “Me ha dado la enhorabuena Miguel Indurain, con eso ya he hecho el día (risas), ha sido un gran detalle. Me siento muy contento con el rendimiento, ha sido una escapada muy larga pero si llega a tener 5 kms. menos llegamos”, cerró el alavés. El sueño de Ibon Ruiz.