a de veces que se ha dicho lo importante que son los abuelos en la educación de los nietos. Somos lo que somos por las circunstancias, los entornos y por el reflejo de las personas con quienes crecemos y vivimos desde pequeños. Ahí los abuelos marcan. Los abuelos que han tenido la suerte y la mejor disposición para disfrutar de sus nietos, los nietos afortunados que han podido compartir sus primeros años con los abuelos forman un algo mágico que les acompañará el resto de sus vidas.

El abuelo Felipe -"para mí, ha sido muy importante"- ha debido marcar un poco-bastante el carácter y gustos de nuestra protagonista. Entre los dos surgió, seguro, ese vínculo vital que, con el paso del tiempo y el devenir de los años igual se está perdiendo, como se pierde el protagonismo de los mayores en el crecimiento de los jóvenes; las familias cambian cuando los abuelos, ellos y ellas dejan de estar.

En fin, Haizea Salanueva Beldarrain, de Iruña, del 99, una jovencita de tan solo 22 años, se hizo pelotari por culpa del abuelo, habitual compañero de juego en las mañanas de verano en el frontón de Iturmendi. En el frontón del pueblo y en las paredes de casa de Pamplona, ahí empezó todo. Si bien es cierto que "en casa hemos visto mucha pelota", dice Haizea, "ni mi padre ni mi madre la han practicado". Clara, Hassan y Amets, el hermano de 15 años que juega al fútbol, han vivido muy de espaldas a la pelota. Poco o muy poco les ha tocado influir en la pasión que siente Haizea por el frontón. "La pelota", suelta desde dentro, "es algo nuestro, más que cualquier otra cosa. Y así lo siento".

Las horas de juego y pelotazos junto al abuelo le prepararon el camino. Con siete años recién cumplidos se apuntó a pelota. Estudiaba segundo de primaria en la ikastola Axular de Pamplona. Había que elegir un deporte y se decantó por este "en cuanto pude".

En el grupo en el que se apuntó -"jugaban todos a pala"- había más chicas que chicos. Era la época del campeonato escolar navarro, entre los 7 y los 11 años; "si no recuerdo mal", duda un poco, "algún provincial ya nos llevamos". Tras pasar un año en el Oberena con Maite Ruiz de Larramendi de monitora, a pesar "de lo buena que fue la experiencia", colgó la pala. Lo dejó porque no le daba; "entre las clases, las extraescolares, los estudios en el conservatorio y el campo a través -el cross le ocupaba buena parte del fin de semana- no me quedaba tiempo para nada más".

El tránsito duraría unos años, demasiados, justo cuando la evolución del deportista adquiere la base y fundamento de cara al futuro, cuando la persona asume el conocimiento y las técnicas de juego y vida con naturalidad. "En cierta ocasión, hace unos años", me cuenta Julián González, hombre fundamental en la paleta goma alavesa y presidente del club Errekaleor, "nos visitó Haizea, tendría 15 años, y me dejó sorprendido. Jugaba un montón. Tenía un juego bonito y muy definido para su edad". La chavala había venido a Vitoria a visitar a la tía Xuberoa, jugadora de pala en Errekaleor. Tres años después, sus caminos volverían a cruzarse.

A los 18 tocaba decidirse por la carrera, "quería hacer Ciencias de la Actividad Física y Deporte en euskera...". Vitoria era la plaza. Nuevo cruce con González de la mano de la tía, una nueva andadura en el mundo de la paleta y, cinco años más tarde, a falta del TFG y las prácticas, hecha una mujer, Haizea se ha completado como profesional y pelotari. "Había perdido un montón en esos tres años, estaba muy lejos de las mejores", recuerda González, "pero en los dos últimos años ha pegado un estirón tremendo y sigue creciendo". La clave, según Julián, ha sido cambiarla de posición; "al principio sufría un poco, pero en cuanto se hizo al sitio fue un éxito. Es una delantera impresionante".

El primer año "apenas jugué", nos dice, pero fue haciéndose al grupo y acostumbrándose a la competición. Al siguiente debutó en el campeonato de Álava por detrás de Ane Isasmendi; "llegamos hasta semifinales donde nos ganaron las campeonas: Ane Ibáñez y Ruiz de Azua". En la temporada 2020-21, el año del cambio -"me costó hacerme al nuevo puesto"- logró junto a Ane Murga la primera txapela tras vencer en la final del campeonato de Álava a Ruiz de Azua e Irati Álava. En la actual repitió victoria en compañía de Álava tras imponerse a Urieta e Ibarluzea. Entre medias, en el verano del 21, junto a la guipuzcoana Itxaso Erasun, se impondrían en la primera edición del Master de Pelota Femenina en la modalidad de pala ante el dúo local Isasmendi-Ibáñez.

Su delantera de referencia es Isasmendi; "entreno con ella, juego contra ella y no paro de fijarme para aprender", reconoce. De las que juegan atrás destaca a Irati y, sobre todas "a Laura Sáez Arzamendi, consistente, segura... ¡Nunca falla!". Con la primera coincidió en el partido "del que mejor recuerdo tengo". Fue un jueves a última hora. La pelea se fue por encima de los 90 minutos, "y no lo terminamos; se nos apagaron las luces". La cosa acabó 25 a 26 para Iradi Pérez de Arriluzea y Ane Murga que se apuntaron la victoria. "Jugué muy bien", dice, "llevé el partido desde atrás. Pudo ser el partido de mi vida". En cuanto al peor, coincide con Julián González, "lo jugamos no hace mucho en el Abierto de EH, en el Open". "¡Menudo parche hicieron!", me cuenta González, que refrenda lo que Haizea me había contado poco antes: "no jugué mal, lo hice peor". Me dice que la noche anterior durmió con las lentillas puestas "y no tenía de recambio, ¡menudo desastre!". Podría servir de excusa.

Cuando dejó el atletismo a los 17 y se decidió por la pelota al fin, Haizea comenzó a crecer como pelotari en Gasteiz, "donde hay un grupo estupendo para trabajar". Se integró en el club Errekaleor, con los jóvenes -estaban Urko e Ibai, también Irati Álava- y el presidente, Julián, "siempre dispuesto a echarte una mano". El crecimiento de Haizea como pelotari ha sido espectacular desde su nueva posición en la cancha. "Ha tenido una evolución brutal y va a jugar mucho", reconoce Isasmendi; "no hemos coincidido demasiado, no coincidíamos en los entrenamientos porque venía de un nivel más bajo, pero ahora... Tiene fuerza, es un portento físico, pelea y, además, ha aprendido un montón". Dice que todavía "se pone un poco nerviosa en los partidos". Eso se cura "metiendo más horas de blanco. Es una chavala 10", termina, "aunque no la conozco demasiado porque es tímida como yo. En nada nos gana fijo".

Isasmendi y Haizea van a jugar juntas el provincial de trinquete. "Ella acaba de empezar y yo me pondré detrás, donde hace años que no juego. Pero vamos a sumar". Lo van a disfrutar, seguro: "este es un deporte para disfrutar", reitera Haizea, "prefiero perder disfrutando que ganar sin hacerlo". Lo aprendió con el abuelo.