El hombre de las 130 victorias, la bala de plata del Movistar, el eterno Alejandro Valverde, plegará su talento y su gen competitivo el presente curso. Será el último baile de Valverde, 41 años, casi tantos como la estructura que suelda el embrión del Reynolds con su último heredero, el Movistar. En medio transcurrieron el Banesto que realzó el gigantesco Miguel Indurain, el Illes Balears y el Caisse d’Épargne. Valverde lleva media vida al lado de Eusebio Unzué, una biografía completa en la escuadra navarra.

El mánager, sabio, es consciente de que con la despedida de Valverde se acaba una era y se abre un horizonte por explorar. Habrá un antes y un después de Valverde. “Hemos vivido grandes momentos juntos. No olvidaré jamás aquella entrada en los Campos Elíseos. Nos ha hecho vivir la victoria en un Mundial, las clásicas en Bélgica y va camino de igualar al gran monstruo de la historia, que es Eddy Merckx”, describió Unzué en la presentación telématica de la escuadra en la versíon masculina y femenina.

El ciclista que todo lo ha sido, que sostuvo el andamiaje de la formación, obliga a la reinvención del equipo. Valverde, aún crepuscular, es la bandera del Movistar. “Valverde ha sido el único corredor que ha podido garantizar que a cualquier tipo de carrera que fuéramos era una opción de victoria. Ha sido un gran privilegio compartir con él tantos años, tantos sacrificios y tantas alegrías, sobre todo por esa gran persona que es. Ha contribuido a mantener a un país ilusionado con el ciclismo”, subrayó Unzué.

Eso es oro para un equipo. Un intangible de incalculable valor en el parqué bursátil del ciclismo. “En el Giro quiero que Alejandro disfrute y nos haga disfrutar. La idea no es partir en la pelea por la clasificación general, aunque sabiendo lo ambicioso que es no se sabe. Empezará igual que terminó. Con él me limitaría a pensar en que disfrute y algún día nos pueda ganar una bonita etapa. Con eso sería suficiente”, determinó el mánager.

Valverde ha llevado a hombros al Movistar durante dieciocho campañas. Culturista del triunfo, cliente de la victoria en todas sus formas. Tal vez por eso, el murciano solo desea salud y normalidad en su crepúsculo. Continúa intacta el hambre de victoria pero el ciclista, sobre todo, quiere nutrirse del aplauso y el cariño de la afición en su despedida. Los campeones solo tienen sentido si son reconocidos. Un campeón en su soledad es una distopía. La pandemia ha arrancado a la gente de las carreras, la ha alejado, por eso el anhelo de Valverde cobra más fuerza si cabe. “Solo pido que sea un año con salud, tranquilo y, sobre todo, con público. Su cariño es esencial para mí ”, argumentó Valverde, que disputará el Giro y la Vuelta.

Allí quiere regalarse una etapa tras las doce que ha coleccionado. “Quisiera vencer una etapa en la Vuelta a España para retirarme con un gran sabor de boca”, subrayó el maravilloso hombre bala. Dice sentirse bien Valverde, al que no se le conocen muchos rostros de derrota. De ahí que tienda a sonreír. “Las sensaciones siguen siendo buenas y he decidido seguir un año más”. Es el año Valverde. “El público nos da mucha alegría y fuerza. Esperamos disfrutarlo al 100% en cada carrera que haya”, desea Valverde, pendiente de los hilos de la pandemia, que manejan el mundo. El murciano no tiene nada que demostrar en su año de capitulación.

MAYOR AGRESIVIDAD

Enric Mas gravita en otra realidad, la del líder que necesita reforzar su estatus. El balear, que quiere tener el equipo a su entera disposición en el Tour y compartirá liderato con Valverde en la Vuelta, hizo autocrítica. “La afición tiene razón. He pecado de no ser agresivo, este año si puedo, me encantaría ser un poco más agresivo. Los objetivos son el Tour y la Vuelta. En el Tour me gustaría tener todo el equipo para mí”. Paxi Vila, responsable de rendimiento del Movistar, demanda más colmillo retorcido al mallorquín.

Sube la exigencia en el equipo después de dos campañas de escasez. Para rearmar la escuadra, se han incorporado a Alex Aranburu, Gorka Izagirre, de regreso a la formación, Óscar Rodríguez y Oier Lazkano, entre otros. Ellos, junto a Imanol Erviti, el hombre que siempre estuvo ahí, e Iñigo Elosegui completan la representación de ciclistas de Euskal Herria en el plantel del Movistar, obligado a mutar en 2022. De Valverde al futuro.