Tras cumplir el objetivo de acabar el Dakar, ¿qué es lo que más desea?

-Llegar a mi casa e ir a un buen restaurante a beber una botella de vino y a darme un buen homenaje. Es que allí con las especias que le echaban, todo me sabía igual. Tengo ganas de comer la comida que me gusta, de estar con la familia, que ya llevo 20 días sin verlos, y pillar la cama para descansar.

¿Han dormido poco?

-Muy, muy, muy poco. Poquísimo. La media no superaba las cuatro horas diarias. Entre tres y cuatro habitualmente. Nos íbamos al saco pasadas las 10 y para las tres de la mañana ya estábamos despiertos ya que empezábamos la etapa para las cuatro y media o cinco de la mañana y acabábamos sobre las tres de la tarde. No descansábamos nada. Es que encima es complicado hacerlo.

¿Por qué?

-Están entrando coches a todas horas. Tienes el ruido de los mecánicos trabajando toda la noche. Golpes de martillos, ruedas, los compresores... Ruido, ruido y más ruido. Es imposible pegar ojo en una carrera como esta.

Y, ¿cómo acababan?

-Pues agotados. Después de llegar al campamento tras una durísima etapa, había que montar la tienda, limpiar el coche, ponerlo a punto, revisarlo.... Eso te llevaba ya más de dos horas. También había que cargar el camión, a la mañana desmontar la tienda... Ha sido muy estresante. Desde el inicio. Tanto que en Barcelona antes de embarcar pensábamos en darnos la vuelta.

Y, ¿qué ha sido lo más duro?

-Todo es duro. Mucha arena, etapas muy largas, de gran esfuerzo físico, que llegabas con los brazos reventados, calor, también frío... No sé... A ver, son carreras que son más duras psicológicamente que físicamente.

Pues han aguantado...

-Sí y no sé cómo. Es que empezamos a sufrir desde el primer día con el problema del mecánico y a raíz de eso hemos tenido que ir haciendo de todo. Acababas muerto y pensar que al día siguiente tocaba lo mismo era agotador. Todo el día estresado.

Y, ¿cómo lo ha llevado su compañero, que afrontaba el rally de mecánico y ha acabado de copiloto?

-Al principio se le amontonaba el trabajo y nos perdimos alguna vez, pero a medida que avanzaba el rally se iba adaptando cada vez mejor y ha acabado fenomenal.

Dicen las malas lenguas que los pilotos 'top' tienen ayudas en la navegación. ¿Lo ve así?

-No. Nadie te indica. Si nos perdemos la organización te avisa que estás fuera del track, pero no por donde es el camino. Tienes que apañarte tú y ahí se pierde mucho tiempo.

¿Ha cambiado mucho el Dakar desde que lo conoció en 2007?

-Muchísimo. El Dakar en África era muchísimo más duro. Ahora es más seguro, está todo más controlado. No hay más que ver que en 2007 de Lisboa salimos 500 y para la segunda etapa de Mauritania ya habían abandonado 200 y a Marruecos no llegó ni la mitad. Ahora de 1.065 que salimos, habremos llegado más de 800. Es mucho más seguro.