uizá lo lleve bien, o no se le note, pero la apariencia cuando ves a Patxi en el frontón es la de un hombre tranquilo, sosegado, en paz consigo mismo y con el compañero, la de un pelotari consciente de sus valores y cualidades, del poder, las metas, opciones, posibilidades y hasta de los límites. Lo lleva todo con una pasmosa normalidad. Da gusto verle. Te enamora. De verdad. Es también el último de los mohicanos de los de su promoción o quinta. Lo dejó Saratxaga, "un pelotari fuerte", y Bideburu, "que tenía un saque terrible", Ruiz de Garibay, "pelotari rápido y con nervio", Unai Fernández, "un artista en los cuadros de delante" y hasta Beñat Puyo, "de mi cuadrilla, un pelotari que jugaba el doble en los entrenamientos que en los partidos". Patxi habla bien de todos y, de cada uno de ellos, destaca lo mejor. Él sigue. Patxi continúa. "Me voy quedando solo", dice apesadumbrado, "es una pena, ¡qué le voy a hacer!".

Patxi López de Calle Etxabe lleva la pelota en la sangre, en el ADN de la parte materna, los Etxabe de Etxebarria, al lado de Markina, rama familiar arraigada a la cesta punta, de la que han brotado unos cuantos puntistas profesionales. El abuelo materno, José Francisco Etxabe, -en el pueblo le conocían como txikito- jugó en Manila, Miami y Las Vegas. Le llamaron "Etxabe" y "Francisco", de las dos maneras. Francisco José Etxabe y Román Etxabe, tíos de Patxi, hermanos de su madre Miriam, también hicieron las Américas. El primero jugó como "Etxabe" en Miami y al segundo le llamaron "Román" cuando fue profesional en Méjico y Estados Unidos. Hubo un cuarto, hermano del abuelo, el tío abuelo José Mari, que también probó con la xistera en el nuevo continente. Con tales antecedentes, normal que la familia adquiriera el gusto por el frontón y la pelota en general. "No me dio por la cesta, no sé por qué, pero en casa de los abuelos nunca faltó la afición y jamás una pelota con la que jugar", cuenta Patxi.

Ricardo y Miriam tuvieron un hijo por delante, Kerman, de 27, que aunque comenzó a jugar a mano -en Ikasbidea con Jokin Larrañaga- enseguida se decidió por el frontón largo y la cesta. Lo dejó en cuanto la Ingeniería en Renovables le exigía cada vez más tiempo. Luego vino, en tercer lugar, Ishmael, un jovencito de 12 años "que llegó a casa con año y pico y cada día se parece más a nuestro padre, es una copia". El pequeño está en su primer año de infantil, "le pega bien y duro. Hace daño con el saque", reconoce Patxi, "aunque hace tiempo que no le veo, ¡por culpa del coronavirus!".

Patxi es el mediano. Nació el 10 de noviembre de 1997. Como el mayor, empezó en Ikasbidea, a pegarle con la mano, y ahí se quedó; "ni tan siquiera me picó la curiosidad por la cesta". Raro quizá. Aprendió con Migeltxo López de Egilaz. Jokin, el maestro del trinquete, andaba con los mayores. "No coincidí con él hasta mucho más tarde, cuando me tocó jugar por Álava en el GRABNI", dice, "es el número 1 enseñando a jugar en la jaula. Se nota que fue uno de entre los grandes". Además de Larrañaga, "siempre me fijé en Gereñu y en Migeltxo", con quienes ha coincidido muchas veces en el trinquete, "y en Mikel Rafael", la bestia en ese tipo de escenarios, y compañero y maestro en lides competitivas mayores. Mikel y algún otro eran su tope en semifinales del torneo provincial, donde más alto llegó. "Teníamos poco que hacer a partir de ahí", afirma. Precisamente ante Mikel, en unos cuartos de final, "jugué quizá mi mejor partido en el mano a mano". Aquello terminó 40 a 37 para el eterno campeón, "pero logré meterle en un lío". Mikel tiene en mucha estima a Patxi, a quien considera "un pelotari muy completo, con gran físico, cuya evolución en el trinquete ha sido sobresaliente". Pero, sobre todo, destaca otro tipo de virtudes en el chaval de Zaramaga: "su nobleza y compromiso son indiscutibles. Nunca te falla, siempre cumple".

Patxi jugó una final del campeonato de España. Este mismo año, en verano, contra Eneko Maíz en Mendillori, ante quien recibió "una buena paliza porque no jugué nada bien". Sin embargo no destaca precisamente esa cita. Más bien, "prefiero que destaques el año que estuve entrenando con los mejores del trinquete. Con Arana, Ziarrusta y Kamiruaga". Por aquel tiempo era un sub-22. Ganó el Internacional de Pelota de Abadiño de segunda categoría frente a Jon Arana y, junto a Julen Altube, pelotari excelente con unas manos muy blandas -pasaba mucho tiempo recuperándolas para poder seguir jugando-, disputó una semifinal sub-22 del GRABNI de la que "tengo muy buenos recuerdos". Altube, con quien coincidió muchas veces en el frontón -juntos ganaron el campeonato de Álava infantil frente a una pareja de Agurain, Mikel García y Aingeru Martínez- solo tiene buenas palabras para quien, durante tantos años, fue compañero y rival; "Patxi es un pelotari sereno, tranquilo y trabajador... pero sobre todo, ha sido un gran compañero y muy buena persona". Compañeros, rivales y los más pequeños fundamentalmente, a quienes han tenido la suerte de aprender y jugar con él "le quieren a rabiar". Todos coinciden en eso.

Antes que en el trinquete, donde se especializó, hizo su carrera en el frontón. De zaguero -"por obligación, porque atrás se sufre más"- casi siempre. Siendo un juvenil, y ante el mismo rival, el pelotari de Aramaiona Oihan Bideburu, se haría con las dos txapelas del mano a mano. La final de pared izquierda es de la que mejor recuerdo guarda. "Me hizo de botillero Iker Gereta", cuenta, "Oihan estaba jugando de vicio, me estaba pasando por encima. En un momento dado la cuadrilla empezó a animarme y me motivé un montón. Remonté". Ahí estaban también los dos hermanos. Kerman, que llegó a jugar el Federaciones en dos modalidades, cesta y pala, e Ishmael, que ya comenzaba a dar sus primeros pasos en la escuela de mano de Zaramaga. En cuanto a malos momentos, o recuerdos no tan agradables, derrotas casi siempre, "no olvidaré unos cuartos de final en Huarte, contra Laso y Martija... ¡menuda nos metieron!". El compañero de Patxi era Errarte, pelotari de Adurtza con quien en 2014 formó la pareja juvenil del equipo de Gasteiz campeón del Interpueblos. Otro momento duro le tocó vivirlo en el torneo de su club. Jugó por detrás del chaval de Agurain Mikel García. Los rivales eran Zubizarreta y Garmendia, "era la final de nuestra categoría y había televisión". Debió verlo todo el mundo. "No tengo la sensación de hacerlo tan mal como en Huarte. Allí hicimos el ridículo". Mirad bien los rivales. Todos profesionales hoy en día.

Este químico de muy pocos años, joven todavía y en activo, que trabaja con los niños de Maeztu y vive en Azilu, confía en que el pequeño -"Madrazo me dice que va a ser mucho mejor que yo"- siga su camino en el frontón y le supere. El crío pasa tanto tiempo con su padre -"le toca a él ahora"- que se está convirtiendo en una copia; "es precavido, cuidadoso, tranquilo...". Otro bien enseñado.