- Shuai Peng se ha convertido en protagonista de un asunto que trasciende el deporte y ha adquirido una dimensión política, económica y social. Todo empezó cuando el 2 de noviembre la tenista china, de 35 años y ahora mismo 306ª del mundo, dejó un mensaje en la red social Weibo en el que acusaba a Zhang Gaoli, un ex alto cargo del deporte y del gobierno del país de haber abusado sexualmente de ella. Desde entonces, desapareció todo rastro de la jugadora que llegó a ser número 1 de dobles y semifinalista del US Open en 2014 y se inició una polémica, quizás engordada de forma innecesaria, con demasiadas ramificaciones, muchas declaraciones de estrellas del tenis y del deporte y de distintas organizaciones deportivas y políticas que reclamaban la constatación de que Peng estaba sana y salva y no había sufrido represalias por parte de las autoridades de su país.

Ayer circularon vídeos en los que se veía a la tenista participando en la entrega de premios de un torneo infantil o cenando en un restaurante con amigos. La sombra de la sospecha se posó sobre esas imágenes que algunos consideraron propagandísticas, manipuladas o falsas hasta que llegó la prueba definitiva, pasada por el tamiz del Comité Olímpico Internacional, que tiene numerosos intereses en China, sin ir más lejos los próximos Juegos de Invierno de 2022. El organismo difundió en un comunicado parte del contenido de la videollamada que Shuai Peng mantuvo con Thomas Bach, presidente del COI, en la que la deportista explicó que está "sana y salva, viviendo en su casa en Pekín, pero que le gustaría que se respetara su privacidad en este momento".

"Por eso prefiere pasar su tiempo con amigos y familiares en este momento. Sin embargo, seguirá participando en el tenis, el deporte que tanto ama", asegura el Comité Olímpico Internacional. Emma Terho, integrante de la Comisión de Atletas del COI, también estuvo presente en el encuentro virtual y asegura que sintió "alivio al ver que Shuai Peng estaba bien, que era nuestra principal preocupación. Ella parecía estar relajada. Le ofrecí nuestro apoyo y que se mantuviera en contacto en cualquier momento que le conviniera, lo que obviamente agradeció".

Se supone que esta reunión es la definitiva "prueba de vida" que se pedía con cierto tono hipócrita ya que los deportistas, federaciones y organismos saben que China, aunque ahora mismo esté fuera de los círculos organizativos por las restricciones derivadas de la pandemia de coronavirus, sigue siendo uno de los motores del deporte mundial, que ha sufrido la cancelación de muchos eventos en el país y ha tenido que reorganizar sus calendarios. La WTA, que quiso tomar partido por la tenista, lanzó amenazas, seguramente con la boca pequeña, en el sentido de romper relaciones y no volver a organizar torneos en el gigante asiático cuando, por ejemplo, tiene concedida la organización de las Finales que acaba de ganar Garbiñe Muguruza a la ciudad de Shenzhen hasta 2030 y su circuito recala numerosas veces en China, donde el tenis es un deporte muy popular. También la ATP y la nueva Asociación de Jugadores que lidera Novak Djokovic exigieron respuestas a las autoridades chinas, obviando los intereses comerciales que muchos de ellos mantienen con ese país.

El caso de Shuai Peng ha sacado a relucir, desde un punto de vista occidental, la cuestión de la defensa de los derechos humanos cuando ese tema es sensible es muchas partes del mundo donde el deporte de élite recala sin demasiadas contemplaciones ni consideraciones éticas. El incendio que, contra su voluntad, provocó la tenista china ha quedado sofocado con el COI haciendo de bombero, un desenlace que estaba cantado.