- Aimar Olaizola lleva un tiempo despidiéndose de los grandes frontones industriales, en los que ha forjado su leyenda como gran campeón durante más de dos décadas, antes de despedirse definitivamente de la pelota profesional el próximo 13 de noviembre, fecha de su 42º cumpleaños y en la que disputará su último partido en Goizueta, su localidad natal. Y ayer fue el turno del Labrit, recinto que se llenó hasta la bandera para un día histórico en el que Aimar, después de recibir infinidad de agasajos por parte de su empresa y de las instituciones navarras (también del público), jugó y ganó su último compromiso en Pamplona con el gerriko de Baiko: 22-14 a Unai Laso y Aitor Aranguren en compañía de Jon Mariezkurrena.

En los prolegómenos del encuentro, al delantero de Goizueta le llegaron obsequios de parte del Ayuntamiento de Pamplona (la concejala delegada del Área de Participación Ciudadana, Juventud y Deporte, María Caballero, le entregó una talla con la fachada del consistorio pamplonés, mientras que el concejal de Deporte y Juventud, Fernando Aranguren, le anudó al cuello un pañuelico rojo de San Fermín) y del Instituto Navarro de Deporte y Juventud (su subdirector, Primi Sánchez, le regaló una placa conmemorativa), le bailaron un aurresku y le tributaron una sonora ovación desde la poblada grada del Labrit (con casi mil espectadores) antes de que Olaizola II diera las gracias a todos micrófono en mano.

Después se fue directo al cestaño, agarró una pelota y demostró que a sus casi 42 años sigue jugando como los ángeles. Ganó en su despedida del Labrit y el público le dijo agur como se merece: puesto en pie y coreando su nombre, Aimar, como si no hubiera mañana. Todo ello con la retransmisión en directo del primer canal de Euskal Telebista y también bajo la emocionada mirada de su familia (su mujer Olaia y los cuatro hijos de ambos, Irai, Joan y las gemelas Mara y Ziara) atendiendo al último servicio de Aimar en el frontón pamplonés, donde tantos éxitos ha acumulado y que ahora deja huérfano por culpa de la edad, que no perdona.