En un curso convulso, mediatizado por la dura caída del Giro de Italia que le trastrabilló el resto de la campaña, Mikel Landa puede al menos mostrar media sonrisa tras la ampliación de contrato con el Bahrain, donde seguirá dos campañas más, hasta 2023. La sintonía entre los rectores del equipo y el ciclista era total y el acuerdo ha cristalizado.

La de la renovación de Landa era un cuestión de tiempo. No había dudas entre ambas partes para continuar unidos. Solo la duración del contrato se discutió. En el mes de abril los deseos de ambas partes confluían, tal y como informó este periódico. “Las dos partes quieren seguir. Y si uno quiere estar y el otro no quiere que te vayas, lo normal es alcanzar un acuerdo”, exponían entonces las voces consultadas por este periódico. Landa siempre se ha sentido querido, valorado y arropado en el Bahrain, que construyó una estructura para dotar al ciclista de lo necesario para seguir creciendo.

Después de tres experiencias en las que no pudo ejercer un liderato único, Landa se colgó de la propuesta inequívoca del Bahrain en 2020, dispuesto a ofrecer al escalador de Murgia un equipo armado a su medida. Landa sería el líder indiscutible. A diferencia de etapas precedentes, esa confianza y ese discurso se materializaron en hechos. El alavés es feliz en el Bahrain, donde tiene todo lo necesario para brillar, alejado de intrigas palaciegas.

A pesar de que el 2021 haya mordido con saña al alavés, sobre todo tras la caída en el Giro y la retirada en la Vuelta, víctima de la ausencia de ritmo competitivo debido al parón que le provocó el accidente en la carrera italiana, el escalador de Murgia es un ciclista que posee una solvencia contrastada en las carreras de tres semanas.

Fue tercero en el Giro de Italia 2015 y cuarto en el de 2019, que perdió el podio por apenas 8 segundos. En el Tour de 2017 solo un segundo le dejó sin la foto del podio de los Campos Elíseos de París. Obtuvo la cuarta plaza. Landa firmó el mismo puesto en 2020 en la carrera francesa. En 2018 obtuvo la sexta plaza y en 2019 logró la séptima. El alavés es un ciclista sólido y cotizado.

Esa hoja de servicios no pasó inadvertida para los promotores del Bahrain, que encontraron en la figura de Mikel Landa el recambio a Vincenzo Nibali. La llegada del alavés a la formación árabe se produjo después de que el murgiarra compartiera maillot durante dos campañas en el Movistar con Nairo Quintana y Alejandro Valverde. Esa tricefalia que promocionó Eusebio Unzué, repartiendo responsabilidad y jerarquía a modo de un gobierno de cohabitación, nunca funcionó y Landa decidió cambiar de aires. “Bahrain ha apostado de verdad por él desde el principio. Él sabe que el equipo está volcado con él”, apuntaron entonces desde el entorno del corredor.

Antes de anidar en el Movistar, Landa vistió la piel del Sky. En la escuadra británica, Landa brilló en el Tour de 2017, pero no pudo ofrecer su mejor versión en el Giro. Un abandono por problemas físicos y el derribo por parte de una moto de la organización que le descabalgó de la general, debilitaron la posición de Landa en una estructura que tenía en Froome al líder incontestable y a Landa como alternativa. Ese papel no convenció al alavés. Landa siempre ha peleado por ser el líder único.

Su experiencia en el Giro de 2015, cuando renunció a luchar por la victoria final para contribuir a la segunda plaza de Aru, le convenció de que aquello no era lo que quería para su futuro. Landa era más fuerte que el corredor italiano, pero atendiendo órdenes de equipo, se vio obligado a tragar rabia y bilis. En ese Giro se descorchó Landa, que supo que debía abandonar el Astana.

El Sky le siguió el rastro y le reclutó para la causa, pero las piezas no encajaron del todo. La apuesta del Movistar tampoco convenció la ciclista, que ha encontrado en el Bahrain el lugar idóneo. Pello Bilbao, que ha firmado un gran curso, con triunfo de etapa en el Tour de los Alpes y el noveno puesto en el Tour, también seguirá vistiendo los colores del Bahrain durante los dos próximos cursos.