Llegar a la élite de un deporte no es una tarea sencilla, pero más complicado aún es mantenerse en ella. Desde hace casi dos décadas, Aitor Felipe (Vitoria, 1977) visita cada temporada los mejores pabellones de fútbol sala del ámbito nacional y también es parte activa en algunos de los duelos decisivos. Eso sí, él ni mete goles, ni los evita, ni dirige desde el banquillo a ningún equipo; su tarea, como la de los compañeros que le siguen, es hacer todo lo posible para que los protagonistas de todos esos partidos entiendan y cumplan con las reglas del juego.

“Siempre es un choque con mucha tensión, pero nos salió bien”. Felipe habla sobre el tercer encuentro de la final de liga entre el Barça y el Levante, celebrado el pasado 30 de junio. El conjunto catalán se llevó el título tras la prórroga y los penaltis y este árbitro alavés fue uno de los que impartió justicia en compañía de su inseparable pareja, el navarro David Urdánoz Apezteguía.

Su amplia trayectoria, 25 años en total -y 18 en la máxima categoría-, hace que los jugadores no solo le conozcan, sino que también le respeten cuando es él quien está sobre la cancha, lo que facilita la tarea porque “se dedican a jugar”.

No obstante, pese a su enorme dedicación, lo cierto es que Aitor dio sus primeros pasos en este mundillo por casualidad. “Mi cuadrilla de amigos decidió probar en el comité de árbitros y uno concretamente propuso que fuera en el de fútbol sala. Yo tenía poca idea porque, aunque siempre he sido deportista, nunca lo había practicado”, rememora.

Luego, fue subiendo poco a poco escalones hasta llegar a Primera División, donde a lo largo de todo este tiempo ha permanecido con un estilo, según él mismo, dialogante: “Me gusta hablar con los futbolistas durante el partido, pero lo justo y necesario. Además, en mi caso es más fácil porque todos nos tenemos ya muy vistos”.

Como a la mayoría de los colegiados, a este gasteiztarra no le gusta ser protagonista. Principalmente porque cuando alguien de su gremio lo es, normalmente es debido a un error. Sin embargo, eso no quita para que en ocasiones los focos se dirijan hacia él. “Que no se hable de nosotros es genial, pero que se hable porque no hemos aparecido es casi peor que lo hagan porque hemos cometido un error. Hay acciones en las que el árbitro debe aparecer y mostrar su personalidad. ¿Pasar desapercibido es bueno? Claro. Eso sí, siempre que los protagonistas se comporten”, apunta.

Respecto al fallo, principal causa por la que todas las miradas señalan a estos jueces deportivos, es un hecho probado que este no es tan mediático como en el fútbol tradicional, que incluso llega a acaparar portadas de periódico. A pesar de ello, el gasteiztarra admite que esto no es razón para que ellos no le den tanta importancia: “No tenemos la misma trascendencia, pero nos enfadamos más incluso que los árbitros de otros deportes mayoritarios. Somos extremadamente exigentes con nuestro trabajo”.

Aitor Felipe dirigió el tercer encuentro de la final de liga entre el Barça y el Levante junto al navarro David Urdánoz Apezteguía

Asimismo, aunque la exigencia en una labor así sea fundamental, esta puede generar en ocasiones un grave problema psicológico que, además, puede verse acrecentado debido al hostigamiento al que muchos son sometidos. La RFEF lo sabe y, por ello, impulsa cada cierto tiempo varios cursos para ayudar a los árbitros a superar el error y a que consigan abstraerse del mismo durante su vida cotidiana.

Para Aitor, por suerte, todo esto no es una preocupación: “Solo me acuerdo de ellos durante mis horas de trabajo. Aunque algunos crean que nuestra tarea termina con el pitido final, yo analizo todas esas decisiones tras cada partido tanto en el pabellón como en casa. Ahora bien, fuera de mi rutina laboral, me olvido completamente de todo. Bueno, si he cometido una pifia del copón no, pero eso no me pasa desde hace muchísimo tiempo”.

En este mismo sentido, una ayuda que ha llegado recientemente al fútbol sala, aunque todavía continúa en fase de pruebas, es el soporte tecnológico. Según nuestro protagonista, una red invisible. “Es un gran avance, pero todos nosotros tenemos que tener muy claro que su presencia no puede eximirnos de hacer nuestro trabajo. Creo que el mayor error que puede cometer un colegiado es dirigir un partido sabiendo que no pasa nada si se equivoca”, reconoce sin tapujos.

Una espina clavada Desde que comenzó su carrera en la temporada 1995/96, Aitor Felipe ha dirigido cerca de 1.500 partidos. 297 de ellos han sido en Primera División y, además, también ha estado al frente de 16 finales de categoría nacional. Sin duda, un currículum para estar extremadamente orgulloso, que lo está. No obstante, hay algo que se le ha resistido a lo largo de su extensa trayectoria. “Hace 15 años tuve la oportunidad de ser internacional y la perdí por diversas razones. Esa es la única espina que tengo clavada. Por lo demás, he sido afortunado y he podido estar en todo tipo de competiciones”, recuerda.

Por otro lado, al preguntarle por un momento inolvidable de su dilatada trayectoria, la respuesta es casi inmediata y, cómo no, habla sobre una final: “Copa de España 2018 en el Wizink Center. El ambiente aquel día fue espectacular. Acudieron al pabellón madrileño 12.000 personas, algo que solo se había visto una vez más en un partido de fútbol sala”.

Aunque claro, de ese ambiente Aitor solo pudo disfrutar al final del choque, porque, cuando está en plena faena, él se olvida de lo que hay más allá del 4x20. “Cuando faltan cinco minutos para comenzar el choque, yo ya no existo para nadie. Me concentro exclusivamente en mi tarea y en lo que sucede en la pista. Lo que grita, canta o dice el público no lo escucho”, explica.

Finalmente, dado que el Mahastiak Labastida ha ascendido este curso a la Segunda División B del fútbol sala, no hay mejor momento para analizar cómo se encuentra el fútbol sala alavés, por el que Aitor se siente esperanzado: “Espero que tenga un poco más de auge con el cambio que ha habido en la federación. Ha tenido años de bajón y lo que necesita son ayudas tanto federativas como institucionales. Creo que hay técnicos y jugadores para mirar hacia adelante. En cuanto al arbitraje alavés, no nos podemos quejar. Estamos representados en todas las categorías nacionales”.