excepción de la primera amarga y después acaramelada medalla de plata que consiguió el taekwondista navarro Gabriel Esparza, los Juegos Olímpicos de Sidney no fueron afables con los deportistas vascos que competían en disciplinas consideradas individuales. El maratoniano Martín Fiz, la gimnasta Almudena Cid o los ciclistas Joane Somarriba y Abraham Olano llegaban a la cita australiana entre los candidatos al podio. Entre los favoritos a colmar de medallas la representación euskaldun. Sin embargo, a la postre, la rareza vino por parte de Esparza puesto que el resto de preseas vascas arribaron desde los deportes colectivos. Así, una de las más sonadas fue la plata cosechada por la selección estatal de fútbol. El combinado español absoluto acababa de despedir a un Javier Clemente que cayó ante Chipre en el primer partido de la Eurocopa del 2000, pero el equipo sub'23 estaba comandado por un Iñaki Sáez con menos prestigio y más crédito como técnico de formación. Y que, además, manejaba otro estilo. Así que el entrenador bilbaíno tomó las riendas de unos jóvenes acostumbrados a subirse a los podios internacionales. No obstante, fueron terceros en el Europeo sub'21 del 94, segundos en el del 96 y campeones en el del 98. Además, la sub'19 se había colgado el oro mundial hacía apenas un año. Es decir, las esperanzas eran muchas, pero también reales.

De esta forma, Sáez conformó un buen grupo en el que destacaron Dani Aranzubia, José María Lacruz y Unai Vergara como la representación vasca. Pero que también estuvo nutrido por a la postre campeones absolutos como Carles Puyol, Xavi Hernández, Carlos Marchena y Joan Capdevila. Sin embargo, a pesar de estos nombres, la selección estatal no era la clara favorita. De hecho, no había una obvia candidata al título puesto que las grandes selecciones acudieron a los Juegos con sus mejores hombres. Así, el chileno Zamorano, el camerunés Eto'o, el brasileño Ronaldinho o el italiano Pirlo lideraban unos equipos hambrientos y dispuestos a todo. Con todo, España tuvo un buen inicio con un 3-0 a la modesta Corea del Sur. Pero en ese duelo Sáez mostró algunas de sus intenciones. Le dio la portería a Aranzubia, las llaves del centro del campo a Xabi y Gabri y la responsabilidad del gol a Jose Mari. Sin embargo, en el segundo encuentro cayó estrepitosamente ante Chile (1-3) por lo que la selección estatal se jugaría el pase en la última jornada de la fase de grupos ante Marruecos. Se consiguió con un 2-0.

En cuartos de final esperaba la Italia de un Pirlo que no pudo jugar. Pero aún así, era la bestia negra de España. El rival al que el combinado estatal no había podido ganar desde aquellos Juegos Olímpicos de 1920. Con Pichichi, Belauste y Zamora. Casi la prehistoria. Sin embargo, un gol ajustado al palo de Gabri, cuando el encuentro agonizaba, rompió las estadísticas y reescribió una nueva historia. España pasaba a la lucha por las medallas. Y en las semifinales aterrizó unos Estados Unidos más fáciles que Italia. Por lo que con un 3-1, los de Sáez se aseguraron pisar el podio olímpico de Sidney.

Aranzubia, Lacruz y compañía disputaron la final de los Juegos ante una sorprendente Camerún. Eto'o, Carlos Kameni, Patrick Mboma... eran los nombres propios de un rival que, sin embargo, daba más miedo como conjunto. A pesar de ello, España comenzó bien la final y al descanso se marchó con un 2-0 que hizo soñar con el oro olímpico. Sin embargo, Camerún no se rindió y aprovechó las justas expulsiones de Gabri y José Mari para empatar. Con dos hombres menos sobre el verde, Sáez retrasó filas y obligó a todos a defender, pero Mboma y Eto'o sellaron las tablas y forzaron los penaltis. En la tanda de la suerte marcaron todos menos Amaya, a quien Kameni le adivinó la intención; por lo que los africanos celebraron el oro y los españoles tuvieron que aceptar una plata que comenzaría a valorar con el paso de los días.

A los Juegos Olímpicos de Sidney acudieron grandes figuras como Ronaldinho, Puyol, Xavi, Eto'o, Zamorano o Pirlo

El combinado de Sáez sucumbió en la final ante Camerún en los penaltis y tras desaprovechar una ventaja de 2-0