ITALIA Donnarumma; Di Lorenzo, Bonucci, Chiellini, Emerson (Toloi, min. 75); Verratti (Pessina, min. 75), Jorginho, Barella (Locatelli, min.84); Insigne (Belotti, min. 84), Chiesa (Bernardeschi, min. 106) e Immobile (Berardi, min. 60).

ESPAÑA Simón; Azpilicueta (Llorente, min. 85), Laporte, Eric García (Pau Torres, min. 109), Alba; Busquets (min. 107), Koke (Rodri, min. 69), Pedri; Dani Olmo, Torres (Morata, min. 60) y Oyarzabal (Moreno, min. 69).

Goles 0-1, min. 59: Chiesa. 1-1, min. 79: Morata.

Árbitro Felix Brych (alemán). Amonestó a Busquets, Toloi y Bonucci.

Estadio Wembley.

En la moneda al aire de los penaltis, esta vez salió cruz para España, que se quedó con la miel en los labios en la tanda fatídica y no podrá pelear este domingo por la cuarta Eurocopa de su historia. Sin embargo, el conjunto de Luis Enrique puede marcharse con la cabeza alta de un torneo en el que arrancó con serias dudas y se ha destapado como una selección competitiva y con futuro que llevó al límite a una Italia contemplativa y también afortunada.

De nada sirvió la parada de Unai Simón en el primer lanzamiento de Locatelli. El portero alavés no pudo obrar el milagro rubricado ante Suiza ya que las restantes penas máximas ejecutadas por los jugadores italianos (Belotti, Bonucci, Bernardeschi y Jorginho) fueron magistrales. Por contra, los errores de Dani Olmo y Morata resultaron fatídicos e Italia optará al reinado continental ante Inglaterra o Dinamarca.

España fue superior durante la práctica totalidad del choque tras una sorprendente alineación de Luis Enrique que dejó descolocado al personal. Además de devolver a Eric García al centro de la zaga en lugar de Pau Torres para buscar una mejor salida de balón desde atrás, el técnico asturiano plantó a la selección sobre el campo sin un nueve de referencia con la exclusión del once de Morata y Gerard Moreno.

El plan consistía básicamente en crear superioridades en los tres cuartos, sacar a los pesados centrales italianos de su zona de influencia y que los escurridizos Oyarzabal, Olmo y Torres aprovecharan su punta de velocidad para extraer provecho de los espacios que quedaran libres en la defensa de Mancini.

España se adueñó por completo del balón y empequeñeció a Italia durante muchos minutos merced a largas posesiones, pero una vez más le faltó contundencia para concretar sus muchas ocasiones. Al punta de la Real Sociedad, por ejemplo, se le escurrió un perfecto servicio de Pedri que le dejaba solo dentro del área y Olmo se topó con el inmenso Donnarumma en un tiro a bocajarro dentro del área que ya se cantaba como gol. Por contra, la única aproximación de los transalpinos se produjo tras una indecisión en una salida de Unai Simón desaprovechada por Inmobile y Barella. También inquietó Emerson con un chut al larguero y poco más.

Italia no fue esa selección dinámica, atrevida y vistosa que hasta ahora había firmado un pleno de triunfos en esta Eurocopa. Algo que solo se entiende desde el máximo respeto a una España cuyo juego asociativo, en cambio, no siempre se tradujo en llegadas de peligro y ocasiones excesivamente claras.

Tras el descanso, Busquets -cargado pronto con una amarilla- rozó el gol tras una galopada de Oyarzabal que le dejó un balón franco en la frontal del área. En medio del asedio español, llegó un golpe bajo que cuestionó al máximo el pasaporte para la final continental.

Una rápida transición desde área propia supuso el jarro de agua fría con el que soñaba Italia para que el partido se le pusiera de cara. Insigne, la estrella del Nápoles, filtró un balón con el exterior que logró cortar Laporte en primera instancia, pero Chiesa recogió el balón y superó a Unai Simón con un gran disparo al palo largo.

Luis Enrique metió entonces a toda su artillería y el premio de la igualada llegó en el minuto 80 tras un asedio constante. Una magistral pared entre Morata y Olmo permitió al delantero de la Juventus nivelar un partido en el que Italia no se había hecho acreedor a la victoria. España tenía las piernas más frescas, también la mente, y el partido se convirtió en un monólogo de los hispanos ante el agotamiento físico de los exhaustos transalpinos.

Ya en la prórroga, el ex del Real Madrid y Atlético volvió a estar cerca del gol, aunque su disparo dentro del área fue excesivamente tímido tras un fallido despeje de Donnarumma. El flamante portero del PSG tuvo que multiplicarse a la hora de despejar centros laterales y capear el temporal. Antes de la ruleta rusa de los penaltis, el cuadro dirigido por Mancini salió a flote más por la candidez de los remates españoles que por otra cosa. Desde los once metros, por desgracia, no hubo color.