osko Vlasic no duda cuando le preguntan por el día en el que supo que su hijo Nikola iba a ser futbolista profesional: 31 de mayo de 2002. Acostumbra a relatar que aquel día cogió una libreta y empezó a apuntar los entrenamientos a los que sometía al chaval, que entonces tenía solo cuatro años y medio. Josko contaba ya con una exitosa experiencia como preparador. Había sido atleta profesional -cinco veces campeón de Yugoslavia de decatlón y medallista de oro en los Juegos del Mediterráneo de 1983-, tras su retirada ejerció de preparador físico del KK Split de baloncesto, fue entrenador en la Federación Croata de Atletismo y su mayor éxito había sido dirigir la carrera de su propia hija, la genial Blanka Vlasic, hasta la cima de la modalidad del salto de altura, en la que acabaría conquistando dos oros (Osaka'07 y Berlín'09) y dos platas en Mundiales y otros dos metales olímpicos, pues fue segunda en Pekín'08 y tercera en Río de Janeiro'16.

Con la carrera de Blanka ya encarrilada, Josko intuyó muy pronto que el pequeño de sus cuatro hijos, Nikola (04-X-1997, Split), actual centrocampista del CSKA Moscú y de la selección de Croacia -hoy podría ser titular ante España-, podía tener un futuro en el fútbol, dando el pistoletazo de salida a un proceso de preparación que ha acabado dando sus frutos. Y es que Nikola Vlasic aúna una notable genética para la práctica del deporte (además de Josko y Blanka, su madre, Venera, fue campeona yugoslava de esquí de fondo y otro de sus hermanos, Marin, estuvo cerca de ser jugador profesional de baloncesto tras formarse en EE. UU.) y un proceso de preparación y tecnificación muy específicos. Su padre comenzó a entrenarle de manera individual con solo cuatro años y medio bajo la supervisión del conocido entrenador Tomislav Ivic, vecino de la familia en Split, mezclando ejercicios físicos con otros con balón. Zoran Vulic, técnico del Hadjuk Split, también intervino en los entrenamientos de Nikola, que a los ocho años ya tenía un vídeo en YouTube con sus jugadas y goles.

Cuando Josko consideró que había llegado el momento de dar prioridad a los entrenamientos colectivos, inscribió a Nikola en la cantera del Omladinac y a los 12 años fue reclutado por las categorías inferiores del Hadjuk Split. Debutó con el primer equipo en julio de 2014 en un choque de la fase previa de la Liga Europa contra el Dundalk irlandés y a los 16 años y nueve meses se convirtió en el goleador más joven de la historia del club. En ese primer curso como profesional jugó ya 37 partidos, marcando cuatro goles, y en 2017 el Everton pagó once millones y medio de euros, cifra récord por un jugador del club croata, para ficharle. Tras una primera campaña floja, fue cedido al CSKA Moscú, que en 2019 decidió hacerse con sus servicios en propiedad. Su rendimiento ha sido notable, siendo elegido mejor jugador de la liga rusa en 2020, y equipos como el Nápoles quieren ficharle. En esta Eurocopa fue suplente en las dos primeras citas y titular en la tercera de la fase de grupos ante Escocia, marcando un gol.

Josko asiste satisfecho a su explosión, convencido del éxito de sus métodos de trabajo, a veces cuestionados. Convertido en exitoso conferenciante, hace meses aseguraba que "hay que empezar muy pronto para triunfar en el deporte. En Croacia no tenemos mucha población, ningún posible talento debería estar fuera del sistema si ya ha cumplido tres años”.