- Su nombre es Iván Mulas, tiene 35 años y ha sido uno de los principales artífices del regreso del Mahastiak Labastida a Segunda División B. Este bastidarra arrancó su andadura en el fútbol sala cuando aún no había cumplido nueve primaveras y defendió los colores de la escuadra de su pueblo hasta los veinte. En ese momento, el Atenea le llamó para formar parte de su filial y, tras un buen curso, subió al primer equipo. Más tarde, después de varias temporadas en la categoría de bronce, tuvo que pasar por el mal trago de descender a Tercera y fue entonces cuando decidió dar un paso al lado para dejar sitio a los jugadores más jóvenes. No obstante, ese tropiezo no le hizo abandonar su pasión por el fútbol sala y se preparó hasta convertirse en el entrenador del Mahastiak, cargo que ocupa desde hace cuatro campañas.

Tras proclamarse campeones de Tercera, el ascenso ha sido la guinda soñada, ¿no?

-Sin duda, pero ha sido un sorpresón. Nuestra idea inicial, al ser un equipo recién ascendido, era asentarnos en la categoría e intentar pelear por subir en el futuro. No hemos valorado la opción de llegar a Segunda B hasta que no nos hemos plantado en el play off. En ese momento, obviamente, sí. Los jugadores sabían que no podían desaprovechar una oportunidad así y han jugado muy bien.

¿Cómo vivió ese choque crucial frente a la Unión Castreña?

-Fue un partido raro. Llevábamos tres semanas sin competir y vi a la plantilla ansiosa. Buena muestra de ello fue que, al contrario que en otras ocasiones, cuando yo llegué al vestuario antes del partido ya muchos estaban cambiados y practicando tiros. Por suerte, en la primera parte se nos puso todo a favor con el 2-0 y, aunque el rival metió presión en la segunda, pudimos llevarnos el triunfo.

¿Qué hizo para rebajar ese nerviosismo y, en algunos casos, exceso de motivación?

-Les dije a los chavales que intentasen disfrutar, que tal vez muchos no volverían a jugar un partido así nunca más. Además, les transmití que lo más importante era que lo dieran todo porque, de ese modo, fuese cual fuese el resultado todos saldrían con la conciencia tranquila. Al final, creo que lo peor que le puede pasar a un jugador tras un partido así es marcharse del pabellón reprochándose algo.

Después de haber descendido como jugador, ¿se ha deshecho de una espina clavada con este ascenso?

-Por supuesto, empecé a entrenar con el objetivo de preparar al equipo para regresar a Segunda B en unos años. Para mí, sinceramente, este ascenso ha sido un alivio y, nada más lo conseguimos, no pude hacer otra cosa que enviar un mensaje a mis excompañeros dedicándoles el triunfo.

¿Cuál ha sido el momento más duro de la temporada?

-El punto de inflexión del curso fue el partido contra el Antiguoko, que nos pasó por encima. Fuimos a San Sebastián y el equipo directamente no compitió. Por aquel entonces, prácticamente descarté pelear por el título, pero conseguimos levantarnos y encadenar una racha de resultados espectacular.

¿Y qué ha llevado al Mahastiak Labastida a lograr el ascenso?

-La clave principal ha sido el nivel de entrenamientos. En estas categorías es muy difícil ver a un equipo con tanto compromiso y ganas de mejorar. Para ellos nunca ha habido excusas y siempre han querido un poco más. Como es lógico, también ha ayudado que ningún parón por covid-19 nos ha cortado el ritmo.

¿Qué significado tiene para el club regresar a Segunda B?

-Es una ilusión muy grande, pero también una incógnita. Hay que buscar más patrocinadores, volver a poner en marcha el fútbol base, etc. Lo importante para el club, eso sí, es que se ha vuelto a convertir en el principal referente del fútbol sala en Álava.

De cara a la próxima temporada, ¿continuidad o revolución?

Continuidad, esa es mi idea. Obviamente, tendremos que cubrir algunas bajas, pero yo confío en quienes han conseguido el ascenso.

¿Cómo les ha afectado el covid-19 a lo largo del curso?

-Hemos tenido la suerte de no pasar por ningún confinamiento. Es cierto que al principio nos afectó porque tres jugadores no querían venir a entrenar por miedo al posible contagio, pero a partir de ahí hemos sido un rodillo y no hemos parado de entrenar.

¿Y cómo fue parar el año pasado?

-Incertidumbre, de nuevo. Paramos cuando íbamos a la cabeza de la Liga Vasca y durante varias semanas no supimos si iba a haber ascensos o no. Luego, obviamente, tuvimos que adaptarnos a las medidas.

Pese a no haber contado con la afición en las gradas, ¿se han sentido arropados mediante otras vías?

-Sí. La gente ha seguido al equipo y por las calles de Labastida nos suelen dar la enhorabuena por los resultados. Aun así, todo es mucho más frío y, aunque hayan estado pendientes, creo que no han sentido el ascenso como suyo. Es una pena porque temporadas así son las que hacen afición.

Finalmente, ¿con qué objetivo va a afrontar la próxima temporada?

-Después de dos ascensos consecutivos, yo solo pido competir en cada campo. Si los resultados llegan, perfecto, pero no siempre son significativos del buen o mal hacer de un equipo. El objetivo no es otro que trabajar cada día.