En los esprints, no solo se trata de ser rápido. Ser veloz es indispensable, pero lo es más ser capaz de calcular a altas velocidades, con el procesador de la mente anegado con el sabor amargo del ácido láctico. Entonces se trata de ser un buen físico y despejar la ecuación con éxito. Velocidad, aceleración, tiempo, espacio. Además se precisa arrojo y adoptar decisiones certeras en un momento crítico. Los esprints son un laberinto adrenalítico, en los que el miedo está prohibido. Acción-reacción. En ese hábitat hostil, también es necesario cierto grado de locura. Jon Aberasturi se siente cómodo en ese territorio, en lo que todo pasa deprisa. El aquí y ahora corregido y aumentado.

El velocista alavés disfruta en el túnel de frenesí. Es su zona de confort. En el salón del Tour de Eslovenia, la carrera en la que Pogacar regresa a la competición, Aberasturi rozó el goce pleno en la meta de Rogaška Slatina. Solo Phil Bauhaus se interpuso en la felicidad absoluta del gasteiztarra. El velocista del Bahrain, un equipo en idilio constante con el triunfo de una tiempo a esta parte, pudo con Aberasturi, que interpretó estupendamente el libreto del esprint. Se abrió paso en la estampida para encararse con Bauhaus. En ese duelo pudo el poderío del alemán, que calculó la distancia sin mácula y soportó el envite de Aberasturi, que limó en los 50 metros finales. El alemán acertó de pleno en el corazón de la victoria. A Aberasturi, con el rostro serio del que observa la victoria tan cerca pero tan lejana, le quedó el alivio de sentirse competitivo en su séptimo top-4 de la campaña.

"Encarando recta de meta, he visto un hueco y me he podido situar a rueda del Bahrain, algo que es muy difícil y que siempre cuesta mucho. He esperado mi momento, veía que no se lanzaba el esprint, así que iba un poco nervioso pensando que nos iban a sorprender por el otro lado. El último lanzador de Bahrain ha acelerado y Bauhaus ha medido la distancia súper bien. Si llega a lanzar un pelín antes, quizá me podría haber aprovechado, pero ha cogido la distancia perfecta", expuso el gasteiztarra. Aberasturi se queda a un palmo.