ace un par de años el Chelsea editó un simpático vídeo en el que César Azpilucueta deletreaba su apellido, al parecer impronunciable para los británicos, en un gesto hacia una hinchada que le adora. Forjado en la cantera de Osasuna, llegó al club londinense en agosto de 2012 procedente del Olympique de Marsella a cambio de 9,5 millones de euros. Firmó un contrato por cuatro años y ya lleva nueve. En 2018 heredó de John Terry el brazalete de capitán, el sábado levantó hacia el cielo de Oporto la Copa de Europa y el domingo la UEFA le incluyó en once ideal de la Liga de Campeones 2020/21. A falta de media hora para acabar el partido, el defensa navarro interceptó un pase de gol cantado dirigido hacia Gündogan, protagonizando probablemente la jugada clave para que el equipo del oligarca ruso Román Abramóvich ganara el trofeo más importante del mundo de clubes por segunda vez en su historia.

Convertido en un héroe para los blues, a su lado Kepa Arrizabalaga también celebraba el título con aparente aire de jovialidad. En su cuenta de Twitter escribió un escueto mensaje, A dream come true (un sueño hecho realidad). Igualmente es campeón de Europa, pero su contribución a la gesta ha sido nula desde su condición de suplente, aunque de vísperas se contempló la posibilidad de su titularidad por unas molestias que arrastraba Édouard Mendy. El portero francés de origen senegalés, de 29 años, jugaba en el Rennes cuando fue fichado en septiembre de 2020 por 20 millones de euros, 60 menos de los que pagó el Chelsea al Athletic en agosto de 2018 por el guardameta vizcaino, que todavía detenta el récord mundial de gasto en la contratación de un portero.

Arrizabalaga cayó en desgracia en la etapa de Frank Lampard, entrenador de los blues hasta el pasado 26 de enero, cuando fue sustituido por Thomas Tuchel, que a su vez había sido despedido en el PSG meses antes. Lampard también relegó a la suplencia a César Azpilicueta, pero la suerte del navarro cambió radicalmente con el técnico alemán, que le ha otorgado su confianza más absoluta. Tuchel, sin embargo, no hizo lo mismo con Arrizabalaga y también se decantó por Mendy tras confrontar la idoneidad de ambos cancerberos.

Con Tuchel, Azpilicueta ha sido titular en todos los encuentros de la Champions desde la fase de grupos y estuvo presente en los triunfos del Chelsea ante el Atlético de Madrid, Oporto y Real Madrid, en los octavos, cuartos y semifinal y, desde luego, en la gran final contra el Manchester City.

"Es increíble. Llegué aquí para repetir lo de 2012 y aquí estamos", dijo el capitán navarro casi en trance poco antes de recoger su medalla de campeón y levantar la Copa de Europa. Porque fue justo en ese año, el 2012, cuando Azpilicueta llegó a Stamford Bridge no muchos días después de que el Chelsea ganara la orejona bajo la batuta de un entrenador circunstancial, el italiano Roberto Di Matteo, quien cinco meses después era destituido. Llegó entonces al club londinense Rafa Benítez y con él el primer título continental del defensa de Zizur, la Europa League, éxito que repitió en 2019, ya como capitán.

Tuvo sus más y sus menos con el siguiente entrenador, el inefable Jose Mourinho, pero el tesón del navarro acabó imponiéndose, de tal forma que el técnico luso llegó a decir: "Con once Azpilicuetas podríamos ganar la Champions".

En esencia lateral derecho, con Mourinho fue titular pero en el carril izquierdo y con Antonio Conte, su siguiente entrenador, se consolidó como central. Tres demarcaciones en donde el zaguero navarro ha sabido rendir en su larga aventura londinense, donde pudo consolidar una carrera brillante. Por eso cuando el Athletic sondeó su posible fichaje en el verano de 2018 no encontró respuestas positivas. Una eventualidad que rebrotó con la categoría de rumor en el pasado mercado invernal.

Azpilicueta además está en la lista de Luis Enrique para disputar con la selección española la inminente Eurocopa. Kepa, un fijo en los últimos años, ha quedado sin embargo fuera. A sus 26 años ha visto cómo la brillante carrera prometida se va troceando en una colección de frustraciones.

Indignación con el Gobierno luso por su tolerancia con los ingleses. El Gobierno de António Costa es blanco de críticas de todo el arco político, de expertos y hasta del presidente de Portugal por la falta de control y la tolerancia con los excesos de los hinchas británicos en la final de la Champions en Oporto, con más de 15.000 espectadores. El Gobierno prometió medidas "extraordinarias" de control. La realidad, sin embargo, fue muy distinta. Miles de aficionados ingleses tomaron Oporto sin mascarillas, sin guardar distancias, con peleas, borracheras y sin respetar ninguna de las reglas que se exigen a los portugueses. Los incidentes se multiplicaron por la noche.

Todo pinta fantástico para el navarro, que además va a la Eurocopa. Luis Enrique en cambio prescinde del exportero del Athletic