- “Estoy seguro que el frontón Bizkaia hasta la bandera impone y quizás sí me favorece un poco que no haya público. Aún siendo peor para mí, preferiría 3.000 personas en las gradas. Me entristece que los cercanos no puedan estar aquí”, recita Jon Ander Peña. El rictus del tolosarra y el bullicio en la sala de prensa del frontón Bizkaia de Bilbao anuncian tempestad, la que provoca la final del Parejas del domingo. La última liturgia, la frontera, en esta ocasión -al igual que en todas las finales desde que llegó la maldita pandemia del covid-19- compuesta por una sola semana de barbecho, visitó ayer el escenario de Miribilla para embadurnarse con una pátina de emoción y nerviosismo, salpimentada por el futuro de otra cita importante más de silencio, eco en las gradas y mascarillas. A ese respecto, Zabaleta tampoco tiene dudas: “Llevamos mucho tiempo jugando sin gente. Las cosas están mal. Es una final y me centro en jugarla. No le doy vueltas a que no haya público y espero que disfruten desde casa”.

Peña II, entretanto, caza mariposas. El puntillero de Baiko Pilota es el único debutante del cuarteto en partidos de tamaña entidad. Ayer fue un día especial, pues la elección de material marca el pistoletazo de salida del partido. El tiempo, que parecía no correr en los días previos, en los que se viven agotadoras horas al teléfono atendiendo a medios de comunicación, ahora comienza a tomar una velocidad endiablada.

En el bando de Baiko Pilota, ni Peña II ni Jon Ander Albisu suman cetro alguno en Primera. El guardaespaldas de Ataun, que ayer cumplió 31 años y tuvo el detalle de llevar unas pastas al frontón, de hecho, solo ha formado parte una vez de la ecuación de una final. Fue en la de 2013, en la que Pablo Berasaluze se rompió el tendón de Aquiles y apenas duró un suspiro de nueve minutos. “Fue un golpe duro para todos. Esa espinita sigue ahí”, explica el guardaespaldas guipuzcoano. En el lado de Aspe, ambos pelotaris conocen el sabor del triunfo. Zabaleta tiene dos txapelas en tres finales; Elezkano suma un cetro en dos comparecencias. “Todos tenemos el mismo hambre cuando llegamos a una final. Todos queremos ganar. Se ha visto en pelotaris de antes, que llevaban muchísimas txapelas y no perdían las ganas de ganar”, explica el de Etxarren.