rujo es de Gasteiz, vitoriano. Y mucho vitoriano. Martínez de Irujo es su pelotari preferido. Por supuesto. No hay otro. Y por eso, y porque un día le pegó un buen meneo a una silla, sus compañeros le cargaron el sambenito y el presidente de su club le bautizó para los restos. “La culpa la tiene Richar”, suelta con gracia el mozalbete, un joven de 18 años que vive por y para la pelota, que pasa horas en el frontón y, el resto, con los compañeros de afición, de cena en cena y de risa en risa. Es centro de atención en la cuadrilla, uno de ellos, quizá el principal, foco de chistes, chismes, dimes y diretes. Habilidoso y rápido con las palabras, pillo, gamberrete, tirando a torcido, con mucha gracia, puñetero y bonachón.

Oier Fernández Ordóñez, vitoriano nacido el 24 de diciembre de 2002, es un jesusito de mi vida, un querubín, un diablillo con algún que otro kilo de más al que la pelota le vuelve loco, de ahí que se haya comprometido a vigilar su perfil para jugar el año que viene bien acompañado.

Dice que está dispuesto a bajar 12 kilos y sacrificarse, que quiere jugar con Gorka el Provincial del año que viene. Gorka González, entrenador y amigo, se ha comprometido: “tiene que ponerse en forma y, ¡adelante!”, nos dice el director técnico del club Txukun Lakua. “Ha sido de palabra”, reconoce Oier, “pero con muchos testigos delante”. Está dispuesto a lo que sea y cumplir con su parte. Él dice adelgazar, quitarse de encima algo de contorno, Gorka, más fino y profesional habla de “ponerse al día, trabajar un poco y prepararse”. En resumidas cuentas ya está por la labor. Pide agua en lugar de cerveza, cerrará un poco el tiro de la comida “y echaré a correr... como si no hubiere un mañana”, dice con una sonrisa, a sabiendas de que lo más duro será bajar el pistón en las cenas con la cuadrilla; la gente del club, el grupo de pelota, los Larrieta, Estibalez, Moraza, Torres, Altube, Iñaki de Pablo y Pérez de Leceta, los ruidosos de Txukun. No quiere protagonizar otro año en blanco, sin vestirse de blanco, y hará lo que haga falta para volver al campeonato de Álava donde se ha quedado sin sitio -“y sin nivel suficiente para jugar”- una vez que ha cumplido los 18; en juveniles lo hizo casi siempre en compañía de Jorge Ortiz de Mendibil.

La madre, Gemma, poco dada a acercarse al frontón a ver a su hijo, casi siempre por trabajo, es la encargada de vigilar que Oier recupere la forma y el tono en cuanto llega a casa. Menos ración en su plato. Por el contrario, César, el padre, no se pierde una sola de sus citas. “No creas que me gusta que vayan a verme”, me dice el pelotari, “me pongo muy nervioso”, y confiesa: “a menudo mi padre y yo nos mosqueamos, me mira mal si no lo hago como él lo ve desde la grada”. Desde fuera se ve todo mejor, más fácil y, suele ser que los padres, a veces, intervienen más de lo debido. Padre y aficionado es una combinación explosiva. El padre jugó de chaval en el frontón de Peñacerrada, que en Loza -de allí era- no había frontón.

Oier empezó a jugar a los cinco años en Lakua, de donde no se ha movido; “pasábamos por ahí, de casualidad, y Richar nos convenció para entrar”. El médico había recomendado a la familia que el hijo hiciera deporte. Había nacido con un solo riñón y “me convenía hacer ejercicio”. Desde entonces, padre e hijo eran uno solo. Coincidió con Yeray Hombre y Eneko Frías. Los entrenadores eran Castresana y Gorka, con quien se ha recorrido la geografía vasca “para ver todo tipo de partidos”. Como aquella vez que “nos fuimos a Azpeitia para ver debutar a Alberdi y llegamos a casa a las tres de la mañana teniendo que jugar pronto al día siguiente”. Pura afición y locura por la pelota se llama eso.

Lo pasó mal al principio, cuando no ganaba. Las primeras victorias en el escolar le motivaron. Ha tenido como compañeros a Eneko, a Estibalez y Orkatz Otxoa. Ha llegado más de una vez a semifinales “pero nunca a una final”, objetivo a medio plazo, “y ganarla, si puede ser la de Parejas de Segunda. Esa es la idea”, inquietud próxima a la utopía. Aunque tarde, peleará por ello hasta que el cuerpo aguante “porque la pelota me lo ha dado todo: amigos, cuadrilla y cientos de kilómetros siguiendo a los pelotaris por toda Euskal Herria”.

Ganó, eso sí, y lo destaca, un mano a mano del trofeo del club ante Andoni Cantera y, también en el social, el parejas acompañando a Jon Moraza. “Como pelotari”, dice Gorka, “tiene clase, conceptos, una bonita zurda y algunas limitaciones por el físico y el pulgar de su mano derecha”. El chaval recuerda lo bien que le vino a su mano izquierda “cuando me operaron del dedo siendo un crío”. Juega de zaguero y se china bastante. Dice que es un picón -así le hemos llamado desde que era un niño-, que “cuando me hacen un tanto quierodevolvérselo rápido y aún más bonito”.

Le ha gustado Irujo, claro, Xenar, un chaval guipuzcoano, de su edad, muy completo y de casa Larrazabal -“a ver si tiene suerte”- y Olaizola, de Aramaio. De su club se ha fijado, sobre todo, en Mendinueta, pero ha estado pendiente de Isasmendi, Pérez y Uribe, a quien ha seguido kilómetros para verle. De los jóvenes me previene de Beñat Zearra, el hijo de Oier; “viene bien”, anuncia. En Amorebieta, una vez, en una final ante Zubizarreta, Uribe le hizo disfrutar de “uno de esos días buenos en el frontón”. “Es un luchador nato”, relata, “pelea y trabaja más que nadie y remata de lujo. Transmite garra y nunca se da por vencido”. Por contra, el peor día en la cancha lo vivió ante Larrazabal. “Hicimos un tanto -jugaba con Markel-, y porque Iker quiso”. Parece que “no quería dejarnos en cero”.

Oier es un chaval 10 “dispuesto a hacernos pasar un buen rato”, nos dice Iñaki de Pablo, sosias y compañero más próximo. “Es un aldeano con genio, el alma de la fiesta y un picón al que queremos”, descubre Larrieta. “Un chaval especial que no aparenta, es tal cual”, resume Pérez de Leceta. “Aldeano y natural desde crío. Y sigue igual”, concluye su entrenador.

Se hace querer y le quieren. Le vacilan porque le gusta vacilar. Es rápido de pensamiento y le fluyen fácil las palabras y los dichos. Desde crío. Es Irujito, pelotari vitoriano.