or fin llega el día, el viernes 2 de abril. Después de más de ocho meses de preparación y cinco de espera, este reto se tenía que haber hecho en noviembre, pero el confinamiento de los municipios de Álava lo impidió, era hora de arrancar con él, con esta aventura de tres días de duración y más de 200 kilómetros de longitud.

La verdad es que la noche anterior a empezar no logro conciliar el sueño, me imagino que serán los nervios, así como yo tengo una responsabilidad con todos estos chic@s, también hay un montón de gente que me va a echar una mano y no puedo fallar ni a unos ni a otros.

Llegamos a las 8 menos cuarto a Legutio, lugar de inicio y a donde, si todo va bien, llegaremos el domingo. Ya están Oneka y Edu esperándome, ellos van a ser junto con Abel, que llega minutos después, mis ángeles de la guarda estos tres días, Oneka y Edu con todo el seguimiento desde fuera y Abel viviendo conmigo la experiencia desde dentro. A esta salida se apuntan Guipu, Iker, Ainhoa y Hector.

Con puntualidad inglesa arrancamos a las 8 de la mañana con nuestro primer destino en mente Ubidea, previo paso por la cima de Motxotegi. Vamos bien, frescos, quizás un poco rápido, ello hace que justo antes de coronar el primer alto, Guipu nos deje. Tendríamos que haber ido más suaves, luego más tarde no lo sabíamos, lo pagaríamos, sobre todo muy caro.

Ya en Ubidea una vez hidratados, nos encaminamos al Gorbea, pero antes tenemos que subir al Oketa y Azero. Este primer monte lo subimos a gusto con la compañía de Txusmi, que se nos ha unido unos kilómetros antes. Llega el primer problema, nos equivocamos de sendero para subir Azero y eso hace que nos metamos por una zona casi sin pisar con mucho árbol bajo y matorral, lo que nos ralentiza bastante, así como a mí me supone un esfuerzo extra con el que no contaba. Pero coronamos, delante ya tenemos el imponente Gorbea.

Justo en este momento, y yo sin saberlo, comenzó mi vía crucis particular. Acometemos la ascensión por el peñón de Igiñiger, lugar por el cual nunca había subido al Gorbea. La subida es durísima, tanto por el desnivel, unos 500 metros positivos en menos de tres kilómetros, como por el calor, no corre ni una ligera brisa y al ser una subida entre muros se hace sentir todavía más. Las rozaduras habían empezado a generarse. Coronamos finalmente y depositamos un ramo de flores que habíamos cogido en Ubidea, en homenaje a mi amigo Luis, víctima de la pandemia que nos está azotando en este último tiempo, a los pies de la "amatxu de Begoña". DEP Luis.

Bajamos para Zarate, suave suave ya que es una bajada larga. Al llegar nos espera Ana, que junto con Oneka y Edu nos han preparado unos macarrones para reponer fuerzas. También están allí Patxi, su y sobre todo su hijo Jon, un afectado de Ataxia Telangiectasia. Hace mucha ilusión encontrarse con él y esto me da fuerzas para continuar.

Yo no lo veía, pero unas manchas blancas en mi entrepierna, la sal que se había formado de sudor, estaba siendo el enemigo silencioso que iba a condicionar el devenir de los siguientes kilómetros. Salimos para Ganalto, ya solos Abel y yo, entre mucho calor y humedad. Justo antes de llegar, me empieza a molestar la entrepierna, pero continuo hasta la cima donde nos esperan Aintzine y David. Allí reponemos de nuevo líquidos y es cuando soy consciente de la avería que llevo en mi cuerpo. Dos llagas, una en cada entrepierna, de bastante magnitud, que ya en ese momento hacen que moleste el seguir corriendo.

Como vamos bien de tiempo, nos tomamos los cuatro el siguiente tramo de manera tranquila hasta Oteros. El viento que hace aquí me viene bien, pero llego a Oteros con las llagas más profundas, e incluso con herida abierta en la pierna izquierda. Cada paso duele y la bajada a Montevite se hace realmente difícil. Conseguimos llegar al final de la primera etapa. Por un lado, estoy satisfecho, por otro preocupado, no sabía si saldríamos al día siguiente.

Amanece el sábado con mucha incertidumbre. He tratado las heridas y a pesar de estar un poco mejor tengo muchas dudas en la cabeza. Gustavo me recoge y vamos hacia Los Llanos donde comenzaremos la segunda etapa. Al llegar a la esperada presencia de Dani y Abel, se une la de Lexuri y Amaia, menudo subidón y menuda sorpresa, gracias chicas me vino muy bien.

Salimos para hacer todos los Montes de Vitoria, desde San Miguel, Busto, Zaldiaran, aquí nos espera Raúl, junto con Gunnie, para acompañarnos un tramo, Arrieta. En la bajada de Arrieta, justo en el puerto de Vitoria, paramos un momento para avituallar con la ayuda de Reyes, Oneka y Edu. Aprovecho yo entonces para mirar las heridas. El frio de la mañana unido a la ausencia de sol y la crema antibiótica que me he dado parece que por momento contiene el dolor y que vayan a más. Por lo que continuamos camino dirección Okina, pasando por Pagogan y Zaldizkar. Para mí es uno de los tramos más bonitos, quizás por la neblina que viene junto con nosotros, que hace de estos bosques un lugar mágico por el que vamos trotando sin prisa, pero sin pausa. El día está transcurriendo fantástico así que casi sin darnos cuenta, en el momento que el cielo empieza a abrir estamos en el kilómetro 30 o lo que es lo mismo en Okina.

Nos despedimos de las chicas y nos quedamos Abel, Dani y yo. Unimos a nuestro grupo a Roberto y salimos con buen ritmo, pensando ya en el avituallamiento sólido de Azaceta. El recorrido por el que vamos es precioso. El sol aparece ya de forma continua y nos ilumina el herboso sendero por el que ascendemos a Kapildui. Las piernas ya no van tan frescas, pero todavía van. Tenemos un momento de duda en un cruce lo que nos lleva a entrar mínimamente en el terreno de entreno de los Berrozi, pero nos damos cuenta a tiempo y con un ligero retraso después de pasar por un hayedo impresionante, acudimos casi puntuales a nuestra cita con la pasta y el tomate.

Saliendo del avituallamiento nos las prometíamos muy felices, pero nada más lejos de la realidad. Si bien es cierto que comenzamos muy bien la subida a Indiagana e Itxogana, aquí comenzaron las dificultades. Varios errores con el track nos hicieron perdernos varias veces. Lo que era un tramo sencillo de siete kilómetros para hacerlo en 1 hora a lo sumo, nos costó casi tres horas, bajadas por senderos muy poco marcados, por fuera de camino, subidas a la brava por donde parecía que podía haber pista, en fin, muy duro para nuestros ya maltrechos cuerpos. Encima el tiempo cambia, frio y viento se hicieron notorios.

Parecía reconducido el camino ya en Laminoria, con lo que la subida al Santa Elena no costó más que lo esperado para las piernas, si bien los senderos por esta zona están muy cerrados y algún recuerdo en forma de rasponazo nos llevamos. A la altura de Erroeta el frío ya era insoportable, pero conseguimos llegar al coche que marcaba sin viento solo dos grados. Me imagino que por la zona expuesta de Arrigorrista y de su cresterío estaríamos bajo cero casi con total seguridad. El día termina con la satisfacción del camino recorrido y con la mente puesta en el domingo.

El domingo arrancamos pronto, con la compañía de Carlos y Dani, compañeros míos en el Basajaun Mendi Kluba de Bilbao. Toca subirse a la sierra de Urkilla. La jornada amanece tranquila con un ligero viento, pero con sol, nubes y buena temperatura. La mejor noticia, además de que estamos terminando esta travesía, es que las piernas todavía pueden trotar y que las heridas del primer día están prácticamente curadas. Ascendemos hasta llegar a Oburu y Malkorra, donde el viento nos dice que solo nos había dado una pequeña tregua, azotando en las alturas con bastante fuerza. Una incómoda niebla nos hace dudar ligeramente, pero, esta vez sí, reconducimos la situación rápidamente. Por delante un largo sube y baja continuo para buscar la Sierra de Elguea y como no, sus 78 molinos.

Justo en el momento de llegar al primero de ellos, la niebla se levanta y nos deja verlos en toda su magnitud. Ahí posan, majestuosos, imponentes y con sus aspas moviéndose a gran velocidad. Vamos poco a poco descontando números, a la altura del molino 36 nos esperan en el avituallamiento y quizás más lento de lo previsto, pero disfrutando de cada paso nos encaminamos hacia allí.

Dejamos la compañía de Carlos y Dani, para junto con nuevos miembros, Ainhoa, Gari, Itxasne, Yoli y Guille acometer la segunda parte del parque eólico y poner ya nuestra mirada en el pantano de Landa, lugar de descanso para reponer fuerzas de manera más pausada. Este tramo hasta el pantano, lo hacemos ya con la compañía del sol y del calor, no tan acusado como el primer día. Se agradece ya que la estampa es impresionante. Se puede ver perfectamente todo el recorrido del viernes y el del sábado. También distinguimos colosos como Anboto, Aitzgorri, la sierra Salvada y la del Toloño, un espectáculo para la vista y para todos los que amamos la montaña. Después de ascender el duro cortafuegos de Usako atxa, paramos un momento para hacer alguna foto de recuerdo, ya que merece la pena, no va a ser todo sufrir, ¿no?

Finalmente llegamos a Landa y después de comer unas exquisitas albóndigas con arroz, cortesía de Borja y una palmera de chocolate gracias a Belda, junto con Hector y Maitane nuestros últimos guías nos dirigimos por Jarindo , Maroto y Albertia hacia el final de la aventura. La subida a Albertia ya cuesta mucho a pesar de que, debido a que vamos muy bien de hora, vamos tranquilos y disfrutando de cada paso. Este monte es uno de los grandes descubrimientos para mí, tanto por sus senderos como por su flora, con sus hayas trasmochadas.

Delante ya tenemos Legutiano, 186 kilómetros más tarde y casi 9000+ después (hubo que recortar algo el recorrido por el dichoso toque de queda). De la mano de mi hija Nahia, con mi mujer Itsaso allí presente y algún amigo más como Lexuri y Xabi para vernos llegar, atravesamos por fin la plaza de Legutiano y finalizamos este reto. También tuve la sorpresa de ver a mis padres que se animaron a venir desde Bilbao a felicitarme.

Se acaba esta aventura con todos esos kilómetros recorridos, 2.300€ recaudados para la Ataxia Telangiectasia y sobre todo sabiendo que, aunque sea pequeña, hemos hecho una aportación para luchar, junto con las familias, contra esta rara enfermedad. Gracias a todos de corazón por haberme acompañado en esta bendita locura.