- A Lewis Hamilton siempre le ha perseguido la crítica, los ecos de voces que hablan del Mercedes como argumento de sus éxitos. Con honestidad o simplemente como gesto de cara a la galería, a lo largo de todos estos años de dominio abrumador el piloto ha reclamado competencia. El británico entiende que, llegados a este punto en el que encabeza los registros más prestigiosos de la Fórmula 1, la única manera de desarmar a los detractores es ganar ante dignos y reconocidos rivales en cuanto a la mecánica se refiere. A título personal, tener una mayor rivalidad también podría suponer un estímulo, porque al fin y al cabo, como manifestó Pelé, "cuanto más difícil es la victoria, mayor es la felicidad al ganar". El piloto de Stevenage puede celebrar, al menos por ahora, que esta temporada está adquiriendo visos de ser más complicada que las precedentes. La situación le está llevando, incluso, a que su ambición supere a su talento.

La némesis es la combinación de Max Verstappen y el Red Bull, la única mezcla que se antoja como capaz de plantar cara al imperio que conforman Hamilton y Mercedes. En la primera de las dos carreras disputadas hasta la fecha, el neerlandés ya asomó los colmillos. Una sanción le privó de estrenar la temporada con victoria. Verstappen tuvo ritmo suficiente como para haber cruzado la meta antes que Hamilton, pero la impaciencia le privó de colocarse líder de la F-1 por primera vez. En la maniobra del adelantamiento a Hamilton pisó fuera de la pista y tuvo que ceder la posición. De todos modos, la amenaza entró en vigor.

En el Gran Premio de Emilia Romagna, Verstappen se resarció. Obtuvo su primer triunfo del año, el undécimo de su trayectoria. Mad Max está a un solo punto de encabezar el campeonato, el punto que sumó Hamilton con la vuelta rápida en Imola. Y es que ambos pilotos se reparten las conquistas y la diferencia es esa, un raquítico punto.

El circuito de Imola no es Sakhir, y eso es motivo de satisfacción para Red Bull. El monoplaza se ha mostrado competitivo en dos escenarios. Las sensaciones son positivas. Si alcanzará para privar a Mercedes de su octavo título consecutivo lo dirá el tiempo, pero desde luego la máquina está respondiendo y la determinación de Verstappen es absoluta. No quiere dejar escapar la más mínima oportunidad. Después de la desazón por no poder rivalizar, ahora siente que además de gozar de la ocasión no tiene nada que perder, porque sería más de lo mismo, claudicar contra el todopoderoso. Pero la ambición de Verstappen es insospechada. Lo demostró en la salida en Imola: desde la tercera pintura atacó la primera curva en cabeza y no cedió en su empuje al acelerador. Hamilton, siempre intimidatorio, apuró y hubo contacto entre los coches, pero el inglés tuvo que subirse al piano para evitar males mayores por el ímpetu de Mad Max, que desbancó al poleman. La firmeza, la convicción, le dio el liderato. Desde la azotea dirigió la prueba y se sobrepuso al contratiempo del desgaste de los neumáticos.

Verstappen engordó su ventaja hasta los cinco segundos en un asfalto mojado con tendencia a secarse. Cuando aparecieron las calvas en el agua, cuando empezó a dibujarse un carril, la diferencia se redujo drásticamente. Verstappen agonizaba. Red Bull, dispuesto a plantar batalla hasta la última de las consecuencias, montó slicks a Verstappen. Hamilton, cortado por un pit stop lento, regresó a pista por detrás del neerlandés tras completar su parada. El equipo energético salvó los apuros.

El duelo, frenético, se trasladó al nivel de pilotaje con calzos lisos y una pista todavía húmeda. Entonces llegó una de las imágenes inusuales en los últimos años. "Cometí un error por primera vez en mucho tiempo". Hamilton, ávido por recortar diferencias, fue superado por su ansiedad. Cuando trataba de adelantar a un piloto doblado pisó una zona húmeda y se deslizó hasta la puzolana, donde se arrastró hasta chocar con las protecciones. "Solo había una línea seca y he tenido demasiada prisa por adelantar", admitió. Tuvo que salir de la grava marcha atrás y pasar por el garaje para reparar el morro del coche. Verstappen exigió a Hamilton y el insaciable británico acusó el estrés. Estuvo cerca de abandonar, lo que no sucede desde 2018. Nada pudo detener entonces al consistente neerlandés, ni tan siquiera una segunda salida relanzada.

Este segundo despegue iluminó las opciones de Hamilton de minimizar su error, porque cedió menos tiempo de lo esperado. El británico remontó desde la novena plaza hasta la segunda. El resultado le permitió retener el liderato del Mundial. La sensación es de una diferencia mínima, como así lo refleja también la clasificación. "Es una temporada muy larga. Hay que mantener la calma", expresó con gelidez Verstappen, el hombre de rostro inexpresivo pero de una determinación punzante que hirió a Hamilton.

Lando Norris acabó tercero tras una defensa numantina del podio. El joven está exprimiendo las bondades del McLaren, que al verse propulsado por Mercedes se transforma en un cohete en las rectas. El inglés contuvo la amenaza de los Ferrari, otros monoplazas venidos a más. Leclerc fue cuarto y Sainz, quinto. El madrileño progresa adecuadamente. Porque su compañero salió cuarto y no ganó posiciones, mientras que él partió undécimo y además tuvo dos salidas de pista. "¿Cuantos errores más voy a cometer?", bramó autoinculpándose. Aunque a la postre quedó satisfecho: "No vamos por el mal camino, eso seguro".

Fernando Alonso, que abandonó en la cita inaugural con problemas de sobrecalentamiento en los frenos por culpa de un envoltorio de sándwich, se consoló ayer con el hecho de haber acabado la carrera. Cruzó la meta en undécima posición, un puesto por detrás de su compañero Ocon, tras arrancar decimoquinto. Pero tras una sanción a Raikkonen se aupó el décimo lugar, sumando así su primer punto. El asturiano solo ganó las plazas que dejaron vacantes los abandonos y los errores ajenos. "Debería haberlo hecho mejor; no he estado al nivel adecuado. Siempre quieres más, estar más arriba y con más confianza en el coche, pero lleva tiempo, es la primera carrera que termino desde hace dos años", valoró, antes de ser aplicada la pena a Raikkonen.