- En el ciclismo voraz, el que no espera a nadie, en el que en marzo se pegan, se retan y se exhiben quienes tienen que florecer en mayo con el Giro y en julio con el Tour, cada carrera es un final. No hay espacio para la pausa. El mañana no existe porque es caduco. Mikel Landa atacó en el Trofeo Laigueglia a 50 kilómetros de meta y en tiempos pretéritos, pero no tan pasados, hubieran pensado que no deja de ser un loco maravilloso en busca de una aventura con el sol tímido del ocaso del invierno acariciándole el lomo. Eso era antes.

Cuando giró el cuello supo Landa del ciclismo que ya no es. Colgado de Landa estaban Egan Bernal, Thibaut Pinot, Bauke Molema… Días más tarde, en la Strade Bianche, en el grupo del que salió el atómico Van der Poel para conquistar Siena se reunieron el campeón del Tour, Pogacar, el que lo fue en 2019, Bernal, Alaphilippe y Van Aert, entre otros. Solo es marzo, pero parece mayo, cuando brota el Giro, o julio, cuando cae en cascada el Tour. En la Tirreno-Adriático que arranca hoy y se prolonga hasta el día 16, el alavés se citará con Pogacar y Bernal, los dos últimos ganadores del Tour con la idea de “pelear” y estar con ellos en la disputa de la prueba italiana, que concentra su dureza el sábado y el domingo. En el cartel, solo falta Primoz Roglic, que compite en la París-Niza. El esloveno fue tercero en la crono de ayer. La etapa la conquistó por centésimas Stefan Bissegger, el nuevo líder. Roglic es tercero en la general y hoy se espera su irrupción en la primera jornada de montaña de cita gala.