En noviembre volvió a la selección después de tres años y ahora vuelve a repetir. ¿Se va asentando en la absoluta?

-Me lo tomo con la misma filosofía con que me la tomé en la convocatoria de noviembre. Al final, somos un grupo de jugadoras muy amplio, en especial, en la posición en la que yo me encuentro, donde hay mucha competencia, pero cada momento que me viene lo intento disfrutar. Siempre intento vivir cada experiencia como si yo fuera una esponja, para aprender de cada momento que pueda estar ahí. Por eso, intento vivir sin ninguna expectativa.

Tanto tiempo sin acudir a la selección y ahora dos convocatorias consecutivas.

-La palabra no es un factor que siempre tiene que estar presente y tiene que estar dentro de un jugador. Los fracasos están en el día a día, tanto o más que las victorias. Incluso me atrevería a decir que hay más de lo primero que de lo segundo en el cómputo global de una carrera de cualquier jugador. En mi caso, yo vivo con eso. Yo he estado tres años fuera de la selección, el poder estar es un regalo y el que no pueda estar también es una posibilidad. Entonces, yo estoy preparada tanto para el sí como para el no, y son las vivencias de cada uno las que te preparan para esta noticia.

Lleva ya dos años en Vitoria, ¿la ve como su segundo hogar?

-Estoy muy cómoda aquí y como bien dices, es como mi segunda casa. Vitoria siempre va a ser una opción en mi futuro. Cuando vine a la capital por primera vez, mi expectativa era la de encontrar un sitio en el que poder quedarme varios años, y creo que por fin he logrado ese objetivo, porque me encuentro muy cómoda y eso luego se nota sobre la pista.

Esta temporada, sin duda alguna, ha dado un paso al frente. ¿Se lo esperaba?

-Al final, es algo que la propia dinámica marca. Quizá esta temporada sea una jugadora y el año que viene otra. Este año, las circunstancias se han dado así. Esta situación no es producto de una conversación en concreto, es simplemente, que a veces salen las cosas y otras no. El trabajo siempre se puede ver reflejado en la pista, pero hay otras veces que por mucho que trabajes, los resultados llegan más tarde. Entonces, yo creo que es una mezcla de todo, del trabajo del verano y de la dinámica del grupo, y el intentar y poder ayudar al equipo en todos los aspectos hasta el día de hoy.

-Está siendo un año raro, ¿puede ser una de las razones que les está impidiendo coger ritmo?

-Es cierto que nos costó arrancar al principio con algún que otro partido aplazado, pero poco a poco hemos conseguido encadenar partidos y coger ritmo. Sí que es cierto que las victorias han tardado en llegar, pero ahora nos encontramos en un momento dulce, el equipo ha logrado encadenar buenos partidos. Ahora, enero está siendo difícil, porque a día de hoy sólo hemos jugado un partido. El mes ya se acaba y esto siempre dificulta a la hora de intentar coger el ritmo de la competición.

¿Qué diría que le falta por mejorar?

Me considero una jugadora bastante joven y me gustaría poder asentarme como una jugadora más madura. Entonces, diría que me falta el poder ir quitándome esa etiqueta y que se vaya viendo a una Laura más madura. Aún creo que me faltan por mejorar muchísimas cosas y suelo aprovechar los veranos para mejorar elementos que durante la temporada no puedo a causa de la falta de tiempo, como el bote o la parada y tiro. Al final, siempre se puede mejorar y no hay que obsesionarse, hay que ir poco a poco.

¿Hay alguien que le ayude en sus entrenamientos?

Sí. Entreno con Alberto González, quien fue mi primer entrenador cuando empecé en el baloncesto. Él fue quien me cogió y a día de hoy seguimos entrenando todos los veranos juntos. Además, durante toda la temporada estamos en contacto, y él ve todos mis partidos y me da consejos y su punto de vista, algo que siempre se agradece, ya que una opinión desde fuera del equipo siempre es positiva. Al final, él es un gran apoyo, porque también es psicólogo y también me ayuda en ese aspecto.

Este año parece que no les están saliendo tan bien las cosas en cuanto a resultados. ¿Cuál cree que ha sido el factor clave?

-Está siendo una temporada atípica para todo el mundo, no solo para nosotras. Aunque sí que es cierto que no hemos sabido encontrar el equilibrio hasta hace unas jornadas. Yo creo que la llegada de Valeriya ha sido un plus y ha hecho que el equipo se encuentre más equilibrado y me atrevería a decir que nos encontramos en el mejor momento de la temporada como estructura de equipo. Al final, ha faltado un poco de equilibrio y la dinámica, porque al final es muy fácil jugar cuando las cosas van bien y salen de cara, pero este año no está siendo así. No estamos teniendo momentos de suerte por así decirlo y por lo tanto nos ha costado más sacar victorias.

Pizca de suerte podría haber sido tener a la 'Marea Verde'. Con ella algún que otro partido podría haber acabado en victoria€

-No tengo ninguna duda al respecto. El año pasado ya me quedé alucinada con lo que era jugar en Mendizorrotza con la grada llena y es que era la mejor sexta jugadora que teníamos y se les ha echado y se les echa muchísimo en falta. Jugar en pabellones vacíos no nos gusta a nadie, porque las jugadoras jugamos para nosotras, pero sobre todo jugamos para el público. En nuestro caso, jugamos para la Marea Verde. El Araski es un club de sus propios fans y se les echa mucho de menos, en especial, en los partidos complicados.

El equipo empezó a encadenar victorias cuando se certificó la no clasificación para la Copa de la Reina. ¿Una presión menos que ayudó?

-Todo fue un proceso, ya sabíamos que la Copa estaba muy lejos y nos centramos simplemente en jugar. Sí que es cierto que cuando no tienes tanta presión es más fácil jugar, pero a nosotras también nos gusta la presión. Competir sabiendo que te estás jugando algo, es algo que gusta a cualquier jugador. El despegue del equipo vino en ese medio partido ante el Zaragoza que se aplazó. A partir de ahí el equipo ha ido hacia arriba.

¿Agobia el hecho de no poder clasificarse para los 'play off'?

-Nuestro gran reto es poder meternos entre los ocho primeros y ahora el equipo está preparado. Tenemos la mirada fija en ese objetivo y estamos trabajando para ello. Aun así, sabemos que va a ser muy complicado porque ya se está viendo como los equipos de la zona noble tienen mucho nivel y está todo muy igualado. Ese es nuestro gran reto, no tenemos ninguna presión por lo que haya podido conseguir Araski en otros años, pero esa es nuestra meta personal.

Si tuviera que pedir un sueño al baloncesto. ¿Cuál sería?

-Me encantaría poder conseguir la medalla de oro en unos Juegos Olímpicos, pero quizá y como ya he estado en unos Juegos, ahora me encantaría poder ganar una Euroliga.

En un futuro lejano y cuando se retire, ¿Cuáles son sus planes? ¿Más baloncesto?

-En este aspecto tengo un dilema interno, porque el baloncesto me encanta y lo disfruto muchísimo y no solo jugándolo, sino viéndolo también. Por ejemplo, por las tardes en mi casa me tiro viendo todo lo que hay, ya sea la Liga Femenina, Euroliga, Eurocup, ACB€ Es decir, todo. En definitiva, me gustaría seguir ligada al mundo del baloncesto, pero es que también estoy terminando la carrera de Marketing, que es algo que me gusta muchísimo y a lo que también le dedico mucho tiempo. Entonces, la fórmula perfecta sería mezclar baloncesto y marketing, como por ejemplo, ser community manager o estar en la sección de marketing de algún equipo de baloncesto.

Quizá en el Araski en el día de mañana€

-Tendría que hablar con el club y con Amaia, pero por qué no (ríe).

¿Su mejor momento? ¿Y el peor?

-El mejor momento es cuando conseguimos con la selección la medalla de plata en Río en 2016 y creo que fue el culmen de mi carrera deportiva y que además me llegó muy pronto, con 20 años, pero creo que fue donde más he podido disfrutar en una pista de baloncesto. Respecto al peor, no sé porque intento ver y sacar el lado positivo a todas las cosas, pero mi temporada en Zamora fue bastante dura a causa de mis problemas físicos.

Ha llegado a ser la jugadora más valorada de la Liga Endesa. ¿Recompensa al trabajo?

-Siempre que viene alguno de estos premios me lo tomo como un regalo a todo el trabajo que se hace durante la temporada. Al final, es intentar fortalecer al equipo en el que juegas. Cuando una jugadora es capaz de mostrar su mejor versión es en beneficio para el equipo. Yo siempre me he considerado una jugadora de equipo y todo el trabajo que puede hacer va en beneficio del equipo.

¿Alguna jugadora referente?

-Mi jugadora top es Alba Torrens, tiene muchísimos aspectos técnicos que me encantan y creo que tiene magia en las manos. Luego tengo muchísima suerte de tener dos compañeras magníficas como son María Asurmendi o Tania Pérez, que tienen mucha más experiencia que yo y de las que aprendes cada día y en cada entrenamiento.

¿Algún ritual a nivel personal antes de salir a la cancha?

-No especialmente, aunque sí que es verdad que aunque no sea una jugadora supersticiosa, tengo alguna manía como no salir a la cancha con los cordones atados. Además, siempre me paso la pistola de masajes por las piernas y luego ya me pongo a calentar y tirar. Aunque ya te digo, no soy de esas personas que tiene que escuchar la misma canción o llevar la misma ropa interior. En ese sentido no me considero supersticiosa, pero sí que suelo seguir la misma rutina.

"Cuando llegué a Vitoria el primer día, mi expectativa era encontrar un lugar para quedarme durante años y creo que lo he conseguido"

"Nuestro gran reto es meternos entre los ocho primeros y disputar el 'play off' y ahora el equipo está preparado para conseguirlo"

"He estado tres años fuera de la selección, por lo que cuando estoy me lo tomo como un regalo y voy como una esponja, a aprender"