El deportista, aventurero y empresario pamplonés Antxon Arza, de 58 años, falleció ayer de forma súbita, y su muerte dejó en shock al deporte navarro, especialmente al piragüismo y a todas las modalidades relacionadas con la naturaleza, a las que siguió dedicándose incluso después del grave accidente en el año 2000, en un río de Venezuela, que le dejó parapléjico.

A Antxon Arza se le considera el auténtico pionero en el descenso de aguas bravas en kayak en España -especialmente en los ríos pirenaicos-, y uno de los principales del mundo, porque estrenó tramos de ríos en los cinco continentes.

Tal y como él mismo explicaba, Antxon Arza trabajó a los 18 años como monitor de roca y hielo de la Escuela Nacional de Alta Montaña y como profesor de Esquí de Fondo en el CDN.

Aunque inicialmente trabajó en Especias Onena, donde aprendió los fundamentos del trabajo empresarial, como quería dedicar más tiempo a la escalada, al descenso de ríos y a la espeleología, fundó Urkan Kayak, empresa líder en distribución y venta de canoas y kayaks.

Ser pionero en el descenso de numerosos ríos pirenaicos le posibilitó trabajar como especialista para el programa de TVE Al Filo de lo Imposible en todos los programas de aguas bravas desde 1987 hasta el año 2000, lo que le introdujo además en el mundo de los documentales, como 180º Rumbo hacia la luz, estrenado en 2015, sobre tres personas capaces de superar sus limitaciones.

Su grave accidente lo comentaba así, en una entrevista para este periódico en 2013: “En 2000, bajando el río Yuruaní, en Venezuela, me rompí dos vértebras. Inmediatamente me di cuenta de que no podía mover las piernas. Me tuvieron que sacar de allí. Estábamos a hora y media de la carretera más cercana y a 1.500 kilómetros de Caracas, donde me operaron”. Un rescate complejo “en el que todos aportaban ideas, pero en el que hubo que delegar en el que sabía de primeros auxilios”, recordaba.

Veinte días hospitalizado, regreso a Barcelona y posteriormente a Pamplona para continuar con una rehabilitación que no logró separarle de su nueva acompañante. “En cualquier caso -decía-, la silla de ruedas la tienes debajo del culo. No en la cabeza”.

Y con esa inesperada compañía, lejos de resignarse a abandonar su vida deportiva, Antxon Arza se dedicó a navegar, a bucear, a esquiar, o a volver al monte en quad y cruzar con él el Sahara marroquí o los desiertos chinos de Gobi y Taklamakan... “Y disfruto de todas estas cosas más que antes”, aseguraba.

“Cuando tuve el accidente, al principio me imaginaba que no me había ocurrido a mí y que iba a retomar mi vida. Pero me di cuenta de que sí, que había pasado y que debía encontrar soluciones. Tenía que seguir adelante y no tirar la toalla”. Y a ello se dedicó.

Un golpe mucho más duro, mucho más difícil de superar, fue el que sufrió por la muerte de su hijo Adi, de 15 años, que volvía a casa de noche en bicicleta y fue atropellado por un coche.

Otra faceta en la que destacó Antxon Arza fue en la de conferenciante a empresarios y directivos.

Como Urkan Kayak quería atender a los amantes de los descensos en aguas bravas en los Pirineos, la empresa desarrolló su piraguómetro, con información en tiempo real de los caudales de toda la Confederación Hidrográfica del Ebro, lo que, unido a los conocimientos de cartografía y GPS de Urkan Kayak hizo que surgieran algunas conferencias con el Gobierno de Navarra, y cursos de formación al aire libre y en equipo destinadas a empresas. “Les quitamos el móvil, les damos una brújula y los soltamos en el monte. De momento tenemos la suerte de que han vuelto todos a comer”, comentaba con una sonrisa.

Una actividad de aplicar experiencias vitales al mundo empresarial que le hizo recibir en 2010 el premio Manager Speaker.

Y entre sus reflexiones sobre la innovación válida para ambos ámbitos, una clara referencia a su paraplejia: “Innovar es buscar nuevas soluciones a viejos problemas. Si somos innovadores, aunque nos corten las alas podemos seguir volando”.