"Es una grandísima oportunidad. Cuando me lo dijeron, no me lo creía y tuve que aguantarme la lagrimilla porque es un sueño hecho realidad". A Borja Arnedillo, un técnico vitoriano de balonmano al que no se le cayeron en su día los anillos para tratar de triunfar lejos de casa, se le iluminó una sonrisa en el rostro cuando Jordi Ribera, el seleccionador nacional absoluto, le trasladó el firme deseo de contar con sus servicios para buscar la tercera corona para España en el Campeonato del Mundo de Egipto, cuyo inicio tendrá lugar este miércoles.

Como no podía ser de otra manera, el hombre fuerte del banquillo de una de las grandes potenciales mundiales del balonmano obtuvo un sí como respuesta. Arnedillo integrará en breve la expedición con destino al país africano con la maleta cargada de ilusión y esperanza. La recompensa merecida a su fervor por un deporte que, en parte, fue inoculado por su padre Juan Luis, la indiscutible referencia de los banquillos en Álava que lleva casi medio siglo vinculado a este deporte.

Su labor le producirá muchas ojeras en el rostro, pero colma sus ambiciones profesionales. Y es que el gasteiztarra será uno de los encargados de hacer el scouting de los rivales de España junto a César Montes, José Luis López Becerra y el brasileño Diogo Castro. En la primera fase aguardan Túnez, Brasil y Polonia, aunque todo hace indicar que la estancia de Arnedillo en Egipto se prolongará más tiempo dado que España es una de las más cualificadas candidatas a medalla y disputará más encuentros correspondientes a la segunda fase y las eliminatorias a cara de perro previstas a partir de cuartos de final.

"Vivir un Mundial desde dentro con los mejores jugadores del mundo y estar en el día a día con la selección es un sueño, lo máximo a lo que puedes aspirar siendo un entrenador joven. No es la junior o la juvenil, que también sería algo increíble, sino la absoluta", reconoce Borja, que ya desempeñó esta misma función para la Federación cuando España se proclamó campeona de Europa en 2018 y 2020, salvo con una diferencia.

Entonces trabajaba desde Madrid y no tenía contacto directo con los integrantes del equipo que acabó por subirse a lo más alto del podio gracias al saber estar de los Raúl Entrerríos, Joan Cañellas, Juanjo Maqueda, Alex Dujshevaev, Viran Morros y compañía. Eso sí, las medallas están bien custodiadas en su casa como un recuerdo imborrable de su trayectoria en los banquillos, que se inició antes de lo que suele ser normal tras no ver colmadas todas sus expectativas en su etapa como jugador.

"Dejé de competir a los 21 años. Aquí en Vitoria lo podía hacer bien en mi puesto de extremo izquierdo, pero llegué a León y era una fábrica de diestros de 1,80 metros que juegan a balonmano impresionantemente bien. Me di cuenta de que ser jugador no era lo mejor para mí. Yo estaba estudiando para ser entrenador, entonces era un paso natural. Si lo adelantaba más, era un tiempo que iba a ganar. A la larga ha sido una decisión inteligente", relata el vitoriano, con su vida hecha en la capital de España y que no puede venir a Vitoria todo el tiempo que le gustaría para estar con su familia y sus amigos.

Por delante le esperan dos semanas frenéticas en las que no dispondrá de tiempo para disfrutar de las maravillas de Egipto, más en un contexto de pandemia que limitará al máximo los movimientos de todos los protagonistas. Una función sacrificada pero que acepta gustoso porque una experiencia de este calibre no se vive todos los días. "Yo soy analista de vídeo. Normalmente lo que hago todos los días cuando España descansa es ver y analizar los partidos de los rivales. Aunque pienses que con este a lo mejor no nos cruzamos, igual luego en semis sí te puede tocar. Entonces hago mi trabajo con independencia de que no lo vaya a utilizar. El Mundial de balonmano no es como el de fútbol, aquí juegas cada dos días y cuando acaba un partido ya debes tener todo lo del siguiente preparado", aclara.

Para recibir este voto de confianza, también se ha valorado de él su buen manejo del inglés o incluso sus nociones del árabe. No en vano, este vitoriano con fama de nómada ya vivió en 2018 una exótica experiencia en Arabia Saudí al ser el segundo técnico del Mudhar Handball Club. Con anterioridad, había hecho sus primeros pinitos en plazas balonmanísticas de primer orden como León, Zamora o Benidorm. "Detrás de un Mundial, hay mucho trabajo que no se aprecia. Recuerdo que en el último Europeo estaba hasta las tres de la mañana en mi casa con toda mi ilusión trabajando para el equipo nacional. Ahora ir con ellos es un premio, con la diferencia de que estaré hasta las tres de la mañana en Egipto", desvela entre risas.

En plena concentración de los hispanos, donde ya sufrió alguna que otra broma el día de Reyes, Arnedillo perfila los últimos detalles de una labor en la que no debe fallar prácticamente nada de cara a la conquista de un metal. Los integrantes de la selección le hacen muy fácil su convivencia y eso es lo que más valora por encima de otras consideraciones. "Todos los que conozco, como el portero Gonzalo o Josu Goñi, con el que coincidí en León, son gente muy natural, sana y divertida. Por eso, siempre estoy a gusto y me reciben bien", puntualiza.

El gasteiztarra seguirá todos los partidos de España desde la grada del pabellón de la Nueva Capital en El Cairo, con un aforo para 7.500 aficionados. Tras sendas concentraciones previas en Sierra Nevada y Guadalajara, ya arde en deseos de aterrizar en tierras africanas. La selección estrenará un sofisticado programa de estadística-táctica en vivo para que ni el más mínimo detalle quede a la improvisación.

Como no podía ser de otra forma, la emergencia condicionará todos los movimientos de jugadores y técnicos durante la estancia en Egipto. De hecho, la selección que sufra un positivo por coronavirus en plena competición corre el riesgo de ser expulsada. Borja y el resto de componentes deberán someterse a continuas PCR, pero también recalca que "yo no le doy ninguna importancia porque esto es un sueño cumplido para mí".

"Todo lo que nos ha llegado es que va a ser muy estricto. Si quieres salir y resulta que uno se infecta, pues nos vamos todos para casa. Será hotel-pabellón y pabellón-hotel. Si fuera una situación normal, a lo mejor algo de tiempo podría sacar para un pequeño rato de ocio, pero es imposible. Con los otros analistas, tenemos que llevar el trabajo al día y nos tocará estar en el hotel sacando cortes para ayudar lo máximo posible a Jordi", aclara Arnedillo, el segundo vitoriano que acude a un Mundial tras el legendario Iker Romero.

Las aspiraciones de los hispanos, a su juicio, son "las máximas", aunque la competencia será feroz con potenciales mundiales de primer orden como las selecciones escandinavas, Alemania, Francia, Croacia o Hungría. "No sabemos muy bien cómo va a responder el equipo cuando a medio plazo hay otro objetivo tan grande como los Juegos, pero España debe ir siempre como favorita porque es bicampeona de Europa y del mundo", concluye.

"Es una grandísima oportunidad, cuando me lo dijeron tuve que contener la lagrimilla"

"Vivir un Mundial desde dentro es lo máximo a lo que puedes aspirar siendo un técnico joven"

"Ir con el grupo allí es un sueño; la diferencia es que trabajaré ahora en Egipto hasta las tres de la mañana"

"Los controles van a ser estrictos y no sacaré tiempo para el ocio, pero no le doy importancia"

Técnico vitoriano de balonmano