- Quién le iba a decir a Elena Loyo hace cinco años, cuando empezó a enfundarse las zapatillas de correr con asiduidad y se puso a las órdenes de Martín Fiz, que seguiría los pasos de su mentor y conseguiría alguna vez un billete para unos Juegos Olímpicos. Tras muchos meses de esfuerzo y preparación, la atleta de Murguía consiguió el pasado domingo en la Maratón de Valencia superar con creces la mínima de 2 horas, 29 minutos y 30 segundos exigida para poder viajar a Tokio en el verano de 2021, al completar la prueba en 2 horas, 28 minutos y 25 segundos. Ya de vuelta en su localidad natal, la alavesa disfruta junto a su familia de la realización de uno de los sueños de todo deportista.

¿Ha asimilado ya todo lo ocurrido en Valencia y la consecución de la mínima olímpica?

-Quizá no. No del todo, al menos. Sí que estoy muy contenta y relajada después de que hayan salido bien las cosas. Una de dos, o no soy todavía consciente de lo que he conseguido o me lo he tomado con mucha calma. No me siento diferente de una semana a otra, solo más tranquila.

Imagino que habrá recibido muchas felicitaciones.

-La verdad es que sí, las personas de mi entorno están muy contentas y hay algunas que se ponen en mi lugar y se emocionan, casi más que yo. La verdad es que el domingo sí que estaba con los sentimientos a flor de piel, con una sensación difícil de describir, pero ahora ya estoy más calmada.

¿Cómo vivió la Maratón de Valencia desde dentro?

-Tuve bastante suerte porque contamos con la ayuda de la liebre hasta el kilómetro 32 de carrera y tras ella fuimos un grupo numeroso de corredoras que buscábamos conseguir la mínima olímpica, lo cual fue muy útil, especialmente en los tramos de viento, ya que iba más resguardada. Cuando la liebre se apartó, hubo un momento de duda, nadie se decidía a tirar del grupo y yo lo tuve claro, cambié el ritmo y me puse al frente. Solo me siguió una atleta colombiana, que luego terminó delante de mí, y nos alejamos del resto. A partir de ahí, fui dosificando, porque todavía quedaban 10 kilómetros por delante y los esfuerzos pueden pasar factura, pero me encontré bien de fuerza y mentalmente también iba muy animada.

¿Era consciente durante la carrera de que estaba registrando tiempos para superar la mínima olímpica?

-Yo iba con buenas sensaciones y, aunque durante la carrera no estuve pendiente de ello, el poder seguir el ritmo de la liebre es un síntoma de que los tiempos son buenos, el peligro habría sido descolgarse. En el momento en el que se apartó no corrí pensando en la marca, simplemente intenté llevar un buen ritmo y regular el esfuerzo. Cuando faltaban dos kilómetros para la meta miré el reloj y ahí me di cuenta de que iba con margen para poder lograr la clasificación, muy mal lo tenía que hacer para quedarme fuera. La parte final la pude completar con más tranquilidad.

¿Qué sintió al cruzar la línea de meta y ver que ya lo tenía?

-En un primer momento mucha alegría al ver el 2:28 en el cronómetro. Muchas veces he fantaseado, he soñado con pisar la alfombra azul de Valencia y ver al fondo una marca como esa. Sentí felicidad de poder ver ese deseo cumplido, pero todavía no era consciente de lo que eso significaba, no pensaba en Tokio. Pasados unos segundos me di cuenta de ello y llegaron las lágrimas. Se mezclaron muchas emociones, pasé de la tensión y los nervios de días anteriores, de pensar que iba a salir mal y que no lo conseguiría, a la relajación por haber logrado el objetivo.

¿Qué ha cambiado de carreras anteriores a esta para bajar en más de dos minutos su anterior mejor marca?

-Yo no soy una atleta que lleve toda la vida compitiendo, por lo que creo que se empieza a notar la experiencia. Ahora me conozco mejor como corredora y puedo hacer entrenamientos de más calidad. También entiendo mejor las carreras. El cuerpo va evolucionando y adaptándose a las cargas, en esta última preparación he notado que podía aguantar ritmos más altos. Mentalmente soy más fuerte que cuando empecé a entrenar, pasé muchos nervios en los días anteriores a la carrera, pero una vez comenzó la prueba estuve tranquila y tomé buenas decisiones. Todo eso suma.

Cuando empezó a tomarse este deporte en serio cinco años atrás, ¿imaginó en algún momento lograr la clasificación para unos Juegos Olímpicos?

-Para nada. Es verdad que si alguna vez me imaginaba participando en unas Olimpiadas no lo veía como algo imposible, no me ponía límites, pero tampoco me lo ponía como objetivo, lo veía muy lejos.

¿Ha sido duro conseguirlo?

-Sí, no ha sido nada fácil. Creo que es todavía más complicado cuando ves que lo tienes cerca, que tienes capacidad de conseguirlo pero no lo has logrado aún. Ahí es cuando peor lo he pasado. Cuando te ves más fuera que dentro no tienes tanta presión, pero en el momento en el que se convierte en un objetivo real, cuando los compañeros te animan y te ven con capacidad, es cuando la presión se vuelve más complicada de gestionar.

A esa presión hay que sumarle todos los condicionantes provocados por la emergencia sanitaria.

-Eso es, hace unos meses estábamos todos metidos en casa y en mi caso sin cinta de correr y con mucha incertidumbre acerca de las carreras en las que iba a poder participar, ha sido difícil organizarse. Claro que eso no es comparable con lo que han sufrido otras personas a las que le ha tocado sufrir de manera directa los efectos del covid-19. Ha sido un contratiempo, pero no ha quedado más remedio que adaptarse. He tenido que entrenar sola la mayor parte del tiempo y los fines de semana con el grupo. Por ello, Martín Fiz ha concentrado los entrenamientos más intensos los fines de semana, con el riesgo de lesión que conlleva, pero era un riesgo que había que correr para poder coger confianza.

En cierta manera, le ha venido bien que las Olimpiadas se atrasaran a 2021 para tener más tiempo para prepararse, ¿no?

-Cuando se paró la competición yo tenía la esperanza de poder estar en Tokio si los Juegos Olímpicos se celebraban este por puntos, pero eso ya era decisión del seleccionador. Al aplazarse, sí que me lo he podido tomar con más calma y lograr la mínima, con la que ya te ganas el derecho por méritos propios.

¿Cambia mucho ahora la planificación para el próximo año?

-El objetivo será llegar a agosto en la mejor forma posible. Ahora sigue habiendo mucha incertidumbre, pero si surge la posibilidad de participar en alguna carrera que me ayude en la preparación lo haré. También habrá que evitar lesiones, pero eso lo hacemos siempre. En ese sentido no va a cambiar nada.

Martín Fiz tendrá algún consejo especial para Olimpiadas, ¿no?

-Espero que sí (risas). Llegado el momento seguro que me da alguno bueno, sí. Para él también como entrenador es una satisfacción que se logren los objetivos, le deja más tranquilo que hayan salido las cosas. Él estuvo en Valencia comentando la carrera y me felicitó al terminar, estaba muy contento. Yo creo que se pasa peor viendo la maratón desde fuera que mientras estás corriendo, porque el resultado no depende de uno mismo.

¿De quién se acordó al cruzar la línea de meta?

-En ese momento no lo piensas, pero cuando pasan unos minutos me acordé de las personas más cercanas que han estado ahí apoyándome, la familia, Martín y los compañeros. A estos últimos ya les di las gracias antes de la carrera, si lo he conseguido ha sido por su ayuda.

¿Y ahora qué?

-Ahora toca descansar un poco, dejar que el cuerpo se recupere, completar ejercicios más suaves, bici... Luego habrá que volver a empezar a trabajar desde la base. No tenemos objetivos a corto plazo, pero irán surgiendo.

¿Toca controlarse en Navidad?

-La verdad es que nunca he sido de excesos, por lo que no es mucho problema. Yo con una palmera de la panadería de Murguía ya soy feliz (risas). De hecho ya me he aprovisionado con una para celebrar la marca junto a mi familia.

"Fantaseaba con llegar a la alfombra azul de Valencia y ver el tiempo de 2:28, he cumplido un sueño"

"No soy una atleta que lleve toda la vida compitiendo, creo que se empieza a notar la experiencia, mido mejor"

"No ha sido fácil, cuanto más cerca estaba de conseguirlo, mayor era la presión, ahora ya estoy más relajada"

"Seguro que Martín Fiz tiene algún consejo, para él como entrenador también es un motivo de orgullo"

"Hace unos meses estaba en casa y sin cinta, pero no es nada comparado con los que han sufrido el virus de cerca"

"Ahora toca descansar y que el cuerpo se recupere, hay mucha incertidumbre, ojalá surja alguna carrera"