- La atleta alavesa Elena Loyo revivió ayer su particular historia de amor con el Maratón de Valencia. Si en la edición del año pasado había sido la mejor española de la cita, en la de este complicado 2020 superó notablemente este éxito. Porque la corredora del BM paró el cronómetro tras 2 horas 28 minutos y 25 segundos de esfuerzo. Un tiempo que la convirtió en la segunda atleta nacional en cruzar la meta un minuto y medio por detrás de Marta Galimany pero, sobre todo, supone la mínima olímpica para participar en los próximos Juegos de Tokio y batir el récord de Euskadi (siendo la primera vasca en bajar de las dos horas y media). Además, claro está, de superar su mejor marca personal.

Un cúmulo de logros que, lógicamente dejaron a una Elena Loyo casi incapaz de reprimir las lágrimas y “súper emocionada” una vez terminada la prueba. “No ha sido fácil, porque psicológicamente entrenar en esta situación es complicado. Tenía que salir el día perfecto, que las piernas me fuesen y todo eso ha ocurrido. Las constelaciones se han unido y podemos decir que estaremos en Tokio”, manifestó con una sonrisa perenne en el rostro.

Pese al desenlace perfecto de la jornada, la alavesa no las tenía todas consigo antes del pistoletazo de salida. “Estoy muy contenta porque por una parte pensaba que lo podía conseguir pero por otra me entraron muchos miedos e inseguridades. Después de esta temporada tan rara, con los dos meses de parón y todo lo demás supone una alegría absoluta”, significó.

Por lo que respecta al desarrollo de la carrera, Elena confesó que había optado por adoptar una actitud valiente. “Me he sentido muy bien y en el momento en el que se ha apartado la liebre en el kilómetro 32 me he puesto a tirar aunque igual era un poco osado. Pero me sentía con fuerza y más o menos cómoda y he pensado que había que arriesgar. En el billete para Tokio la verdad es que no he pensado porque hasta que no he llegado a la meta no he mirado el reloj”, significó.

La otra cara de la moneda para el atletismo alavés en el Maratón de Valencia la protagonizó Iván Fernández. El vitoriano acudía a la cita con idéntico objetivo que Loyo, persiguiendo una marca que le permitiese soñar con los Juegos de Tokio. Sin embargo, en su caso, el desenlace no fue el deseado. El fondista gasteiztarra empleó 2 horas 11 minutos y 35 segundos en completar los 42.195 metros del recorrido, quedándose lejos de su mejor marca personal (2h09:55 conseguida el año pasado en Sevilla) y de lo exigido para aspirar a un billete para Tokio. Fernández acabó en el puesto 43º y, para completar las malas noticias, otros cinco corredores españoles obtuvieron la mínima olímpica, lo que convierte casi en imposible su sueño de estar en Tokio.