- Lo de la capital alavesa y su relación con el deporte es un fenómeno extraño. No es ni mucho menos habitual que una ciudad de aproximadamente 250.000 habitantes pueda sostener a dos equipos como el Alavés y el Baskonia en la élite del fútbol y del baloncesto, los espectáculos deportivos más multitudinarios del país. A esta ya amplia oferta hay que añadir también al Araski, club en la máxima categoría del baloncesto femenino.

El estadio de Mendizorroza y el pabellón Fernando Buesa Arena son los dos templos deportivos de la ciudad. Una oferta en vivo destinada a hasta 35.000 personas a la vez antes de que la pandemia pusiera coto a la presencia de espectadores en los recintos.

El covid-19 afecta ahora a todos los ámbitos de la vida y, por supuesto, también al deporte. La fotografía de la situación se queda por tanto congelada hasta la exterminación del virus.

El plan es, no obstante, que el número de espectadores potenciales se incremente en los próximos años con la reforma y ampliación del estadio de fútbol hasta los 28.000 asientos. Un proyecto que quizá tarde más tiempo de lo previsto en concretarse pero que se queda ahí, latente, para cuando pueda materializarse.

En cualquier caso, el Alavés y el Baskonia no son sino las dos puntas del mastodóntico iceberg que es la identificación de esta ciudad con el deporte y su práctica.

Porque, aparte del disfrute del espectáculo y la sensación de orgullo colectivo que causan en la ciudad los dos equipos punteros, Vitoria y Álava producen desde hace ya mucho tiempo otros mitos deportivos nativos y asimilados tan o incluso más exitosos.

Son los casos de las atletas olímpicas Blanca Lacambra y Maite Zuñiga, Almudena Cid (única gimnasta rítmica que ha participado en cuatro citas olímpicas), el campeón de Mundo de maratón Martín Fiz, el reputado himalayista Juanito Oiarzabal, los hermanos escaladores Iker y Eneko Pou, el triatleta Eneko Llanos, las chicas de oro de la gimnasia rítmica -Lorena Guréndez, Estíbaliz Martínez y Tania Lamarca- que triunfaron en Atlanta'96, los balonmanistas Iker Romero y Eli Pinedo, la luchadora Maider Unda, los ciclistas Paco Galdos, Igor González de Galdeano, Juan Fernández, Joseba Beloki y Mikel Landa...

Muchos deportistas de élite mundial en disciplinas minoritarias nacidos o criados en una ciudad pequeña sin aparente potencial como para crearlos. Sin embargo, el deporte y Vitoria son dos conceptos muy unidos, quizá la base para explicar el surgimiento de tantos y exitosos representantes en la flor y nata.

De hecho, Vitoria-Gasteiz es el segundo club deportivo de España

en número de abonados solo por detrás del Fútbol Club Barcelona. Más de 91.000 personas tienen el

carnet para acceder a la impresionante red de centros cívicos y polideportivos distribuidos por los distintos barrios de la ciudad.

Las instalaciones municipales para la práctica del deporte son numerosas y variadas. Los vitorianos tienen a su disposición grandes infraestructuras como la pista de hielo, el campo de fútbo de Mendizorroza, el parque de Gamarra y los frontones Beti Jai. Además, existen nueve polideportivos -Aranalde, Abetxuko, Ariznabarra, Arriaga, Campillo, Landázuri, San Andrés, Mendizorrotza y Olaranbe- en los que practicar fútbol sala, baloncesto, balonmano, pádel y diversas disciplinas de sala aparte de los equipamientos deportivos existentes en los centros cívicos de Aldabe, Lakua, Ibaiondo, Judimendi, Hegoalde, Iparralde, El Pilar, Salburua y Zabalgana.

Por supuesto, el fútbol es el deporte rey y, además del estadio de Mendizorroza donde juega el Alavés, Vitoria cuenta con otros 13 recintos municipales para su práctica: Adurtza, Adurtzabal, Abetxuko, Aranbizkarra, Ariznabarra, Betoño, La Vitoriana, Lakua, Lakua-Arriaga, Los Astronomos, Olaranbe, San Martín y Zaramaga.

Dos pistas de atletismo, 11 piscinas, otros 9 frontones, 17 gimnasios, tres rocódromos, 7 pistas de tenis y padel, dos patinódromos, dos campos de rugby... y multitud de cursos a precios muy asequibles tanto para los abonados como para el resto. Lo cierto es que el que no practica deporte en Vitoria-Gasteiz es porque no quiere.