- Apenas dos días en Euskal Herria han dejado la Vuelta en petit comité. Arrate y Aralar exigieron pagos en la aduana. También la cima de la Laguna Negra fue un paso fronterizo. Allí se coloreó el pálido Dan Martin. “Es la primera vez que gano una carrera después del nacimiento de mis hijas. Es un momento muy especial y la victoria es para ellas y para mi mujer. Está siendo un año muy difícil para todos por el covid”, concretó Martin, que encontró la luz en una meta oscura por la niebla y húmeda por la lluvia. El irlandés batió por una rueda a Roglic y Carapaz en una llegada de aspecto claustrofóbico, a cámara lenta, ovillados los tres en su duelo. La rampa definitiva, tan de garaje, tan de la Vuelta, torció el gesto de Enric Mas, sin aire en el esprint. “Me ha costado un poquito al final porque no era una subida muy dura sino que se ha hecho dura por la velocidad a la que hemos ido. Pero habrá mejores días para mí”, se defendió Mas. Cedió una decena de segundos el líder del Movistar. Mas acumula medio minuto de desventaja al amanecer. Fue una cima nueva para la Vuelta, que no para Roglic, siempre presente en la foto aunque cambie el decorado. Primero en Arrate, segundo en Lekunberri y segundo en la Laguna Negra. “Tierras para el águila”, definió Antonio Machado. Roglic es el águila real de la Vuelta en sus primeros tres episodios. Ave de presa. Un ciclista que no busca coartadas ni se prodiga en la autocomplacencia ni en los discurso vacíos que llenan minutaje. El esloveno, derrotado cruelmente en el Tour, no se permite días libres, como si tuviera que justificar el jornal a cada segundo. Su púlpito es la carretera.

Sin los Países Bajos, se imponen los paisajes altos de la Vuelta, por eso la carrera contó el abandono de Thibaut Pinot, que se quedó en las cuestas del Tour y aún no ha regresado. Buscaba el francés la redención en la carrera española, pero continúa en el diván, lejos del sillín, inmerso en su mundo interior, en sus tribulaciones y desgracias. Los dolores de espalda que le apalearon en Francia no le dejan en paz. Chris Froome continúa en competición, aunque es otra víctima. El británico se desplomó en Elgeta, pero en realidad, su aura se estrelló en un muro del Dauphiné. Aún no ha retornado de aquel golpe tremendo. Probablemente nunca lo haga, pero el orgullo lo mantiene intacto Froome en su ocaso.

La Vuelta, que corre contra el coronavirus y huye del mal tiempo, parece que es el final en el principio. Días raros en tiempos extraños. La niebla se encaramó entre la melena de los pinos, centinelas de la Laguna Negra, otra cumbre, otro peaje que despachó la fuga. La subida se le puso oscura a Marc Soler, que era todo luz en Lekunberri, peleado con la bici de Erviti tras una avería. En el inició del puerto, Froome volvió un ratito del pasado. El británico, campeón humilde, honrado, se arremangó para trabajar para Carapaz, líder del Ineos. Espectral entre la niebla, Froome fue una aparición fugaz. Un canto de cisne. La dignidad de una gran estrella que se apaga. El pasaje de Froome fue un instante antes de que Andrey Amador enfilará el grupo, donde no estaba Esteban Chaves, que tragaba bilis. El colombiano padeció un pinchazo. Cambió de montura y Schultz acudió a su rescate. Trató de coserlo a los mejores, pero a su hilo le faltó bobina. El colombiano perdió la cuarta plaza. “Lo importante era no entrar en pánico”, explicó Chaves, cuya sonrisa se sombreó. Al igual que Valverde, al que se le hizo bola el puerto.

Elissonde se desmadejó sin demasiada convicción. Nada que ver con el frenesí de Sosa, la catapulta del Ineos que aligeró el grupo de favoritos. Mas pasó revista. Roglic, parapetado en Kuss, no pestañeó. El esloveno manejó los tiempos. Kuss es el reclamo, la salva que lanza antes de anunciarse. Los hombros tenían el danzar cansino de puerto corto pero de cuellos almidonados. En los últimos 500 metros se cuarteó Carthy. Uno menos para la pelea. Roglic, el líder, no perdía contacto visual con Carapaz. Rapaz. Es su referencia. El ecuatoriano arrancó. Su despegué convocó de inmediato a Dan Martin, un ciclista alado. Roglic reaccionó. En ese momento, a Enric Mas se le indigestó la rampa. Sonaron los cambios buscando el desarrollo ideal para ganar. Clac, clac. En medio del ruido del combate definitivo, Mas se clavó. No era su día, tachonado en una rampa descarnada en la que Dan Martin se encendió.

Tercera etapa

Mikel Nieve

Romain Sicard

Ion Izaguirre

Gorka Izagirre

Jonathan Lastra

Julen Amezqueta

Omar Fraile

Alex Aranburu

Aritz Bagües

Jon Aberasturi

Imanol Erviti

Clasificación general

Mikel Nieve

Gorka Izagirre

Romain Sicard

Ion Izaguirre

Jonathan Lastra

Julen Amezqueta

Imanol Erviti

Omar Fraile

Aritz Bagües

Alex Aranburu

Jon Aberasturi