Pello Bilbao, el hombre que siempre estuvo ahí, sigue estándolo tras el Stelvio, el coloso, la montaña inmesicorde que trituró a Almeida, el líder, y a Nibali. Ciclista de aliento largo, maratoniano, la regularidad es el tesoro del gernikarra, a un minuto del podio del Giro. La corsa rosa más caótica que se recuerda, dentro de una pandemia y en octubre, sitúa a Pello Bilbao ante una oportunidad única. Un desafío en dos actos. Entre hoy y mañana, entre Sestriere y el buzo de contrarrelojista de Milán, el vizcaino buscará hacerse un hueco en la foto de fin de carrera. "Como he dicho alguna vez, no soy el mejor escalador ni el mejor contra el crono, pero sé regularme bien y cada temporada que pasa demuestro más solidez", concretó el gernikarra tras su ejemplar despliegue en el Stelvio, una actuación que catapulto su candidatura el país de los sueños. "Considero un éxito llegar a menos de un minuto de quizá los dos corredores más en forma en las montañas", reflexiono el vizcaino, cuarto en la general, a 1:19 de Kelderman, el líder presionado por Hindley y Geoghegan, que enfocan al neerlandés en apenas 15 segundos.

En el año más extraño de nuestras vidas, Pello Bilbao no se esperaba aquí, no así al menos, pero las cosas cambian y él está ahí. El único hombre que soporta la pesada carga de un Tour de Francia entre los que merodean la maglia rosa, se enfrenta ante el reto de su vida, la conquista del podio del Giro o tal vez algo más. La gloria aguarda al gernikarra en dos jornadas que resolverán la ecuación de la carrera. Mañana aguarda el último episodio de montaña con el reclamo único de Sestriere tras la amputación de la que se suponía la gran etapa del Giro (en la jornada original debía superar el eterno Agnello (21,3 km al 6,8%), Izoard (14,2 km al 7,1%), Montgenevre (8,4 km al 6%) y Sestriere). La triple subida a Sestriere en los últimos 65 kilómetros de la jornada serán el escenario de esa lucha. La crono de 15 kilómetros del domingo que entronizará al campeón del Giro será el no va más. Todo o nada. "En la triple ascensión a Sestriere y en la crono de Milán sólo quedará exprimirse al máximo por si alguno de los que marchan delante flaquea. Me siento muy satisfecho con el Giro que llevo hasta la fecha, más aún si tenemos en cuenta que vengo del Tour y de bastante cansancio acumulado".

La fatiga se acumula en el organismo de Pello Bilbao, que sin embargo, no solo sigue en pie, sino que compite con ferocidad. El vizcaino es un ciclista con una capacidad enorme de trabajo y de sacrificio. Con todo, el despegue del gernikarra en el Giro, su perseverancia, ha de enmarcarse la visión panorámica de Pello Bilbao y la virtud para saber encontrar la motivación de no rendirse cuando el cuerpo grita auxilio. El gernikarra no ha desconectado del Giro, cuando probablemente, después de su buena actuación en el Tour, era lo más sencillo. Concentrado, Pello Bilbao nunca se ha distraído. Su tarjeta de visita. Esa facultad para mantener la concentración y la sabiduría a la hora de gestionarse, le han catapultado en un Giro donde dos de los máximos candidatos al triunfo, Geraint Thomas, Simon Yates y Steven Kruijswijk se vieron obligados a dejar la carrera. En ese escenario inopinado, el vizcaino se ha agarrado con inteligencia a cada baldosa del Giro. Ha competido de manera formidable camuflado en el anonimato a pesar de que en 2018 fue sexto en la general y el pasado curso logró dos triunfos de etapa de altos vuelo, la última de ella dentro de la semana definitiva. Un detalle que no ha de menospreciarse. En ese ecosistema, donde el elemento sorpresa es el hilo conductor del Giro, Pello Bilbao tratará de asaltar los cielos. El hombre que siempre estuvo ahí.

Plante del pelotón

Antes de que el gernikarra desafíe sus límites, el Giro vivió el motín de los corredores, que realizaron un plante antes de la salida. El pelotón obligó a la organización a recortar el kilometraje de la etapa entre Morbegno- Asti, de 259 kilómetros, alegando el cansancio acumulado, el largo recorrido de la jornada y el mal tiempo. Finalmente, la etapa se recortó en 100 kilómetros, si bien no todos los ciclistas estuvieron de acuerdo con la medida, promovida por algunos, que ganaron el pulso. La decisión de los corredores hirió profundamente a Mauro Vegni, director del Giro de Italia, que no entendía los argumentos de los ciclistas rebeldes. "Llegaremos a Milán y tomaremos las medidas que sean necesarias", exclamó Vegni en la Rai, que advirtió: "esto no ha acabado aquí, alguien pagará por esto".

El director del Giro apuntó que "no aceptamos la oferta de los ciclistas, la hemos sufrido. Esto ocurre porque los ciclistas no se han presentado en la salida". "Lo que ha pasado hoy ensombrece nuestro trabajo. Todo el mundo sabe que el Giro se corría en octubre y había 13º. Escuché a muchos ciclistas y muchos no estuvieron de acuerdo. Ya sabéis cómo empezó esto. Unos pocos no quisieron correr. Querían descansar más". En ese ambiente enrarecido, los ciclistas fueron trasladados en los vehículos de los equipos a la salida, 100 kilómetros más próxima a la meta. Los favoritos se desentendieron de la etapa y de la fuga salió la victoria de Josef Cerny. El regalo de despedida del CCC.