e sabía que Anthony Davis era muy bueno, pero ha necesitado salir de un mercado pequeño como el de Nueva Orleans para, en su octavo temporada en la NBA, saltar definitivamente al pedestal más alto de los ganadores. LeBron James se llevó su cuarto anillo y el trofeo de MVP de la final que coronó a Los Angeles Lakers ante los Miami Heat hace una semana, pero sin La Ceja no habría sido posible. Davis, que solo tiene 27 años, justificó el empeño que puso El Rey, con el que comparte agente, en llevárselo a su lado. De hecho, probablemente solo un mal tercer partido le impidió ser elegido como jugador más valioso.

No habría sido inmerecido porque el jugador de Chicago demostró que es capaz de hacer de todo en una cancha. En ataque, desmontó la retaguardia de Miami con sus tiros de media distancia y en defensa se comió a Bam Adebayo cerca del aro y contuvo a Jimmy Butler en el perímetro en tramos decisivos de la final. Acabó la final con promedios de 25 puntos, 10,6 rebotes, 3,1 asistencias, 2 tapones, 57% en tiros de campo, incluido un 42% en triples, y un 93% en tiros libres, una excelencia para un jugador supuestamente interior. Porque en sus movimientos en la cancha se nota que de pequeño ejercía de base hasta que pegó el estirón y empezó a adquirir las herramientas de un hombre interior, dotado además de una gran envergadura. Muchos de los contraataques de los Lakers, una de sus grandes armas esta temporada, eran lanzados por el propio Davis tras capturar el rebote. Con todo, el triunfo de los Lakers ha permitido a Anthony Davis alcanzar un logro histórico. En 2012, fue campeón universitario con Kentucky y campeón olímpico. En 2014, se proclamó campeón mundial con aquella selección de Estados Unidos que inició su recorrido en Bilbao y ahora, en 2020, ha conseguido su primer anillo de la NBA. Nadie tiene en sus vitrinas esos cuatro logros que hablan de un jugador especial, que además fue número 1 del draft en 2012 y MVP del All Star en 2017 y que ya se ha ganado el derecho a ser considerado como mucho más que el escudero del rey LeBron.

Como en la NBA muchos ejecutivos se mueven por modas, ahora parece que todos buscan un antídoto para Davis, un tipo que está para lo que haga falta. El jugador llegó a los Lakers vía traspaso en el verano de 2019 y tenía una opción de ampliar su contrato una temporada más. Pero su gran rendimiento, mejorado en las finales, le hizo renunciar a ella para salir al mercado. Sin embargo, su intención final es quedarse en la franquicia angelina, que le va a ofrecer un contrato muy lucrativo y por varios años más. La Ceja va a poner el cazo y se va a forrar porque no hay nada mejor que el original.

LeBron sabe que con Davis puede seguir ampliando su colección de anillos, ahora que va camino de los 36 años, y ya le ha hecho un guiño a su compañero. La próxima temporada le cederá su número 23, el que siempre ha lucido Anthony Davis, y él recuperará el 6 que llevaba en Miami. Los Lakers, que dieron mucho a los Pelicans a cambio del ala-pívot de Chicago, han encontrado otra sociedad ganadora, una pareja con todas las herramientas para seguir forjando anillos. Como ocurrió con los Warriors, ahora son otros los que tienen que preocuparse porque en Los Angeles vuelve a resurgir un proyecto ganador en púrpura y oro que puede perdurar porque LeBron James no parece tener fecha de caducidad y Anthony Davis, la estrella hasta ahora oculta, también va camino de la leyenda.