- La experiencia de las últimas temporadas hablaba de la necesidad imperiosa de dosificar las plantillas para tener alguna opción de éxito en los tramos decisivos. La creciente dureza de la Euroliga unida a la siempre exigente Liga ACB desembocaba en jugadores agotados cuando llegaban los partidos realmente importantes.

El dilema estaba y sigue latente. O bien dispones de dinero suficiente para armar plantillas largas y capacitadas para alternar varias competiciones o bien, como es el caso del Baskonia, exprimes a tus mejores piezas con dos o tres partidos por semana y luego rezas para llegar al final con el equipo entero.

Este año, sin embargo, la filosofía es distinta. La crisis obliga, es cierto, pero da la impresión de que el club e Ivanovic han pactado aumentar el protagonismo de los jóvenes y reservar fuerzas para la Euroliga. En efecto, el técnico ayer repartió muchos minutos en el primer tiempo entre Raieste (8:37), Kurucs (8:22) y Sedekerkis (8:22). Pero no fue suficiente para tutear a un rival teóricamente accesibe como el UCAM Murcia. Entre todos ellos sumaron 4 puntos, 2 rebotes y 1 asistencia. Escasísima aportación y el equipo de Sito Alonso se fue al descanso con siete puntos de ventaja (35-42).

Solamente el gigante y aún desubicado Youssoupha Fall fue capaz de aprovechar al menos en parte la oportunidad concedida por su entrenador. Y eso que a la primera estuvo a punto de ser definitivamente defenestrado.

Fall adelantó a Diop como recambio para Jekiri pero apenas duró un minuto en la cancha. En su primera acción concedió un plácido mate a Emanuel Cate y fue devuelto inmediatamente al banquillo.

Ivanovic debió apiadarse del pívot y le devolvió a la cancha cuando quedaban poco más de cuatro minutos para el intermedio. Y ahí sí encontró una respuesta adecuada. Fall encadenó 8 puntos y 4 rebotes que sirvieron, además, para poner al Baskonia por delante en el marcador (33-28).

Pero eso fue todo. El recital de Dileo desde el triple y la tierna defensa baskonista acabaron por convencer al entrenador montenegrino de que el experimento de dosificación de esfuerzos debía esperar una mejor ocasión. Tras la vuelta de vestuarios ya no hubo relevos de la segunda unidad salvo los imprescindibles para evitar el agotamiento de los mayores. Apenas 58 segundos para Kurucs, minuto y medio para Sedekerskis y nada más para Raieste y Fall.

El partido peligraba y la cocción de las habichuelas ya se encomendaba a las manos de Henry, Vildoza, Giedraitis, Polonara, Peters, Diop y Jekiri. Apenas siete jugadores para intentar apagar el enardecido ánimo del equipo murciano, que veía que sus ventajas no menguaban a pesar de la declaración de intenciones de su oponente. La reacción llegó demasiado tarde y sin la contundencia necesaria. Pareciera que el Baskonia fuera ayer sobrado después de doblegar al Madrid. Y se consumó la derrota, claro.