- La espalda de Lewis Hamilton, el jerarca de la Fórmula 1, apenas deja ver el color de la piel; los tatuajes invaden los espacios. De hombro a hombro, se puede leer: Still I rise (aun así, me levanto). Una frase que podía llevar en su frente Valtteri Bottas, que opta en cambio por entonar el "nunca hay que rendirse" para hacer frente a su némesis. Es lo mismo, una manera de sostener la motivación en el asfalto, por ejemplo. Bottas, que recoge las migas de Hamilton, no desespera y su discurso siempre gira en torno a sus opciones de algún día ser campeón -o cuanto menos, de batir a Hamilton-, lo cual es encomiable viendo la apisonadora que es Hamilton, que ayer pudo convertirse en el piloto con más victorias junto a Michael Schumacher. Uno de los reductos del acotado de Schumi es precisamente Bottas, que ayer no se plegó y, saliendo desde la tercera posición, metió el morro en el liderato en clara disputa con el poleman Hamilton. El escudero no renuncia a ser caballero. Eso a las primeras de cambio. En la curva 1, donde suelen iluminarse o apagarse las esperanzas de victoria de Bottas. Desde que llegó a Mercedes, en 2017, el finlandés ha amasado sus únicas 9 victorias en la Fórmula 1; en ese mismo tiempo, Hamilton cuenta 37. Pero ayer "no fue un buen día", señaló Hamilton haciendo alusión a sí mismo. Y allí estaba Bottas. La sombra cobró luz. Su cualidad es la perseverancia. Hombre de fe.

Hamilton aseguró el sábado que sería complicado proteger la primera posición en los primeros metros, debido a la recta de 1.029 metros de Sochi y el rebufo que ella ofrece. Sin embargo, el correoso inglés lo consiguió. Salvó lo que auguraba como un primer escollo. Porque los neumáticos blandos que calzaba, obligados por el condicionante en el que se vio envuelto el sábado producto de un accidente de Vettel en la Q2, serían otra rémora. Pero el mayor problema resultó ser una doble penalización de 5 segundos. El británico realizó dos pruebas de arrancada en zona prohibida. La sanción la conoció en la vuelta 5, nada más relanzarse la carrera después de la retirada de la pista de un safety car que salió en la primera vuelta, propiciado por los accidentes de Carlos Sainz y Lance Stroll. Además, Hamilton sumó 2 puntos a su Superlicencia y quedó a otros 2 de penalizar con una carrera sin competir. Luego, esto se retiró.

El deseo de igualar el récord de El Kaiser se desvanecía para Hamilton, que al cumplir la sanción durante su parada en boxes -vuelta 16- descendió posiciones. "Esto es ridículo", dijo. Bottas veía una alfombra roja en su camino hacia la victoria. El finlandés realizó una salida magistral. Desde la tercera pintura llegó a asomarse a la primera plaza en la curva inaugural. Aunque Hamilton se rehizo y recuperó ipso facto el liderato. El damnificado por la brillantez de Bottas fue Max Verstappen, que cedió un puesto respecto a la parrilla. El neerlandés, tercero entonces, descubrió temprano que sería difícil deshacer la inercia de Sochi, donde siempre ha ganado un Mercedes. Era el día de Bottas, que, por ritmo y una vez apartado Hamilton, tenía el triunfo en el zurrón. Solo un imprevisto podría desbancarle. No sucedió. En cuanto a Verstappen, tras la sanción de Hamilton, su segunda plaza era una evidencia. Y así culminó. "Poder estar entre los dos Mercedes es algo de lo que podemos estar contentos. Hemos hecho todo lo que hemos podido", dijo Mad Max. Red Bull no te da alas.

Checo Pérez, cuarto, y Daniel Ricciardo, quinto, reafirmaron los progresos de Racing Point y Renault. Ambos conservaron los puestos de salida. La debacle de McLaren, que se presentaba como competencia, allanó el camino. Sainz cometió un error en los primeros metros y se estrelló contra las protecciones. Para mayor desgracia de McLaren, Lando Norris pisó sobre los restos del coche del madrileño y tuvo que realizar una parada que condenó su actuación. Acabó 15º. Los Ferrari fueron 6º, con Charles Leclerc, y 13º, con Sebastian Vettel. Y la sensación es de que ser sexto fue obrar un milagro. Chungo.

"Es una buena manera de callar las críticas que siempre me siguen", desprendió Bottas tras lograr su segundo triunfo de 2020, en caliente, con el casco aún ceñido. Más tarde diría: "He podido quitarle unos cuantos puntos a Lewis y todavía quedan unas cuantas carreras". Aterrizó en Rusia con 55 puntos de desventaja y sale con 44. El que no sueña es porque no quiere. O lo que es lo mismo: "Nunca hay que rendirse". Plegarse es una postura que Bottas no ha adoptado. Muy loable el irreductible Valtteri.

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